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Las mujeres pasan una media de 2.920 días de sus vidas menstruando. Lo hacen, de promedio, durante 40 años y una vez al mes, es decir, es como si estuviesen 8 años enteros sangrando. Sin embargo, hoy en día, todavía esconden los tampones en ... la manga del jersey cuando van al baño en el trabajo o se los piden en voz baja a sus compañeras para que nadie se entere. Y, por otra parte, están los anuncios de compresas, que se empeñan en seguir viendo la regla de color azul en vez de rojo. La menstruacción sigue siendo tabú y, por eso, hoy queremos desterrar algunos mitos. Para realizar esta labor con rigor, esta semana contamos con la colaboración de Silvia Quílez Lahuerta, trabajadora social, sexóloga y experta en cuidado menstrual.
Para empezar, es importante preguntarnos qué nos enseñaron sobre nuestro cuerpo en la familia y la escuela, con qué perspectiva nos lo transmitieron y si se representaba la diversidad o no. Ya hemos ido hablando en esta sección cómo a las mujeres, en demasiadas ocasiones, se les ha ocultado su cuerpo y, además, se les ha castigado que lo exploren. Nunca ha sido algo directo, pero la sexualización de sus cuerpos ha provocado que la relación que tienen con sus vulvas y, concretamente, con la menstruación, no sea la más adecuada.
Nosotras, desde aquí, hacemos una apuesta por ese autocuidado genital femenino, puesto que repercute directamente en una buena salud. Eso es lo primero a subrayar, tenerla es un síntoma de bienestar, en tanto que, si nos encontramos débiles (por ansiedad, estrés o anemia, por ejemplo), es cuando no llega, o lo hace en patrones extraños. Pero claro, ¿sabemos que ocurre exactamente cuando llega? Veámoslo:
De entrada, la menstruación supone, desde un punto de vista fisiológico, la señal de que los óvulos están preparados para ser fecundados y que el embarazo pueda producirse. Dado el general desconocimiento sobre el tema y que no se suele educar de forma previa a su llegada, la primera vez supone un momento cuanto menos desagradable para las niñas. De hecho, a veces se sentencia el acontecimiento diciendo «ya es una mujer», lo que les añade una presión innecesaria, ya que, como tal, no tiene porqué significar un antes y un después.
Siguiendo, debemos saber que, en cada mes, mientras el óvulo de uno de los ovarios de la mujer va creciendo y madurando, el cuerpo va preparando el endometrio (la capa interna del útero). En él albergará oxígeno y diferentes nutrientes, para que, en el caso de que lleguen espermatozoides y fecunden el óvulo, el embrión resultante tenga la «cuna» preparada, ayudándole a crecer.
En el caso de que la fecundación no suceda y el embrión no implante, el endometrio se desprende y expulsa su capa externa, dispuesto a cambiar de «cuna». Eso es el sangrado que fluye desde el cuello uterino hacia la vagina. Está compuesto por agua, sangre fresca, mucosa vaginal, células muertas del endometrio, lípidos y proteínas, algunas hormonas, ácido ribonucleico y ¡células madre! Es decir, en definitiva, la menstruación es vida, no es una herida o algo que nos deba dar asco o vergüenza.
Todo esto es importante destacarlo porque aún existen falsas creencias que giran en torno a ella, por ejemplo:
1
Un ciclo regular, que no normal, depende de la ovulación y el equilibrio hormonal y se puede ver afectado por esos factores de salud que mencionábamos al principio. La mayoría de los ciclos menstruales duran entre 21 y 35 días, pero no en todas las mujeres ni durante toda la etapa fértil. Sólo hay que preocuparse si se dan cambios bruscos y/o se acompañan de síntomas de baja salud.
2
El útero está habitualmente cerrado, y se va abriendo el cuello uterino mediante unas mini contracciones para expulsar la sangre; no es un goteo constante. En un periodo considerado normal, se expulsan unos 50ml de líquido, llegando a 80 o 90 ml en un periodo abundante.
3
El dolor menstrual suele relacionarse con calambres anormales del músculo del útero. No obstante, la menstruación no tiene porqué doler. Si es así, es interesante investigarlo ya que, por ejemplo, puede haber alguna afección como la endometriosis. Además, en muchos casos pueden desaparecer con una dieta específica, ejercicio de manera regular y cambio de un estilo estresante de vida.
4
No tiene porqué ser así, dado que de forma natural no tiene mal olor. Si mantenemos una buena higiene de la vulva, sobre todo, con agua, no ocurrirá. En cambio, hay veces que los jabones que se utilizan o las compresas y tampones sí provocan el mal olor. Por eso recomendamos, entre otras cosas, probar la copa menstrual.
5
No es seguro practicar sexo sin protección durante la menstruacción; podemos quedarnos embarazadas durante el periodo de expulsión del líquido. Y, por supuesto, no podemos olvidar la protección frente a las Infecciones de Transmisión Sexual.
6
Aunque hay muchas personas que evitan tener sexo con la regla por posibles ascos o incomodidades, realmente es un momento en el que la excitación de la mujer llega con mayor facilidad (y los posibles orgasmos). Además, aunque estos no lleguen, un buen intercambio erótico posee el gran beneficio de aliviar los dolores menstruales y de las migrañas que se dan esos días.
En resumen, consideramos importante que se viva la menstruación como un proceso natural más, del que se hable, se cuide e incluso se quiera. Permitiéndonos explorar nuestro cuerpo, espejo mediante, y siguiendo los consejos que ya dimos sobre cuidado genital femenino, seguramente la vida íntima de las mujeres vaya mejor.
Si quieres contactar con el autor, Aritz Resines Ruiz, o con su colaboradora de esta semana, Silvia Quílez Lahuerta, puedes encontrarles en www.xelebreak.com o en www.silviaquilez.es, respectivamente.
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