Ruta para saborear Barrika: pescado clásico, mariscada popular, cañeo golfo y cena fusión

Venga, si, parece que por fin llega. El esquivo verano del Cantábrico ya está aquí y con él la ansiada temporada de baño en las playas. Algunas de las más bellas de la costa vizcaína están en el municipio de Barrika. Tanto si se decanta por Meñakoz, Barrika, Muriola o alguna de las calitas que salpican sus acantilados, ahí va un puñado de pistas para reponer fuerzas después de hacer hambre junto al mar.

Al lado del frontón, es punto de encuentro entre los vecinos a la hora del aperitivo o al caer la tarde. Es a esa hora cuando más se esmeran con el repertorio de pintxos, entre los que cabe encontrar champis al ajillo con queso de cabra, banderillas de langostinos o pulpo con cebolleta y pimiento, bacalao en aceite... Todos hechos con cierto mimo, como la cartita de picoteo o el menú que sirven al mediodía. Su terraza quizá no tenga vistas al mar, pero es un rincón agradable para encontrarse con la gente del pueblo.

Una de las referencias ineludibles de la costa vizcaína para comer pescados y mariscos. Al neofito quizá le parezca que el restorán está un poco pasado de moda, será porque no sabe que casas como el Itxas Gane están por encima de tendencias. ¿El baño le ha dado ganas de zamparse un rodaballo, un rape o una lubina salvaje? Este es el lugar. Ofrece terraza interior y exterior, y unas vistas al Cantábrico que valen un potosí. Por cierto, tiene fama de alimentar con frecuencia a celebridades locales, así que agudicen la vista para curiosear quien se sienta en la mesa de al lado.

Marisquería a granel ideal para darse un homenaje marinero con la cuadrilla. El Ipar Itxaso es en realidad un híbrido entre pescadería y casa de comidas, donde el público elige el género en el mostrador, lo paga a peso y espera a que se lo cocinen en un comedor con vistas. El autoservicio tipo cervecera puede ser un incordio para algunos, pero se compensa con unos precios competitivos. En la cocina, fuego o agua a gusto del cliente y que se luzca el producto. Las campas que rodean el caserón suman puntos.

Un clásico del tardeo playero en la costa vizcaína cuando todavía no le llamábamos tardeo. Hace ya más de tres décadas que desplegó por primera vez su concurrida terraza con vistas al mar y sigue siendo 'the place to be' para la chavalería cuando llega el momento de tomar unas cañas tras una larga jornada de playa. Puestas de sol, música en directo y un papeo sin complicaciones -nachos, pizzas, fritos, bocatas o hamburguesas- para empapar la penúltima ronda.

Mucho antes de que la cocina fusión se convirtiera en un cliché de la hostelería más impersonal, en este chalecito de Barrika ya se servía una audaz mezcla de referencias de la cocina oriental, latina y vasca. En la carta del Milagros caben uramakis de foie y angula, tataki de solomillo de ternera con mostaza japo, rodaballo a la brasa con pilpil de ají amarillo o unas deliciosas guiozas de manita de cerdo. Pero su propuesta va por libre, no sigue modas sino que las dicta, y rezuma autenticidad. Un encantador jardín y una tentadora carta de coctelería añaden alicientes a una velada veraniega perfecta.

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