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Enfermedades de transmisión sexual (ETS)

La epidemia de infecciones sexuales continúa: por qué deberías usar condón

Junto al médico y sexólogo Javier Ramírez Santos, hoy queremos dar una serie de pautas y recomendaciones básicas frente a todo tipo de enfermedades de transmisión sexual

Lunes, 3 de mayo 2021, 15:58

Las enfermedades de transmisión sexual han experimentado un repunte en los últimos años. Cada día, más de un millón de relaciones sexuales terminan con uno de los implicados infectando a otro con gonorrea, sífilis, clamidia o tricomoniasis. Son las cuatro principales enfermedades de transmisión ... sexual tratables y curables. Forman una epidemia «oculta, silenciosa y peligrosa», según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado en 2019. El hecho de que el Sida haya pasado de ser una enfermedad mortal a una crónica, el alargamiento de la vida sexual o una insuficiente educación al respecto han llevado a muchas personas a relajar las medidas de protección. Pero los expertos aconsejan no bajar la guardia -los contagios se podrían frenar con un simple condón- y hacerse revisiones cuanto antes.

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Una pandemia es un motivo de peso para olvidar cualquier otra infección o enfermedad. No obstante, es conveniente recordar que las ITS (Infecciones de Transmisión Sexual) siguen ahí y debemos protegernos. Para aprender un poco más sobre este asunto y tener algunas pautas, hoy contamos con el médico y sexólogo Javier Ramírez Santos.

Para empezar, resulta que estas infecciones existen en nuestro entorno incluso desde antes de llamarnos seres humanos. Ahora bien, una vez ya en sociedad, condicionaron a nuestros antepasados y marcaron fuertemente la cultura, siendo uno de los principales motivos (o, más bien, excusas), para que todo lo relacionado con la sexualidad tuviera tan mala fama y fuera, por ende, reprimido. La consecuencia más medible, llegada hoy día, es habernos desligado progresivamente del cuerpo y sus placeres con tal de evitar enemigos que, en aquel entonces, no éramos capaces de imaginar. Ese fue, de hecho, uno de los pilares de la monogamia, cuando, realmente, siempre han existido otros tipos de relación.

Dentro de la gama de infecciones, por un lado, las hay causadas por organismos que son pequeños animales, como las ladillas, que hemos comprendido bastante; básicamente, son piojos en la zona genital que se tratan con un champú similar a los de la cabeza en caso de no haber complicación. Por otro lado, existen pequeños seres microscópicos que ya podemos curar del todo, como algunas bacterias, pero otros, como varios virus, aún no hemos alcanzado a comprenderlos correctamente.

Por ejemplo, hasta el desarrollo de la teoría infecciosa, la sífilis, una bacteria, traía de cabeza a la comunidad médica, que especulaba sobre el posible origen de una enfermedad ligada a la prostitución y que más parecía una condena al pecado y la lujuria. Su presentación es tan variada que hasta no hace mucho se conocía más como varias enfermedades que como una sola. La enfermedad se caracteriza por el famoso chancro, una úlcera o llaga que aparece en la zona genital en una primera fase de la infección. Después, esta herida se cura y la enfermedad se disemina por el organismo durante una segunda etapa, generando clavos sifilíticos (erupciones más pequeñas). De no tratarse, puede llegar a una tercera etapa donde las cosas pueden complicarse bastante. Por suerte, esta enfermedad nos ha acompañado tanto tiempo que, actualmente, conocemos bien su tratamiento y suele curarse al inicio de la infección.

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Existen asimismo otras bacterias que nos pueden perjudicar. Es el caso de la gonorrea, ya mencionada por los egipcios y que no hemos sido capaces de atajar hasta nuestros días, pese a conocer su causa desde hace 150 años. Sus síntomas son inflamación de la uretra o la próstata en los genitales masculinos, ocurriendo lo mismo en la vagina, el endometrio o la pelvis. La mejor manera de detectarla es notar ardor al orinar o ver una secreción blanquecina y maloliente que está alrededor de la uretra (precisamente, por donde se orina). Estos son, precisamente, los síntomas de otra bacteria, la clamidia, que, aunque es poco conocida, es capaz de generar inflamaciones similares en uretra, vagina o próstata. Muchas veces pasa desapercibida al confundirla con simples infecciones de orina o una alteración de la flora vaginal.

Finalmente, son los virus los que más nos complican, ya que aún no tenemos tratamientos que los eliminen del todo, como hacemos con las bacterias, sino que lo que podemos hacer es, tenerlos bajo control. Por un lado, está el herpes simple, capaz de generar úlceras o llagas en la zona genital, similar al que aparece en los labios de la boca; con medicamentos y cremas concretas lo podemos mantener a raya. A la par, está el del papiloma humano (VPH), capaz de generar desde verrugas que aparecen en la zona genital o anal hasta complicaciones mayores; si actuamos a tiempo se pueden extirpar y con medicamentos tenerlo bajo control. Por último, está el VIH, que no debemos confundir con el sida, el primero es la infección y el segundo es la enfermedad que provoca esta. Seguramente, habrá escuchado que este virus no tiene síntomas claros, como pasa también, por cierto, con algunos tipos de VPH. Efectivamente, como hacen otros virus, como la propia Covid-19, al poco de infectarse reacciona de forma más clara con síntomas similares a una gripe, pero luego desaparece y puede volver más agresivo si no hay tratamiento. Afortunadamente, con el VIH, ya se están experimentando vacunas con relativo éxito, aparte de que hace tiempo que disponemos de medicamentos que lo controlan; cogido a tiempo, nadie muere ya por VIH.

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Hecho este rápido repaso, ¿cómo podemos protegernos?

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Tres recomendaciones básicas frente a todo tipo de infecciones:

Observar y tocar regularmente nuestros genitales. Esto es lo más básico, ya que, por pura higiene y salud, es importante revisar si está todo en orden. Sólo así podremos darnos cuenta de si tenemos una infección en su fase inicial Si algo no está como siempre, se mantiene unos días y se parece a algún síntoma de los que hemos mencionado (llagas, verrugas o secreciones), debemos acudir al médico.

Utilizar siempre el preservativo. Ya sea el femenino o el masculino, es importante usarlo, incluso durante el sexo oral, puesto que es el mejor medio para protegernos.

•Realizarse pruebas de ITS cada cierto tiempo. Sobre todo, si hemos tenido encuentros sexuales con otras personas y ha habido algún fallo con el preservativo.

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Para finalizar, es necesario indicar que, obviamente, esto le puede tocar a cualquiera. Antaño se pensaba que sólo afectaba a personas pobres, a homosexuales o a clientes de la prostitución. Hoy sabemos que le puede ocurrir a cualquier persona, sea cual sea su condición sexual, social y económica, sea más o menos promiscua. Hay gente que tiene suerte, pero os animamos a no jugar con fuego. Si, desgraciadamente, os infectáis alguna vez, dedicad vuestras energías en solucionarlo en vez de en buscar culpables, vuestro médico os ayudará.

Si quieres contactar con el autor, Aritz Resines Ruiz, o con su colaborador de esta semana, Javier Ramírez Santos, puedes encontrarles en www.xelebreak.com.

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