Espacios enuncia un lector que entidades dependientes de instituciones vascas denegaron el espacio para recordar a un guardia civil asesinado. Se intuye tras esta postura el rechazo al cuerpo del que formaba parte. Que en su seno se produjo alguna acción indeseable es sabido: la
justicia así lo estableció e incluso envió a algún alto mando a prisión. Tampoco cabe duda –así se lo reconoció, entre otros, Mario Onaindia– de que el sacrificio de los y las guardias civiles fue decisivo para que todos los vascos pudieran ejercer en paz sus libertades y derechos. Casi al mismo tiempo, una exjefa de ETA ha podido hablar de bienestar en la universidad vasca. El daño que causaron los suyos es igualmente conocido. El único bien que hicieron fue desaparecer, y no lo hicieron de grado. Paradojas de la vida y la memoria.
En mayo, varias organizaciones culturales dependientes de instituciones vascas negaron la cesión de un espacio público para una charla sobre Juan Manuel Piñuel Villalón, agente de la Guardia Civil asesinado en crudelísimo atentado contra la casa cuartel de Villarreal de Álava en 2008. Casi simultáneamente, una exjefa de la misma banda que planeó, ejecutó y celebró aquel execrable crimen ha podido disfrutar de un espacio público, cedido por una institución vasca, para disertar sobre todo aquello que le ha parecido bien. Sin entrar en las razones esgrimidas por unos y otros (todos se remiten a la estricta observancia e interpretación de sus reglamentos), la combinación sincrónica de estos dos hechos demuestra la dramática inversión de valores, principios y oportunidades de las víctimas respecto de sus victimarios, y evidencia hasta qué punto la sociedad vasca, subordinada a sus medios e instituciones con poder de influencia, está debidamente programada, preparada y dispuesta para ahondar en su mayor calamidad mental: olvidarse de aquellos a quienes tanto debemos; sepultar definitivamente a Piñuel bajo los escombros de aquel 14 de mayo. Es, pues, importante transmitir a esa misma sociedad que en la novedad de Piñuel encontramos una alternativa, una razón para creer en la verdad y una sólida esperanza que nos permita seguir sobrecogiéndonos ante una realidad tan brutal, reciente y gigantesca como la que se nos muestra cada día ante la actual casa cuartel de la Guardia Civil de Villarreal de Álava.
Javier Manuel Pernía Casas. Vitoria (Álava)
Cuando cumplieron 80 años, sus hijos les regalaron un crucero por el Mediterráneo. La abuela se negaba al viaje, al abuelo le daba igual. El día del embarque, hijos y nietos fueron a despedirlos, emocionados. La abuela, encorvada, con una maleta de ruedas, vestida de oscuro, con zapatos que le apretaban, acostumbrada a las zapatillas. El abuelo, con su gayata, traje pasado de moda, boina calada a media frente. El buque se alejaba y las manos del adiós ya no las distinguían en la lejanía. Una azafata les propuso ir a cenar. El comedor era un gran salón enmoquetado, mesas de seis personas, al fondo una orquesta interpretando piezas clásicas. La cena se componía de entremeses, gazpacho, pescado en salsa verde, postre, vino y agua, todo muy bien servido. Al poco tiempo, los ancianos empezaron a sentirse mal. Un camarero los acompañó al camarote. El suave vaivén y la cena hicieron su efecto. Poco después, vomitaron al unísono en el pequeño baño. No pudieron disfrutar del crucero porque cada día les pasaba lo mismo, mareo tras mareo. Solo vieron el mar por el ojo de buey del camarote. Demacrados, bajaron del buque acompañados del médico cuando regresaron del viaje. Los familiares, sorprendidos, se hicieron cargo de ellos.
Pilar Valero Capilla. Zaragoza
Solamente alguien que no está en su sano juicio puede lanzar a los cuatro vientos que la justicia social es una aberración. El presidente de la República Argentina, Javier Milei, adolece de una falta total de principios éticos elementales; con su declaración pretende revertir unos valores universales que han servido a lo largo de la historia para que el egoísmo del instinto no se imponga en lo posible a los valores humanos. Es una monstruosidad que la codicia humana se imponga como un valor positivo, dejando de nuevo al salvajismo campar a sus anchas.
