En un mundo dominado por el interés y la conveniencia, frecuentes engendradores de aprensiones de toda índole, llama la atención que alguien demuestre valentía, y lo haga además acerca de la propia posibilidad de ser valiente en según qué casos y circunstancias, frente a las cómodas inercias mentales que otros echaron a rodar. Pide la paciente de cáncer autora de una de nuestras cartas que no se la tenga por valiente, ni se le adjudique a todas horas ese título, por simplemente soportar lo que se le ofrece para sobrevivir. Que se la acoja en sus desfallecimientos, que se sustituyan los vacuos elogios de su coraje por el afecto consistente y sencillo que de veras nos sostiene. Es valiente reconocer el propio miedo, cuando cuesta menos dejarse mecer por el halago; despertar conciencias, en lugar de adormecerlas.
LAS CARTAS DE LOS LECTORES
No me llames valiente
Tengo cáncer y, sí, siento miedo, angustia y frustración. No me llames valiente, porque no lo soy. Simplemente lidio, como puedo, con el tratamiento y las cirugías, porque este es el único modo de curarme y no tengo otra opción. Trato de no quejarme demasiado y de sonreír cuando puedo, igual que lo harías tú. Porque no hay un plan B. No me digas que soy un ejemplo. Aunque sé que tratas de halagarme, en estos momentos eso añade una piedra más a mi cargada mochila, ya que me siento obligada a actuar de modo ejemplar y no derrumbarme. Simplemente acompáñame en este duro camino. Sé que a veces no sabes qué decir, que te impresiona verme así y que piensas que molestas si me preguntas cómo estoy. No desaparezcas, por favor, ni olvides que muchas veces no hay que decir nada y que un gesto de cariño no molesta jamás. Simplemente recuérdame que estás ahí, ofréceme tu ayuda o envíame un beso. Hazme reír cuando puedas y ofréceme tu hombro cuando necesite llorar. No dejes de recordarme que me quieres y que, a pesar de todas las cicatrices que esta enfermedad y sus tratamientos dejarán en mí, seguiré siendo la misma o incluso una mejor versión. No contrarrestes mis emociones ni le quites importancia a mi angustia cuando esta aceche. Simplemente respeta mis silencios y, aunque no me puedas quitar la pena ni el miedo, hazme sentir que estás a mi lado para ayudarme a gestionarlo. No me llames valiente, porque no lo soy. Solo recuérdame, cuando veas que me caigo y que se rompe la esperanza, cuánto amo la vida, que quiero vivir y que el único modo de conseguirlo es pasando por esto.
Paloma Pérez Miguel. Navarra
Pasarelas de moda
En mayo, las parroquias se vuelven verdaderas pasarelas de moda, y el mercado de las nuevas tecnologías hace su agosto. En una sociedad cada vez más secularizada, y con un descenso acusado de la natalidad, las cifras de primeras comuniones se mantienen en alza, pero, sin ser catastrofistas, quizá sean para algunos de esos niños/niñas también las últimas. Preocupa a sacerdotes y catequistas lograr que la primera comunión se viva como un momento importante de un proceso de fe y no como un acto social. Algunas familias llegan a gastar hasta miles de euros en la celebración y se reparten entre los invitados listas de regalos como las de boda, pero hay quienes se niegan a plegarse a los caprichos tecnológicos (tabletas, móviles y videojuegos son los objetos más deseados por los pequeños). Pese a que los padres se implican bastante en las cuestiones organizativas de la celebración, hay un gran desinterés por la vivencia de la fe. Y se transmite a veces a los hijos, que van obligados a catequesis o con mala actitud. Muchas primeras comuniones se han convertido en fiestas familiares donde lo que menos importa es Jesús de Nazaret.
Alberto Álvarez Pérez. Sevilla
Coto a la obesidad infantil
La brecha económica entre ricos y pobres tiene su correlato en el hábito alimentario. Las profundas desigualdades socioeconómicas pasan factura a la salud de los menores vulnerables. Estadísticamente, los niños más desfavorecidos realizan menos actividades extraescolares de ocio con tendencia a llevar una vida sedentaria con prolongada exposición a la televisión y entretenimiento con videojuegos, tablets, consolas, móviles. Sedentes, contemplan un incesante bombardeo de anuncios de alimentos y bebidas azucaradas insanas. Se los incita al consumo de bollería industrial y ultraprocesados, en riesgosa publicidad obesogénica, que se traduce en tasas de sobrepeso y obesidad infantil. Esta problemática puede llegar a adquirir cotas de auténtica pandemia con patologías crónicas e incluso muertes prematuras. Proteger a los menores constituye un compromiso social y político apremiante.
José M.ª Torras Coll. Sabadell
LA CARTA DE LA SEMANA
¿PINTURA O ESCULTURA?
Me da la impresión de que vamos perdiendo la madurez que deberíamos tener tras tantos años de estudio sobre nuestro pasado y de desarrollo científico. Parece que la sociedad no tiene muy claro qué quiere ser de mayor. Conocemos nuestras capacidades, limitaciones y posibilidades; solo nos hace falta saber aprovecharlas para de una vez llegar a una convivencia más justa. Leyendo al divulgador Alain de Botton, entiendo la diferencia entre un cuadro y una escultura. Una pintura es una creación a partir de un lienzo vacío: de la nada debemos plasmar en él todo cuanto queremos ver. En una escultura, en cambio, todo está dentro de un bloque de piedra: hay que quitar cuanto sobre en la figura que deseamos crear. Nuestra sociedad no es un lienzo vacío, sino un bloque sin terminar de esculpir, con un gran potencial dentro para ser una obra comprensible desde todas las perspectivas; solo hay que hacer un esfuerzo entre todos para que el resultado sea el adecuado desde todos los ángulos.
Tomás López Agustín. Correo electrónico
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