Jueves, 25 de noviembre 2021, 00:28
CÉSAR COCA
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Cuando Urania Cabral regresa a la República Dominicana, tiene alrededor de 45 años pero no ha olvidado cómo fue su adolescencia. Hija de un cargo de confianza de Rafael Trujillo, el dictador que gobernaba el país mediante presidentes que seguían fielmente sus órdenes, ... el viaje de retorno a su país supone la aparición de todos sus fantasmas. Porque Urania fue una de las muchas adolescentes entregadas al dictador, que había dado la orden a uno de sus hombres de confianza (popularmente llamado 'ministro de Placeres', no es preciso explicar por qué) de que metiera en su cama cada noche a una joven, preferiblemente virgen.
La estremecedora novela de Vargas Llosa habla de dos tipos de violencia contra la mujer, en los que se mezcla lo personal y lo político. Porque Urania –uno de los pocos personajes de ficción del libro– es el eje de una de las tres tramas en que se articula el relato, pero uno de los capítulos cuenta cómo Trujillo dio la orden de asesinar a las hermanas Mirabal. Estas, llamadas Patria, Minerva y María Teresa y conocidas como 'las Mariposas', se habían convertido en símbolos de la oposición interna al régimen. Su muerte se hizo pasar como producto de un accidente de coche. Algo que desde el primer momento muy pocos creyeron, dado que las hermanas y sus maridos habían sido antes encarceladas y torturadas.
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Itsaso Álvarez
Miguel Pérez
Miguel Pérez
El asesinato de las Mirabal fue el 25 de noviembre de 1960. Por eso, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer es justamente en esta fecha.
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Trujillo murió en una emboscada tendida por un comando que contó con el apoyo de la CIA el 30 de mayo de 1961, solo medio año después del asesinato de las hermanas Mirabal.
CARLOS BENITO
Nació como denuncia, como vehículo para exponer la imagen viciada de la violencia contra la mujer que reinaba en la sociedad de los primeros años 60, pero acabó sonando a disculpa, a blanqueamiento, incluso a apología, y se convirtió en una de las grandes canciones-tabú de la historia de la música. Gerry Goffin y Carole King compusieron 'He Hit Me (And It Felt Like a Kiss)' inspirándose en su niñera: la joven se presentó un día magullada, molida a golpes por su novio celoso, pero les explicó que no le importaba, que esa paliza constituía una prueba de amor. Ahí germinó la canción que acabaron grabando The Crystals: «Me pegó y fue como un beso, / me pegó pero no me dolió. / Él no pudo soportar que yo le dijese / que había estado con otro / y cuando le dije que le había engañado / me pegó y fue como un beso, / me pegó y supe que me quería (...), / me pegó y yo me alegré». Descontextualizada, la letra nos suena hoy estremecedora e intolerable, pero ya en su momento fue objeto de un rechazo más o menos general y la canción (por otro lado, excelente) se convirtió en un fracaso comercial. No queda más remedio que aliñar esta historia con un par de datos extramusicales. El productor de 'He Hit Me', Phil Spector, pasó los doce últimos años de su vida en la cárcel por matar a una mujer. Y Carole King, la autora de la música, fue víctima de maltrato a manos de su tercer marido y se convirtió, en cierto modo, en protagonista de su propia canción: «Yo solía decir que nunca estaría con alguien que me pegase –declaró en una entrevista–, pero seguí volviendo con él».