Olga Aguilera Sanz. Hoyos. Cáceres
Es difícil ser ecuánime cuando las imágenes del horror tienen como protagonistas a los feos palestinos frente a los judíos que aparecen pulcramente vestidos y aseados, alardeando de vehículos blindados y excavadoras gigantes cuando pasan sobre viviendas e infraestructuras palestinas. Todo esto y mi edad, 73 años, me hace pensar que hay mucho más detrás. No puedo evitar pensar que existe una estrategia, si no perfectamente diseñada sí bien enfocada, para lograr por la vía de los hechos alcanzar el control total de un territorio en el que acoger a los judíos que quieran volver. En este contexto Hamás ha sido el tonto útil. A la vista de lo que sucede tengo la sensación de que a Israel le estorban todos los palestinos, buenos y malos. Curiosamente, en este escenario aparecen figuras que creíamos olvidadas como los colonos, bravos, agresivos y bien armados, que se dedican impunemente a la guerra 'sucia' contra los palestinos. ¿No les recuerda esta situación a lo sucedido en América con las poblaciones indígenas? Tengo la impresión de que Israel logrará la victoria total en la que el sacrificio de los rehenes será un mal necesario, pero conseguirá un gran territorio tipo fortaleza, con sistemas de defensa y seguridad nunca vistos y unas pequeñas reservas tipo zoológico en las que los visitantes podrán contemplar a los miserables indios, en su hábitat original, incluida pobreza, para reforzar el acierto de su actuación. En esta endiablada ecuación hay una incógnita: cómo podrán las autoridades israelíes neutralizar el odio de todos esos niños y niñas de mirada triste cuando alcancen la madurez.
Josema Pérez. Donostia
En mayo siempre hay buenas noticias y celebraciones: gana tu equipo, sube de categoría, celebraciones familiares…, En este mayo que acaba de pasar me he enterado de que mi hermano mayor se ordena sacerdote. ¡Qué alegría más grande para mi familia y para todos al ser un don para el mundo! Un amigo escribió sobre los sacerdotes que había conocido: «Todos estos curas se levantaban temprano, alentaban a cientos de personas, carecían de ambiciones terrenas, amaban a los enemigos de la Iglesia, rezaban mucho y transmitían paz. Con ellos he aprendido las lecciones más importantes. Son cincuenta o mil. No sé. Pero son mis curas buenos. Búscalos arrodillados en penumbra ante Jesús en el primer banco de una iglesia cerrada. Que estarán rezando por ti y por los tuyos. Esperándote siempre como me esperaron siempre». Así son todos los que conozco yo también. Así será mi hermano... Seguro. ¡Muchas felicidades!
Ernesto López-Barajas González. Valladolid
LA CARTA DE LA SEMANA
Mayo es el mes de las flores. Viene del nombre romano Maia, diosa de la fertilidad, la primavera, la prosperidad y la salud. Representa el triunfo de la vida. En mayo florecen alegrías, hortensias, geranios y petunias. Como canta el refranero: «marzo ventoso y abril lluvioso sacan a mayo florido y hermoso». Mayo pinta de colores los paisajes que por nuestras retinas nos alegran el alma. Por desgracia, hay quienes sufren un tiempo estéril y desgraciado. Dos familiares de un gran amigo han muerto en carretera, a una bellísima persona a la que aprecio le han diagnosticado cáncer terminal y una conocida de mi gran amor no ha salido de quirófano. Transitamos por las estaciones al compás de la vida y de la muerte, sin saber cuándo la segunda bajará las temperaturas hasta helarnos el corazón. Vivan por ello nutriendo de amor a las personas que los rodean y sembrando belleza en sus entornos. Sean alegres y amables. Cuando sus pétalos se marchiten, otros sonreirán pensando «ese tipo —o esa tipa— era el mes de mayo».
Alejandro Sáenz Muriel. Igeldo (Guipúzcoa)
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