Rahm quiere ganar su segundo Grande en el templo del golf

El de Barrika lleva varios años consolidado entre los mejores del planeta y accedió al olimpo de este deporte en 2021 con su victoria en el Abierto de Estados Unidos en su campo talismán de Torrey Pines, en California. Ahora quiere dar un paso más y sumar en el Masters su segundo 'Major' en un escenario incomparable que da acceso directo a la inmortalidad.

El vizcaíno llega a este bello rincón de Georgia con la confianza y la tranquilidad que conceden los deberes bien hechos en los meses precedentes, con tres victorias de prestigio en el PGA Tour en Hawái, en el American Express y en el Genesis Invitational de Los Ángeles y con notables resultados en el resto de torneos. En The Players tuvo que abandonar por un virus estomacal y sólo en el Mundial Match Play se vio a un Rahm alejado de las excelentes prestaciones que han definido un primer tercio de 2023 para enmarcar.

Pero, además del color más o menos favorable de las tarjetas, el golf es una disciplina de sensaciones, de notar el 'feeling' entre el jugador, el palo y la bola de manera continuada. El desafío en el Masters es mayúsculo porque hay que ganar a los más grandes. Y el sueño se desvanecerá pronto sin esa necesaria y tan personal percepción.

Parece ya muy lejano, pero el partido que Rahm compartió con Tiger Woods en la última jornada de la pasada edición de Augusta fue un excelente aprendizaje para él en ese sentido. Tiempo después de recorrer aquellos 18 hoyos con el californiano en un encuentro con un seguimiento multitudinario aunque ambos estaban muy alejados de la cabeza, el de Barrika reconoció que le había servido para darse cuenta de que quizás se había obsesionado con los apartados técnicos de su juego y necesitaba volver a poner en valor las sensaciones, ser él mismo en el campo. «He recuperado mi esencia», declararía después.

Con la identidad recobrada empezó a dejar atrás los momentos complicados y agridulces y a cimentar un golf con mayúsculas que cogió forma en agosto y que alcanzó su máxima expresión en el Open de España y en Dubái. Más tarde llegaría el deslumbrante inicio de año que le llevó en febrero incluso a recuperar el cetro mundial que había cedido once meses antes –después se lo arrebataría de nuevo Scottie Scheffler–.

Convencimiento

Es ese Rahm talentoso y consistente a partes iguales el que se ha presentado en el Masters para intentar el más difícil todavía. Más allá de la tensión que conlleva cualquier competición de alto nivel, su actitud en vísperas de golpear la primera bola proyecta sosiego y también convencimiento pleno en lo que hace y lo que tiene que hacer para tocar el cielo sureño. Él mismo ha reconocido en el centro de prensa de Augusta que «nadie tiene la receta» ideal para levantar el trofeo el domingo porque hay numerosos condicionantes que pueden inclinar la balanza en un sentido o en otro. Pero es evidente que con ingredientes de calidad el reto es más factible.

En un recorrido tan exigente como el del Masters, los cimientos de la gloria hay que construirlos desde el primer día. Jon Rahm se acercará este jueves al emblemático tee del 1 en torno a las cinco menos veinte de la tarde (seis horas menos en Georgia). Minutos después iniciará su séptima aventura en el primer 'Major' del curso en compañía de los estadounidenses Justin Thomas y Cameron Young. Olazabal saldrá más tarde que el vizcaíno. Sergio García precederá a ambos.