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BORJA CRESPO
Una de las mejores novelas gráficas de 2019, cruce con el álbum ilustrado para adultos, fue la perturbadora 'Bezimena', obra de una autora de origen serbio nacida en Canadá, Nina Bunjevac, artista reputada en el medio que firma un prodigio gráfico en blanco y negro que arremete contra la violencia sexual y merece especial atención por su calidad artística y la indudable fuerza de lo que cuenta, con un carisma visual incontestable. Editada con mimo, en un volumen de lujo que resalta en cualquier estantería de una librería, sus sensibles ilustraciones platean una versión moderna del mito griego de Artemisa y Siproites, explorando las ideas preconcebidas sobre las fantasías sexuales, la obsesión desbocada y la pederastia. Con estética de grabado antiguo denuncia la hipocresía que nos embriaga y pone el dedo en la llaga en aquellas personas que miran para otro lado ante la barbarie y la normalización de comportamientos reprobables. Una parábola moderna, de rabiosa actualidad y lectura obligada, cuyas viñetas retratan un mundo hostil e incómodo que no deja indiferente. La reflexión en torno al abuso es dura. Bezimena significa «mujer sin nombre» en la mayoría de lenguas eslavas. Busca su inspiración en una película clásica de culto, 'La mujer pantera', además de remitir a la 'Trilogía de Orfeo', de Jean Cocteau. Una denuncia sensible y contundente.
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ELENA SIERRA
Podría pensarse que es fácil, que habrá unos cuantos ejemplos, que sobre el tema se habrán creado propuestas de danza a puñados... y al contrario. Pocas son las piezas coreográficas que han tratado directamente la violencia de género. Da qué pensar, ¿no? Es un trabajo habitual en academias y escuelas -hay que echarle un vistazo a la coreo de Cati Barro 'El ciclo de la violencia', en la que ese bucle de tensión, agresión y luna de miel queda muy bien reflejado, con gritos, risas, lágrimas, caídas, miembros que se mueven como latigazos, tumultos, hasta una última caída ignorada por la mayoría-, pero si hablamos de producciones profesionales, no es así.
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Hay que remontarse a 2013 para encontrar 'Rotas', una fusión de teatro, danza y audiovisuales que después se transformó en película. En ella las ex miembros del Ballet Nacional de España Raquel y Paloma Gómez recogen testimonios de muchas víctimas de maltrato y los condensan en la historia de una sola superviviente, una que recuerda a la amiga que no se salvó porque volvió a casa con el que sería su asesino. La obra fue posible gracias a la colaboración con la Fundación Ana Bella y repasa todos los estados emocionales que atraviesan las mujeres que viven esta violencia desde la sorpresa del primer golpe.
GERARDO ELORRIAGA
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La mujer es la protagonista de la obra escultórica de Kiki Smith. Procesos tan íntimos como las necesidades fisiológicas, la fecundidad o la menstruación, son abordados por piezas figurativas concebidas a escala real y que, como bailarinas expresionistas, dibujan el dolor con su cuerpo. La violencia también ha sido sujeto de su investigación formal. La autora norteamericana se ha remontado a través de la historia para llegar a la caza de brujas, práctica a la que recurrieron las diversas confesiones cristianas. El dramatismo de 'Women on pyres' refleja esa represión inmisericorde y, asimismo, la invisibilización ancestral padecida por la mitad de la población.
A la espera de que la llama inicie su sacrificio, la víctima aparece representada con los brazos abiertos, a la manera de un Cristo crucificado que reprocha al cielo su abandono. Pero la interpretación supera el puntual fenómeno religioso. La mujer ha sido castigada cruelmente cuando ha irrumpido en el espacio público y, sobre todo, disentido de la doctrina mayoritaria. La virtud femenina radica en el silencio y la subordinación al hombre. La realidad no ha cambiado sustancialmente en buena parte del mundo. Ellas son tachadas de brujas, figurada o literalmente, y no han obtenido redención alguna.
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TERESA ABAJO
'Jauría' llevaba cinco meses en los escenarios cuando el Tribunal Supremo elevó de nueve a quince años las condenas a los cinco miembros de 'La Manada' por la violación grupal de una joven en Sanfermines, y le añadieron un pasaje como conclusión. Era una herida abierta y la obra levantó ampollas. La gira inicial fue más corta de lo habitual en las producciones de Kamikaze por la reticencia de algunos teatros municipales, y hubo quien les acusó de oportunismo. Pero el director, Miguel del Arco, no dudó. «El teatro siempre ha estado en la actualidad, nació así», defendía. «Los griegos utilizaban los mitos para contarse a sí mismos lo que les estaba ocurriendo».
