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belich
Lunes, 10 de mayo 2021, 01:11
— La sentencia es firme. No hay nada qué hacer.
— ¡De esto no me habló usted nunca! ¿Con qué clase de abogado he ido a topar?
— Es la nueva legislación. En otros países se hace y resulta.
— ¡Una isla! ¡No me j…! Parece sacado de un cuento infantil, la isla de irás y no volverás.
— En el cuento era un castillo. Esta isla se utilizó antaño como zona militar: adiestramiento, tiro…
— ¡Me niego! ¡A ver quién y cómo me llevan!
— Irá por vía aérea, esposado y custodiado por agentes de un cuerpo especial de policía. Allí los detalles se los explicarán los celadores.
— ¡Una isla deshabitada!
— Deshabitada no, estarán ustedes y las fuerzas de seguridad. Que por cierto, tienen orden de intervenir lo menos posible. Las instalaciones son aceptables y el clima benigno, tómeselo como unas vacaciones.
— ¿Vacaciones sin retorno?
— ¿Y para qué quiere usted volver? De entre los primeros condenados ya se están organizando cuadrillas de limpieza y de cocina, creo que hay hasta dos médicos que van a velar por la salud y la salubridad de los… digamos, inquilinos. Llegarán más profesionales cualificados, a ver si cree usted que todos los maltratadores son patanes sin formación.
— ¡Oiga! ¡Lo que se ha cometido conmigo fue una enorme injusticia! Si mi mujer no hubiera tenido esas ínfulas, no se habría llevado ni una ostia. ¡Al marido se le respeta!
— Y a la mujer también, es la ley. Y a la ley no sólo se la respeta, se la obedece. Por eso hemos perdido el juicio, porque se empeñó en exhibir esas ideas, que parecía usted un energúmeno del siglo veintiuno... o más arcaico aún. Prepare lo que quiera llevarse y que no exceda el equipaje de estas dos maletas reglamentarias. Son las normas.
— Dígame que esto es un mal sueño.
— Lo que parece un sueño es que después de tantísimos siglos hayamos sido capaces de erradicar el cáncer y enfermedades peores y no hemos podido con el machismo. Pero estamos en camino, ya quedan pocos de ustedes libres.
— Por Dios, dígame que es una broma pesada.
— No lo es. Y no sé de qué se queja: una enorme biblioteca con todos los formatos tecnológicos a su alcance, playas, todo el tiempo del mundo para reflexionar y ni una sola mujer. Fíjese que me tienta el ir voluntario.
— ¡Para siempre!
— Eso es lo peor, que de todo se cansa uno. Y pensar que no voté a este gobierno… Mire que si fuera la solución… Más de uno se pensará las consecuencias de su violencia.
— Mire usted, que si se llega a quedar pequeña, la isla de los c… imagine que se ponen de moda las vacaciones perpetuas pagadas.
— Tal vez entonces se reabran debates antiguos, como la caza, o la eutanasia. O para entonces la ciencia habrá encontrado solución, quién sabe, recuerde aquello de que la esperanza es lo último que se pierde. Dos maletas y dese prisa, que en una hora le recogen.
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