Sexualidad

¿Qué pasa con la sexualidad de las personas con discapacidad?

La sexualidad en personas con discapacidad ha estado históricamente cargada de mitos y prejuicios, por lo que es un tema que conviene abordar

Martes, 30 de marzo 2021, 09:52

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Dado que esta sección busca contribuir a que la sexualidad pueda ser vivida por todas las personas, esta vez venimos a hablaros de las personas con discapacidad o diversidad funcional intelectual. Dado que se trata aún de un tema tabú, acompañado usualmente de falsas ... creencias y mitos, esta semana contamos con la psicóloga y sexóloga experta en este tema Miriam Blanco Somiedo, para hablar de ello desde la perspectiva de las familias.

De primeras, muchas personas hacen una mueca al escuchar esto, incluso, algunas que tienen una persona así en sus familias. La sexualidad en ellas se ve como algo ajeno, algo que no tiene que ver con esas mujeres y hombres.

En muchas ocasiones, detrás de esa negación se encuentra el miedo a que a nuestro ser querido le pueda pasar algo, por ejemplo, porque se aprovechen de ella o de él. Con estas personas, a veces, se cae en el error de sobreprotegerlas e infantilizarlas. Es decir, pese a que tenga, por ejemplo, 42 años, tratarle como a un niño (hablarle con un tono semejante, no darle responsabilidad alguna, vigilar todos sus movimientos, etc).

En esa línea, dentro de los familiares que sí reconocen la sexualidad como algo propio de la discapacidad o diversidad funcional intelectual, suele haber dos actitudes opuestas, que nosotras llamamos la oposición entre ángel y diablo.

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-Ángel: consiste en dar por hecho que esa persona, si bien tiene sexualidad, no la quiere usar o bien la usa de una forma romántica, cariñosa y sin peligro alguno. Además, se da por hecho que le gusta todo el mundo siempre desde una forma enamoradiza que no va a ningún lado más. Así las cosas, cuestiones como la masturbación o el encuentro sexual con otra persona son descartadas.

-Diablo: aquí es todo lo contrario. Se le cuelga el sambenito de «salido» o «salida», pensando que sí, también le gusta todo el mundo, pero para invadirles o sobrepasarse. Hay alarma sobre lo que podría hacer, si tiene pareja o no o vemos su actitud como peligrosa. Además, parece que el fenómeno de la masturbación es exagerado y compulsivo.

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Pues bien, ni una mirada ni la otra son adecuadas en tanto que se trata de manidos clichés que lo único que consiguen es tratar a esas personas de una manera inadecuada que, además, les genera, cuanto menos, incomodidad.

Por tanto, el primer error desde el entorno familiar o más cercano, es no hablar sobre sexualidad, porque no le damos esa opción o porque esperamos a que pregunten. Sin duda, lo más adecuado es adelantarnos a este momento y empezar a hablar de sexualidad en la infancia. Aún así, nunca es tarde para comenzar y siempre será mejor que no hacer nada. Debemos ponernos manos a la obra y ser conscientes de que la sexualidad nos va a acompañar a todas las personas y en todas las etapas evolutivas.

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Por tanto, aquí van algunas claves, relacionadas con la sexualidad de las personas con discapacidad intelectual a tener en cuenta en el entorno familiar:

-Las personas con discapacidad intelectual poseen las mismas necesidades socio-afectivas y sexuales que cualquier otra persona. A la par, ellas y ellos también pueden enamorarse de una persona concreta, ser parte del colectivo LGTB o, simplemente, querer permanecer solteras (aquí, según el entorno, también hay quien intenta emparejarles sin descanso). Aunque lo cierto es que, por lo general, por sus propias limitaciones o por la falta de oportunidades de las que disponen, no tienen las mismas posibilidades de resolverlas; no pongamos trabas.

-Es necesario ofrecerles información sobre Educación Sexual, ya que es muy habitual que no reciban ninguna información al respecto de esta materia o sea muy escasa y sesgada, es decir, centrándose únicamente en los riesgos y obviando otros temas de interés. Los objetivos de una adecuada Educación Sexual son que todas las personas se conozcan, se acepten, y que vivan su sexualidad con satisfacción. Y mucho mejor si se habla con naturalidad. Haciendo trabajo en equipo con aquellos recursos residenciales o educativos donde puedan estar, haremos una gran labor.

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-Trabajar la autoestima. Deben sentir que se les acepta, pero para ello, primero tienen que quererse y aceptarse ellos mismos. Desde la familia se les puede ayudar, por ejemplo, evitando los míticos apelativos eufemísticos como «eres especial», «eres diferente» o, directamente, «eso no es para ti». De eso ya se dan cuenta de sobra, es importante, tratarles, de nuevo, como los adultos que son (si no es así aún, es tan sencillo como tratarles como a niños o adolescentes de la edad que tengan).

-Ofrecer tiempos y espacios de intimidad. En estas personas, es frecuente la ausencia de espacios y tiempos privados. Muchas veces no se respeta su desnudez, no preguntándoles si quieren que los veamos así, se toca su cuerpo sin su consentimiento por parte de familiares o cuidadores o no se les permite pasar ratos a solas. Todo ello cuando, paradójicamente, al mismo tiempo, se quiere que sepan respetar sus límites, que no se sobrepasen con nadie o que no intenten buscar contactos indeseados. Sólo mostrándoles que respetamos todo esto en ellas y ellos podremos ayudarles a que se gestionen mejor.

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Será precisamente siguiendo este tipo de pautas como aseguraremos una vivencia libre y plena de la sexualidad en estas personas. Ello implica que, por ejemplo, los peligros que más nos asustan, como el abuso sexual, los embarazos no planificados, las infecciones de transmisión sexual o los bajones sentimentales y anímicos, sean mucho menos probables. Sobre todo, escucharlos de tú a tú y no seáis un freno, ellas y ellos también tienen derecho a la sexualidad.

Si quieres contactar con el autor, Aritz Resines Ruiz, o con su colaboradora de esta semana, Miriam Blanco Somiedo, puedes encontrarles en www.xelebreak.com y @miriam_blanco_somiedo, respectivamente.

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