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El difunto Vargas Llosa tuvo un protagonismo excepcional en la política vasca a comienzos de siglo al mantener una postura rotunda contra el plan independentista ... de Juan José Ibarretxe, que el entonces lehendakari puso en marcha cuando ETA mataba a sus rivales políticos. Esta militancia se extendió más tarde al procés catalán, cuando el Premio Nobel volvió a utilizar su pluma para atacar las iniciativas del prófugo Carles Puigdemont y sus seguidores.
La entrada en la política vasca de Vargas Llosa llegó de la mano de Basta Ya, el movimientro creado por víctimas del terrorismo y otros colectivos próximos a finales de los años 90. Este colectivo comenzó su actividad con una condena al terrorismo de ETA, al tiempo que señalaba a la izquierda abertzale por actuar como el brazo político de los asesinos. A su actividad se habían unido otras asociaciones como el Foro de Ermua, nacido al calor de los espontáneos movimientos populares que surgieron tras el asesinato, en julio de 1998, del concejal popular de Ermua Miguel Ángel Blanco.
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Uno de sus líderes fue el filósofo Fernando Savater, quien propició que Mario Vargas Llosa se convirtiera en una de las caras más representativas del movimiento. Para entonces, el escritor residía en España ante la persecución que sufría en su país natal por parte del entonces presidente Alberto Fujimori, ante quien había perdido en las elecciones en 1990. El futuro premio Nobel, que ya tenía en su punto de mira a los totalitarismos, fue parte activa en uno de los documentos más duros a nivel internacional contra el plan Ibarretxe, el denominado manifiesto 'Aunque'.
Con motivo de las elecciones municipales de 2003, un grupo de intelectuales europeos entre los que se encontraban Gunter Grass, Fernando Arrabal, Alfredo Bryce Echenique, Michael Burleigh, Paolo Flores d'Arcais, Carlos Fuentes, Nadine Gordimer, Juan Goytisolo, Carlos Monsivais, Bernard-Henri Lévy, Paul Preston y Gianni Vattimo presentaron un documento contra el modo en el que se desarrollaba la política en Euskadi. «Aunque los partidos nacionalistas aprovechan las garantías constitucionales de la democracia española, ciudadanos libres del País Vasco deben esconderse, disimular sus costumbres, omitir la dirección de su domicilio, pedir la protección de escoltas y temer constantemente por su vida y la de sus familiares». Con esas acciones, los nacionalistas, tanto los violentos como los moderados, comenzaron a colocar al Premio Nobel en su punto de mira y le dedicaron todo tipo de descalificaciones e insultos.
En 2007 Vargas Llosa llevó su compromiso más allá y formó parte del núcleo fundacional del partido político Unión Progreso y Democracia, el partido de efímera vida creado por miembros de Basta Ya como Rosa Díez. Posteriormente apoyó a Ciudadanos, la formación de Albert Rivera. En ese momento, el principio que movía a Vargas Llosa en la política española era la lucha contra los nacionalismos, al entender que su comportamiento estaba siendo sectario y xenófobo.
El 9 de octubre de 2017 volvería tener un protagonismo clave al ser una de las personas que lideraron la manifestación organizada en Barcelona contra el referéndum independentista ilegal que había tenido lugar dos días antes. En aquel evento, en el que participaron cientos de miles de ciudadanos, Vargas Llosa declaró: «El nacionalismo ha llenado la historia de Europa y del mundo, y de España, de guerras, de sangre y de cadáveres». Al mismo tiempo, acusó a los partidos nacionalistas catalanes de reaccionarios y de destrozar la sociedad catalana. Vargas Llosa habló entonces de la Cataluña que él había conocido cuando llegó desde Perú y en la que había forjado su carrera literaria junto con otros autores del boom latinoamericano como Gabriel García Márquez.
Vargas Llosa, en sus artículos y en sus posicionamientos públicos, continuó atacando al procés y al nacionalismo en todas sus manifestaciones. Su defensa de la unidad de España le acercó a partidos como el PP, una vez que Ciudadanos demostró que su fórmula estaba agotada y sus votantes le habían retirado el apoyo. Con el tiempo, no obstante, el Nobel comenzó a centrarse en su obra literaria y en los últimos años sus referencias a la política española eran cada vez más ocasionales. El odio que le declararon los nacionalistas catalanes, sin embargo, no cesó. En las últimas horas, tras conocerse el fallecimiento del escritor, los más hooligans del independentismo se alegraban de su muerte en las redes sociales.
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