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María Isabel Martínez M., gaditana de 37 años y madre de tres criaturas, fue la última, hace 18 días. Su ex, que dirigía su existencia, el día a día en casa, tremendo, la mató a cuchilladas. Cuatro de cada cinco maltratadas por su pareja o expareja consiguen ver que el amor no es eso y escapan a tiempo de este terror silente. Ella, no. Ni las que cada 25 de noviembre, con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, recordamos. Cada víctima, cada mujer a la que matan, vejan o humillan merece su propio homenaje, pero hoy es el de todas.
El problema que mata a todas estas mujeres tiene una categoría propia, la de violencia machista o de género (VG). No porque no existan casos de hombres, sino porque la cantidad de procesos que derivan en la muerte de una mujer es infinitamente, infinitamente, mayor. La VG es una estrategia asimilada por algunos agresores desde niños y que consiste en ver a la mujer como una propiedad que pueden manejar a su antojo. Tiene muchas caras. Golpes, insultos, celos, control del dinero, tocamientos, abuso sexual, violación... Y ese machismo sutil que se observa en frases, ideas y estereotipos que no dejan en buen lugar a las mujeres y que en ciertos contextos tristemente se pasan por alto.
El Ministerio de Igualdad ha registrado un año más las agresiones mortales llevadas a cabo por parejas o exparejas. Según este balance, desde enero y hasta ayer han perdido la vida en España 37 mujeres. Una de ellas era de Sestao y otra de Vitoria. Cinco niños perdieron también la vida por esta lacra el año pasado. Pero la magnitud del problema es aún mayor, porque a los datos oficiales hay que añadir los feminicidios familiares, por prostitución o por el crimen organizado que observatorios sociales y asociaciones feministas recogen cada semana.
29 de las 37 víctimas de 2021 no habían denunciado a su agresor nunca. Vivieron lastradas, alejándose de todos, enfermando, veladas por la tristeza, pero calladas y sin que la sociedad y el entorno llegara en su auxilio. De las ocho que lo habían hecho dos no recibieron protección judicial.
Como pasó en 2018 con Maguette Mbeugou, degollada por su marido en Bilbao. El juicio se ha celebrado esta semana en la Audiencia Provincial de Bizkaia. Ella pidió dos veces una orden de alejamiento y la Justicia se la denegó porque no vivía con el agresor ni en él apreció «agresividad».
«Nos están matando» es el clamor de auxilio que se grita a los cuatro vientos en las manifestaciones de mujeres. Es cada vez más una preocupación social y una prioridad que llevó a firmar un Pacto de Estado. Pero la burocracia es lenta. En España son 840.000 los niños que viven en hogares donde pegan a sus madres. 5.038 mujeres en Euskadi tienen algún tipo de apoyo policial. 59 tienen que llevar escolta para ir hasta a por el pan.
Su marido la acuchilló. Tenía 82 años. Los vecinos alertaron al 112 porque llevaban tiempo sin tener noticias del matrimonio. Él quiso suicidarse.
Según la Ertzaintza, su marido le propinó varios hachazos. Luego él se tiró a la ría y murió ahogado. No había denuncias previas.
La encontraron desnuda e inconsciente en la calle. Su marido le había disparado con una escopeta. En el barrio sabían lo que pasaba, ella nunca denunció. .
Fue a buscarla al trabajo. Su expareja le asestó varias puñaladas mientras trabajaba limpiando portales. Tenían dos hijos, ya no vivían juntos.
Él también asesinó a su hija. Y después prendió fuego a la casa y se suicidó. Nadie oyó nada. Vivían en un entorno rural de Madrid. Fue el fuego el que alertó a los pocos vecinos.
Tenía 34 años y dos niñas. Trabajaba para la Generalitat de Catalunya, en el Departamento de Asuntos Sociales. Su exmarido la golpeó hasta la muerte.
La mató en su casa y huyó. Era su pareja, no vivían juntos. Él forzó la cerradura y entró en casa. Los vecinos les oían discutir. A uno le confesó:«La maté».
«¡Ha sido él!», clamó en presencia de los agentes y sanitarios que acudieron a atender sus quemaduras. Murió en el hospital. Él le prendió fuego.
Estaban en proceso de separación. Ella tenía 60 años. Había conseguido una orden de alejamiento tras años de maltrato. Pero él la quebrantó y la apuñaló.
Asesinada junto a su hijo de 7 años. Tuvo escolta un tiempo, hasta que la orden de protección por violencia de género terminó y no se renovó.
Tenía 52 años. Su pareja la asesinó a tiros y luego se atrincheró con ella en casa, pero acorralado por la policía se suicidó.
Su hijo de 13 años la encontró muerta. Su pareja la mató a puñaladas. Ella era directora de una cadena de hoteles de lujo..