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Jordi Casanovas supo que se encontraba ante «material dramático» al leer las crónicas del juicio que se desarrolló en la Audiencia de Navarra en noviembre de 2017. Escribió el texto a partir de las actas, «sin una palabra de ficción». Con una sobria puesta en escena, recrearon el portal en el que la joven fue violada y la sala de vistas de tal modo que los espectadores sentimos la indefensión, la vulnerabilidad de la chica. María Hervás, que interpretó a la víctima y también a la fiscal, contó que más de una vez se fue a casa con náuseas después de los ensayos por el «nivel emocional» en el que tuvo que bucear. Tampoco fue fácil para sus compañeros de reparto. Todo estaba cuidado al detalle y la obra que muchos no querían ver acabó ganando el Max al mejor espectáculo teatral de 2019. Dedicaron el premio a la víctima «por no callar, por tu valentía y tu determinación». También tuvo eco entre el público juvenil , con funciones, coloquios y una guía didáctica para estudiantes de Secundaria.
IÑAKI ESTEBAN
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La artista Ana Mendieta (Cárdenas, Cuba,1948 -Nueva York, 1985) estudiaba en la universidad del estado de Iowa, en 1973, cuando se produjo la violación y estrangulamiento mortal de una estudiante de Enfermería de 20 años de edad, Sarah Ann Ottens. Mendieta leyó la prensa para reconstruir la escena, base de la performance que realizó en su pequeño piso, con la puerta abierta para que entrara todo aquel que quisiera.
Quienes lo hicieron, no olvidarían. Vieron a la artista desnuda, inclinada sobre una mesa, cubierta con sangre animal. Permaneció en aquella posición durante dos horas. Mendieta quería que los espectadores se enfrentaran a una violación 'de verdad'.
El testimonio de la performance quedó resumido en la fotografía 'Rape Scene', una de cuyas copias está en la Tate Modern de Londres. El cuerpo está iluminado desde abajo, envuelto en sombras barrocas,en un ambiente tenebroso. Parece un 'caravaggio'. En el suelo, los platos rotos refuerzan la violencia de la escena, quizá una conexión con las agresiones domésticas.
Ana Mendieta falleció en la madrugada del 8 de septembre de 1985 en Nueva York, debido a una caída desde el piso 34 de un edificio del Greenwich Village, donde residía con su esposo, el escultor minimalista Carl Andre. Justo antes de su muerte, los vecinos habían oído a la pareja discutiendo violentamente, aunque no hubo ningún testigo del altercado. Andre fue juzgado y absuelto del cargo de asesinato.
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ISABEL URRUTIA
La ópera como género nació en el siglo XVI con 'Dafne', de Jacopo Peri, la historia de una ninfa a la que persigue el dios Apolo loco de pasión. El acoso se frustrará porque la chica, a punto de ser alcanzada, a orillas del río Peneo, pedirá ayuda a su padre, deidad del río. En el último momento su progenitor la convertirá en laurel. Una metamorfosis 'in extremis' que la privará de su vida de mujer. ¿Cómo se ve el mundo como arbusto? Quién sabe. Esa parte no la cuenta el mito ni la ópera. Lo cierto es que en el mundo de la lírica son muchos los personajes femeninos que se presentan en situaciones calamitosas. Entre otros infortunios, sufren enfermedades mortales, matrimonios desgraciados y ataque de histeria. Y todavía peor, son apuñaladas o estranguladas, principalmente por celos. Tampoco faltan intentos de violación, como en 'Tosca', donde Scarpia, jefe de Policía y sátiro libertino casi consuma su felonía. Por fortuna Floria Tosca, una mujer de arrestos, que se gana la vida como artista y tiene un amante revolucionario, le clavará un cuchillo en el corazón. Maria Callas no escatimaba rabia y asco cuando interpretaba ese momento. Y la voz se le adelgazaba, con incredulidad, cuando murmuraba delante del cadáver: 'Y delante de él, temblaba toda Roma..'. Sin miedo, Tosca contempla largamente al monstruo en el suelo. Un ser deleznable que seguirá haciendo daño después de muerto, porque se cumplirá su postrera orden de fusilar a Mario, el hombre al que ama Tosca. El dolor será inmenso. Aun así, ella tendrá fuerzas suficientes para no dejarse atrapar. Tosca no se arredra nunca. Ni en este mundo ni en el otro. Mujer de carácter.
