Las frías estadísticas mostrarán al Alavés, al final de la primera jornada, como un equipo de la zona roja que, a su vez, también ocupará un puesto peligroso en la tabla de conjuntos más goleados. El equipo de Javi Calleja perdió en su campo y ... encajó cuatro tantos. Esos son los hechos. Una realidad que, sin embargo, debe ser sometida a muchos filtros para mostrar el estado real del Deportivo Alavés. No solo por la entidad del rival, un Real Madrid capaz de someter a casi cualquier equipo de la Liga incluso en una fase muy temprana de maduración, sino también por el propio proceso albiazul. El equipo vitoriano quiere ser, en muchas fases, un conjunto nuevo, diferente a lo que fue otros cursos. Aunque apenas ha tenido un mes para apurar esa metamorfosis. Las carencias y desajustes son lógicos, pero también visibles los conocimientos adquiridos.
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El más evidente, la forma de tratar el balón. Hay muchas maneras de atacar. En los últimos años, el Alavés se ha especializado en ser un equipo vertical, de recuperar en su campo y lanzarse con fiereza al contraataque. Enlazar tres o cuatro pases, canalizar el juego a través de extremos protagonistas -aunque de perfiles diferentes entre sí, Jony e Ibai Gómez fueron el ejemplo más claro- y ser precisos en el remate. La posesión de la pelota no era una de las preocupaciones albiazules. Es más, en muchos momentos suponía una traba para poder explotar sus mayores virtudes.
Alavés-Real Madrid
Iñigo Miñón Jon Aroca
Iñigo Crespo
Iván Benito
Jon Aroca
Eso ahora ha cambiado. El Alavés quiere tener el balón. Manejar la posesión, aunque sin olvidarse de ser un equipo vertical. Lo mostró contra el Real Madrid. Acabó con un 41% de posesión. Cifra más que aseada para la entidad del rival. Pero, sobre todo, supo qué hacer con la pelota. Quiso poner en práctica lo que ya sugirió durante la pretemporada. El equipo vitoriano buscó salir desde la portería. De ahí, a los centrales. De entre los tres, el que mejor supo desenvolverse fue Lejeune, recurso más que útil con los balones en largo. El Alavés no quiso limitarse a buscar el juego en corto y por bajo, y menos cuando el equipo blanco comenzó a cegar algunas de las líneas de pase más frecuentes. Aunque sí que mostró cierta tendencia a salir a ras de césped. A veces, Pina retrasaba su posición para colocarse entre los centrales y acentuar la superioridad frente a una tenue presión visitante.
El siguiente escalón fue, de forma recurrente, Manu García. El asturiano fue la pieza que buscó explicar con mayor ahínco el cambio de discurso albiazul. Se ofreció constantemente, sabedor de que tanto él como el equipo necesitan que participe lo máximo posible. Aunque su energía se consumió rápido y le faltaron socios que hablasen el mismo idioma. El resto de piezas del centro del campo son otra cosa, futbolistas de otro perfil. Nadie es tan protagonista, tan certero con la pelota. Una realidad potencialmente peligrosa si el asturiano pierde tino o sufre problemas físicos. Hacia ahí puede apuntar uno de los movimientos en el mercado. Iván Martín, también llamado a ser importante con la pelota, salió desde el banquillo en un contexto ya muy complicado y apenas pudo participar.
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La rápida y desconcertante sentencia del Real Madrid permitió a Calleja probar otras opciones en un contexto más exigente que un simple amistoso. Ahí apareció el nombre de Loum. No pasa desapercibido. Roza el 1'90 y es una roca física. Aspira a ser un «animal», tal y como aseguró él mismo en su presentación. Pero, más allá de su presencia, demostró ser un futbolista capacitado para tocar la pelota. No es un gran creador, pero sí supo conducir, orientarse y pasar el balón con criterio. Mejoró la jugada, que es lo que se pide a una figura como la suya. Con minutos -apenas los ha tenido en los últimos dos años- y aprendizaje puede ser una pieza de extrema utilidad.
El suyo fue uno de los pocos nombres nuevos. También se estrenó, a falta de apenas diez minutos, Toni Moya, otro debutante en Primera. Los aficionados que volvieron a Mendizorroza apenas tuvieron problemas para reconocer a la mayoría de los albiazules. Marcada por la sólida herencia del curso pasado, la plantilla del Alavés destila continuidad. Ha mantenido el bloque y ha reforzado necesidades concretas. Aunque de momento emergen los de siempre. La temporada del Alavés también se podrá explicar, en gran manera, desde el rendimiento que den estos jugadores. Todos, los que acostumbran a ser importantes y los que no lo han sido tanto. En este segundo grupo está un Guidetti que, aunque fue suplente, logró forzar un penalti y al que se le vio con ganas de, ahora sí, reivindicarse.
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La primera mitad fue buena y el juego fluyó, pero en la segunda los albiazules pagaron un problema recurrente durante el verano, la falta de seguridad en defensa. Los vitorianos volvieron a mostrar varios desajustes y algunas acciones pobres. El nivel del rival no facilitaba la tarea, pero volvió a desnudar uno de los puntos de mejora más evidentes. Certezas, dudas e incógnitas que deberán resolverse en otros escenario más realistas. Por ejemplo, el del Mallorca de este sábado.
Quedan dos semanas para que termine el mercado de fichajes. El Deportivo Alavés se ha movido con velocidad y tiene su plantilla casi cerrada, pero todavía aspira a realizar algunos movimientos que le permitan afrontar la temporada con mayores garantías. Sergio Fernández, director deportivo albiazul, explicó que el club está detrás de un defensa y un centrocampista, y Calleja añadió la figura del delantero a la particular lista de la compra.
Sin embargo, el club también está atento al límite salarial, una de las grandes ataduras. Fernández ya apuntó en la presentación de Pellistri que el club deberá ajustar sus finanzas para poder sumar a más nombres. Entre ellos, Matt Miazga. El central estadounidense llegaría cedido por una temporada desde el Chelsea para reforzar el centro de la zaga y aportar, además de carácter y corpulencia, un buen trato de balón. Algo que ya se vio contra el Real Madrid que debe ser importante.
El escaso margen salarial no facilita el movimiento y el Alavés quiere dar salida a algunos jugadores con los que no cuenta. De esa forma ganará un mayor margen de maniobra y podrá dar a esos un destino más propicio donde tener minutos. Las dos figuras llamadas a abandonar el equipo son dos laterales que ya estuvieron a préstamo el curso pasado: Carlos Isaac y Saúl García. El destino del segundo parecía claro, ya que el club cuenta con otros dos laterales izquierdos en plantilla, pero el primero parecía tener más opciones de quedarse, tal y como se explicó en su presentación. Sin embargo, no tiene dorsal y no estuvo en la primera convocatoria, por lo que deberá salir a préstamo. El club trabaja para encontrar destino a ambos.
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