Tenía 48 años y un hijo. Su ex, con el que estaba en trámites de divorcio y ya no convivía, le disparó por la espalda con una escopeta.
Había orden de alejamiento, pero no sirvió de nada. Una vez ella ya había saltado desde su balcón a otro porque él ya intentó matarla. Le denunció varias veces.
Tenía 41 años. Estaba en proceso de separación con su marido y seguían viviendo juntos. Él la apuñaló y llamó a Emergencias.
Él estaba enganchado a las drogas. Tuvieron una bronca, él cogió un cuchillo y la persiguió por toda la casa. Ella le había pedido que se fuera varias veces. Girona.
Era azafata y él, piloto. Después de discutir, le disparó en la cabeza y la mató. Estaba siendo un divorcio complicado por el dinero y la casa. .
Tuvo un bebé con su ex. Ella nunca le denunció, pero la familia aseguró que hubo constantes episodios de malos tratos por parte de él.
Él fingió un accidente de circulación para matar a esta mujer, que trabajaba como reportera gráfica y tenía 36 años. Él era profesor de educación física.
«¡Socorro, me va a matar!», gritó antes de que él le pegara con un martillo en la cabeza. Ella, de 81 años, murió en el hospital. Sin denuncias previas.
Estaban confinados porque tenían coronavirus. Él, inspector de Hacienda, le asestó 20 puñaladas en la espalda y el costado. Ella era arqueóloga.
Sin nombre ni apellido conocidos. Fue apuñalada por su marido, estuvo una semana en la UCI pero no se recuperó. Su cuñado trató de evitar el ataque.
Asesinada delante de sus tres hijos. Él esperó a que la orden de alejamiento que tenía desde hacía cinco años dejara de estar vigente.
La encontraron sin vida sobre el asfalto. Su pareja la estranguló con sus leggins. La policía lo descubrió tres meses después del crimen..
Fue disparada en plena calle por su verdugo le salíó al paso cuando ella estaba cerca de la puerta del colegio donde trabajaba de cocinera.
Sus amigas le decían que denunciara otra vez a su ex. Y ella respondía, «ya se cansará». Tenía 3 hijos en su país de origen, Guinea Ecuatorial.
Tenía 74 años. Tras discutir ella salió huyendo de casa y él alcanzó a golpearla con un jarrón en la cabeza antes de darse a la fuga.
Fue Asesinada y escondida en un baúl. El no tenía antecedentes de violencia machista con Amal aunque sí con una pareja anterior.
Acudió a la policía más de una vez. «Me han dicho que si no tengo marcas ni me amenaza de muerte, no pueden hacer nada», contó a sus amigas.
25 años ella, 53 él. Vivía «con muchísimo miedo» y «él le prohibía hablar con la familia». Sus amigas vieron cómo el día anterior le dio una bofetada hasta hacerle sangrar.
Fue arrojada a un vertedero. Discutieron en plena calle un día antes del crimen. Unos agentes se acercaron. Ella dijo que no pasaba nada. .
Ella tenía 60 años y quería divorciarse. Él la mató con su escopeta y luego se disparó a sí mismo. Los encontró una de sus hijas. .
Ella era de Vitoria, aunque el crimen sucedió en Navarra. Su excuñado, expresidiario, la mató delante de sus hijos de 5 y 9 años. Tenía otros dos hijos mayores de edad.
Su marid ola degolló y se tiró por un puente. Cuando no se presentó a recoger a sus tres hijos en el colegio se dispararon todas las alarmas
Tenía una panadería, era muy conocida. Tenía dos hijos de una relación anterior. Hacía dos meses que había iniciado la convivencia con su nueva pareja.
Él no aceptó la separación. Sucedió en Vitoria el pasado 12 de octubre. Él la encerró en el balcón y la mató. Los hijos de la pareja estaban en casa.
Regentaba dos locales de hostelería. Él, que ya había sido denunciado anteriormente por otra mujer, la mató a cuchilladas.
La violencia vicaria se ha cobrado este año la vida de cinco niños por la sinrazón de sus padres, que han querido vengarse con los pequeños por los problemas personales con sus madres. El primer caso se produjo en marzo. Una niña de 11 años fue asesinada a tiros por su padre en Madrid, que también mató a la madre. En mayo, un niño de 7 años fue asesinado, igualmente junto a su madre, en Mallorca. Más mediático fue el crimen de Tenerife en el que Tomás Gimeno mató a sus dos hijas, Olivia, de 6 años, y Anna, de 14 meses, y las arrojó al mar. En Barcelona, Martín Ezequiel Álvarez, empleado de banca de 43 años, asesinó a su hijo de dos años y nueve meses y abandonó el cadáver en un hotel.
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