OSKAR BELATEGUI
'Te doy mis ojos' (2003) confirmó el pulso maestro de Icíar Bollaín a la hora de capturar la emoción de seres de carne y hueso, la mirada de una cineasta sensible capaz de dotar de humanidad y verdad a todos sus personajes. Una terapia de mujeres que sufrían maltrato de sus parejas está en el germen del filme. Escuchándolas, la directora de 'Maixabel' entendió por qué una mujer puede aguantar una media de diez años junto al hombre que la machaca.
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El cine ha abordado casi siempre de forma tremendista una realidad que alimenta a diario las páginas de sucesos. Frente a un monstruo y su víctima, 'Te doy mis ojos' pivota en torno a una mujer enamorada, que confía en vano en que su hombre cambie, y a un bruto asustado que confunde el amor con la posesión. Laia Marull y Luis Tosar figuran en este estremecedor libro de familia en el que todos los conceptos están equivocados: donde dice hogar se lee infierno, donde pone amor hay dolor y quien promete protección administra terror.
Bollaín se propuso averiguar qué pasa por la cabeza de un maltratador, entenderle pero no justificarle. No tendría sentido mostrar a un villano de una pieza. La tensión agita la pantalla aunque la violencia no sea explícita. Ni una sola bofetada rompe el aire; la sugerencia resulta más efectiva a la hora de mostrar el miedo y la pérdida de autoestima de la protagonista, así como la crueldad y el desconcierto del agresor. La realizadora también acertó al ambientar su historia en Toledo, una ciudad de provincias que asfixia a esta pareja de clase media bajo el peso de la tradición con su ominosa imaginería religiosa.
Hay una imagen recurrente en 'Te doy mis ojos': la protagonista se descubre con zapatillas de casa en la calle. Y no es porque haya bajado la basura. Quien abandona en estampida su hogar en plena noche debe de tener una buena razón. Si el destino es la comisaría o el refugio de un familiar, al miedo físico seguro que se ha unido la vejación moral en una relación de pareja. La tercera película de Icíar Bollaín resume a la perfección en su título el lirismo y la perversión, porque los ojos no se dan.
ISABEL IBAÑEZ
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El artista urbano nicaragüense Kevin Laguna Guevara, que firma como Vink, dejó constancia de su rechazo a la violencia contra las mujeres con un mural pintado en 2018 en la ciudad de Estelí, al norte de Managua. La tituló 'Que no apaguen tu voz'. Significativo, pues ese año, la violencia machista se cobró en ese país de 6,5 millones de habitantes la vida de 61 mujeres, que se convirtieron en 63 al año siguiente y en 71 en 2020. (En España, con una población de 47 millones, 2018 se saldó con 47 fallecidas por este motivo, 55 en 2019 y 45 el año pasado). La imagen habla por sí sola, pese al intento patente de enmudecer a la mujer que vemos con una mano masculina tapándole la boca. Los ojos, acuosos, miraban con fuerza a los estudiantes de la cercana escuela de El Rosario que pasaban por delante hasta que degenerados -ignorando una de las reglas de grafiteros que obliga a respetar la obra de un colega- pintaron sus cuencas de negro y pintarrajearon su rostro. Un ultraje doble, a la obra de arte en sí misma y a su hondo significado. No solo pasa en Nicaragua; en Madrid, este mismo año, el mural de Ciudad Lineal que mostraba los rostros de 15 mujeres referentes del feminismo apareció salpicado de pintura negra. El colectivo autor del mismo, Unlogic Crew, ya se ha ocupado de restaurarlo y esas miradas vuelven a contemplarnos desde la pared, recordándonos por qué deben estar ahí.
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