Viernes, 24 de Mayo 2024, 10:15h
Tiempo de lectura: 4 min
Llama nuestra atención un lector sobre la importancia de los detalles, a partir del recuerdo de alguien que era capaz de apreciarlos. Nos propone la carta premiada una mirada distinta a la relación de pareja, como una sucesión de estados diversos, incluso contrapuestos, que desemboca, si se da bien la cosa, en una complicidad hasta en los matices más imperceptibles. Vivimos tiempos en los que la narración está sobrecargada de pormenores, casi todos ellos convenientemente digitalizados, distribuidos, almacenados y rentabilizados. La velocidad necesaria para procesar tanta menudencia ha mermado nuestra aptitud para captar los auténticos detalles: aquellos que en medio del flujo de nimiedades portan un mensaje que de veras nos concierne. Solo hay un modo de preservarlos: recobrar el detenimiento.
LAS CARTAS DE LOS LECTORES
García
García recogió sus cosas tras cuarenta años en la oficina. Se despidió de forma casi marcial, como era él, y me cedió el puesto. Me dejó solo un lápiz menguado sobre su mesa. Lo decía todo de él. No puede entenderse a una persona como García sin aquel lápiz. Un trocito de madera con corazón de grafito. Corregible y eterno. Y donde hubo lápiz, hubo siempre una goma. De esas blancas que olían a nata y servían para enmendar un error sin dejar borrones. De las que morían redondeadas. García fue contable de manguitos y puntilloso en las cuentas. Un niño sin niñez que creció en tiempos en los que aún no se habían inventado las elecciones, cuando las tablas de multiplicar se cantaban y el menú era incierto. García fue becario sin vacaciones y hábil doblador de esquinas. Apreciaba los detalles; cada detalle era una pepita de oro. Lo guardaré siempre. García pensaba con un lápiz y firmaba con tinta. Me recuerda a alguien bajito que nunca fue pequeño.
Luis Bañeres. Bilbao
El verdadero problema de España
A los españoles les preocupa si habrá estabilidad económica y política y si no habrá más problemas nacionalistas como los ya vividos en Cataluña o País Vasco. Pero otro es el verdadero problema no solo de España, sino de todo el Primer Mundo de cara al futuro: la baja natalidad. En España ha caído a más de la mitad en menos de 50 años. En 1976, una española tenía, de media, 2,65 hijos; en 2021, 1,19. En el resto de Europa: similares datos. Si esto no cambia, la población española y europea se reduciría a la mitad y la cantidad de personas jubiladas sería mucho mayor que la de personas en edad laboral.
Javier Félix Méndez. Sevilla
¿Qué creer?
Todo es más fácil si el de aquí es fiable y el de fuera, un peligro; si toda mujer dice la verdad al señalar al maltratador; si la izquierda velara por los de abajo y la derecha por los de arriba; si todos los niños fuesen ángeles y todos los guapos, buenos. En los setenta, un asesino en serie 'guapo' consumó decenas de crímenes aprovechando su apariencia física. Al elegir pareja, amigo o partido, lo hacemos más por lo que vemos, negándonos a ver lo que son, pues nos desasosiega que no se correspondan con lo que vemos. Se cita en esto como autoridad a Marx, Groucho, y aquella pregunta que hacía: «¿Qué va usted a creer: lo que yo le digo o lo que ven sus ojos?». Y nos quedamos tranquilos creyendo lo que ven nuestros ojos. Sin admitir ni la duda. Ese político serio hasta la tristeza que promete salvarnos, ese tan guapo que asegura tener corazón resultan creíbles porque queremos creer. Solo algunos ven, detrás, la realidad oculta, la inesperada que a la mayoría sorprende una vez y otra, o nunca porque pronto se la vuelve a negar. Cuánta necesidad de que alguien nos cuente qué ve. Sea filósofo, periodista, policía o juez, o novelista.
Teresa Rivera. Urduliz (Bizkaia)
LA CARTA DE LA SEMANA
LA CLAVE
Más de diez mil días los contemplan desde que iniciaron juntos el viaje por ese complejo sistema de ecuaciones que llaman vida en pareja. Una odisea en la que a los momentos volcán sucedían periodos glaciación. Hubo días oasis y también días desierto. Calma chicha y marejada. La ilusión Big Bang se cuarteó mil veces, y otras tantas se restauró. Sus ojos, hoy, hablan sin mediar palabra. Sus gestos, un código indescifrable al ajeno. Se quieren, se respetan y se muestran mutua admiración. ¿Ha sido… tan solo amor? No solo. La clave, aceptar, con resolución, que durante el periplo alrededor del sol aquellas ecuaciones que no tenían solución no eran problemas, sino peajes que el camino en común exige como tributo.
F. Javier Santos. Porto do Son (A Coruña)
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