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Vecinos y policía atienden a un vecino el día de la tragedia. EfE
Los seis bomberos que entraron al edificio, a punto de morir: «Se despidieron por la emisora»

Tragedia en Valencia

Los seis bomberos que entraron al edificio, a punto de morir: «Se despidieron por la emisora»

Buscaban a los vecinos que no habían podido salir de sus casas, entre ellos, a Marta y Ramón, el matrimonio que se refugió en un baño con sus hijos. Pero las dimensiones del fuego, las llamas y las altas temperaturas les hicieron darse la vuelta: la finca se convirtió en una ratonera

Sábado, 24 de febrero 2024

El incendio en el edificio de viviendas del barrio valenciano de Campanar fue pavoroso en el más amplio sentido. Lo que empezó siendo un pequeño fuego en un balcón ha acabado siendo una tragedia de gran magnitud e impacto internacional. En Londres, por ejemplo, el periódico 'The Guardian' lo ha llevado a su portada al recordarles la tragedia de la torre Grenfell.

A todos ha sorprendido como las llamas pudieron devorar en tan poco tiempo y de manera tan devastadora dos edificios modernos de 14 y 10 plantas. A las 17.15 horas se recibió el primer aviso. A las 18.15 horas, los servicios de emergencia que se habían adentrado en el inmueble salieron en estampida ante el descontrol del fuego. Varios bomberos resultaron heridos, algunos con quemaduras severas, aunque ya solo quedan dos ingresados.

Estos profesionales siguen todavía preguntándose qué pudo pasar para que lo que era una intervención relativamente sencilla acabara en semejante catástrofe: las 138 viviendas han quedado calcinadas hasta el esqueleto y hay diez víctimas, entre ellas, un matrimonio con sus dos hijos.

«Nunca he visto nada igual ni lo veré en 30 o 40 años afortunadamente», cuenta uno de ellos, Fede Baviera, a los medios de comunicación valencianos. Él estaba librando, pero acudió como voluntario al ver las noticias. «Llegué a las 18:30 de la tarde y estuve hasta las 5:00 de la mañana», asegura. Y lo que se encontró era peor que lo que se imaginaba. Sigue conmocionado.

En busca de Marta y Ramón

Y no es para menos, las primeras dotaciones que acudieron al edificio siniestrado tras recibir una llamada de ayuda del primer camión que llegó acabaron despidiéndose de sus compañeros dando por hecho de que se morían dentro de la finca. Fueron momentos angustiosos.

Subieron hasta la octava planta para intentar rescatar a los vecinos o ayudarles a ponerse a salvo. Pero alcanzada esta altura recibieron orden inmediata de los mandos de que pararan y trataran de ponerse a salvo ellos primero. La prioridad eran que saliesen ya del inmueble porque el fuego estaba fuera de todo control.

No se dieron la vuelta a la primera. Estaban buscando a Marta y Ramón, el matrimonio que se había refugiado en el baño con sus hijos. Y desoyeron varias veces las peticiones de los mandos de que lo dejaran. Hasta que ya no pudieron más y se percataron de que la situación era insostenible: no había posibilidades.

800 grados en el interior

Con el humo negro impidiendo la respiración y dificultando ver por dónde iban, el fuego entrando por los balcones de los pisos y saliendo por las puertas, las explosiones de los cristales y el calor (se llegaron a alcanzar los 800 grados), les invadió la angustia. A ellos, unos profesionales acostumbrados al riesgo.

No encontraban la manera de salir de aquella ratonera. Era imposible bajar al portal. Y subir a la terraza tampoco pintaba bien porque las llamas ya estaban allí. «Llegaron a despedirse por la emisora de sus compañeros», cuenta un familiar de los afectados. También pidieron a quienes les oían que les trasladasen el mensaje a sus allegados. Hasta que consiguieron romper el portón de una vivienda y llegar hasta el balcón.

Ya en él, consiguieron respirar algo aliviados y que les alcanzaran una escala para descolgarse. Uno de ellos prefirió lanzarse sobre una colchoneta desplegada en la acera por sus compañeros. Cualquier cosa antes de rendirse. «Era el infierno en la tierra», insiste Baviera, aún impactado por todo lo sucedido pero también por la solidaridad y el cariño de la gente.

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