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El Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, fallecido este lunes a los 89 años, tuvo un vínculo especial con Bilbao. Sus múltiples visitas al Museo ... Guggenheim, al Bellas Artes, su afición por las corridas en Vista Alegre, la ópera... avalan una relación con la villa a través de los años siempre relacionada con la cultura.
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Su última visita conocida a Bilbao coincidió con la presentación de su última novela, 'Tiempos recios', en febrero de 2020. Con una enorme expectación, como cada vez que visitaba la ciudad, 200 personas asistieron a la charla del ilustre novelista. Vargas Llosa, que llegó con Isabel Preysler, tuvo la oportunidad de visitar la centenaria biblioteca de la Bilbaína conducido por la bibliotecaria, Ana Villacorta.
En verano de 1999, el escritor peruano visitó por primera vez un remozado Museo Guggenheim de la mano del hasta hace pocos meses director Juan Ignacio Vidarte. Quedó impresionado por cómo había quedado el símbolo de la regeneración de la villa.
Un año después volvió a Bilbao para dar una conferencia organizada por el Aula de Cultura de EL CORREO en la Sociedad Filármonica. Junto a Fernando García de Cortazar, Enrique Ybarra, presidente de EL CORREO, presentó al escritor como «un novelista y un intelectual que vive con pasión su tiempo». La sala aquel día estaba a rebosar de público.
En 2004, el escultor Manolo Valdés y el escritor Mario Vargas Llosa unieron su talento de renombre mundial en la escultura 'La Exorcista', situada en la plaza de Cantalojas, en Bilbao La Vieja. La obra, que representa una gran cabeza femenina rematada por un vistoso tocado, lleva inscrito sobre su piel de bronce un poema del premio Cervantes.
En 2007, visitó el bosque de Oma junto a su exmujer, Patricia Llosa, y conocieron uno de los atractivos del territorio histórico junto al propio creador Agustín Ibarrola.
En 2010, aprovechó su presencia con motivo del centenario del Club Cocherito, con una plaza de Vista Alegre llena a reventar, para volver a pasear por el Guggenheim junto a Vidarte. Sus visitas a Bilbao no eran lo mismo si no se perdía disfrutando del museo. Ese año dejó una dedicatoria en el Guggenheim: «Es siempre un placer visitar este museo lleno de creatividad y de vida».
Dos años después, en 2012, volvió al coso bilbaíno para asistir a la corrida por el 50 aniversario de la Plaza de Toros de Vista Alegre. «La de Bilbao es una plaza que tiene mucho sabor, un gran encanto. Su afición es además muy conocedora, entusiasta, leal y defienden la Fiesta sin ningún tipo de complejo de inferioridad. Algo de lo que deben de aprender muchos», confesaba a este periódico el escritor, que visitó el tendido en más de media docena de ocasiones.
En 2017, Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler, su último gran romance, disfrutaron de un fin de semana cultural con visitas al Museo de Bellas Artes y al Guggenheim. Aquellos días se convirtieron en la pareja más buscada de la ciudad. «Han estado dos horas muy tranquilos y muy a gusto», certificaba aquel Juan Ignacio Vidarte, director del Guggenheim, que les sirvió de cicerone.
Tanto el premio Nobel como su compañera no eran nuevos en la ciudad. «Sobre todo, han agradecido que la gente les haya dejado tranquilos pese a haberles reconocido», observaba Vidarte. Eso sí, a su salida del Guggenheim algunos transeúntes se les acercaron para pedirles fotos. El autor de 'La ciudad y los perros' rubricó en el libro de visitas su agradecimiento por la agradable jornada. Calificó de «estimulante» el coloso de titanio, que sigue atrayendo «a millones de personas de los cuatro rincones del mundo» y alabó «la altísima calidad de las exposiciones».
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