![El golf clásico y el saudí, juntos y revueltos en Augusta](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/04/04/dep-golf-clasico-saudi-ksND-U1901072085464zj-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Cuando el pasado año empezaron a escucharse los primeros cantos de sirena del que se llamó golf de los petrodólares, un vendaval como nunca se había conocido azotó y amenazó con quebrar los pilares de los circuitos clásicos de un deporte que siempre ha bebido ... de las tradiciones. Amparados en cheques en blanco procedentes del por el momento inagotable dinero saudí -y también anchos para dar cabida al mayor número de ceros posibles-, sus responsables empezaron a tentar y plantear ofertas astronómicas a profesionales en el tercio final de sus carreras -por ejemplo, Phil Mickelson y el castellonense Sergio García- y a jóvenes promesas llamadas a sustituirles a medio y largo plazo -como el madrileño de 22 años Eugenio López-Chacarra-.
100 o 150 millones de eurosen cinco años cobrarán sus jugadores más rutilantes.
Las estrellas: El exnúmero uno Dustin Johnson y Cameron Smith, ganador del British, son sus principales fichajes.
Esta estrategia inicial de tanteo generó cierto alivio entre los defensores de los torneos tradicionales del PGA Tour y de las citas europeas porque parecía que las grandes estrellas eran intocables, que estaban en otra dimensión. Pero esa tranquilidad duró muy poco. Primero con un lento goteo y después con la fuente ya con cierta presión, las denominadas LIV series tomaron forma y añadieron a sus torneos nombres tan relevantes como el del exnúmero uno del mundo Dustin Johnson y como el del australiano Cameron Smith, ganador del último Open Británico en St. Andrews. Sus contratos no han trascendido, pero se habla de entre 100 y 150 millones de euros por cinco años. Son cifras de vértigo en un deporte ya de por sí muy bien pagado en la élite.
3 son sus máximos exponentes: Scottie Scheffler, Rory McIlroy y Jon Rahm.
Concepto: El PGA Tour expulsó a los 'díscolos' en cuanto se jugó el primer torneo con dinero saudí en Londres.
Desde hace años los millones de Oriente han fluido a Occidente a través de diferentes disciplinas con compra de clubes, patrocinios de equipos, bautizos de estadios, introducción de nuevas pruebas en el calendario y nacionalizaciones express a cambio de dinero. Y es también el dinero -montañas de dinero- el que está detrás del circuito saudí. El proyecto golfístico de los petrodólares lleva impreso el rostro de Norman, el 'Gran Tiburón Blanco'. Pero el que rubrica los cheques y autoriza las transferencias es el príncipe saudí Mohamed bin Salman, comprador del Newcastle y a quien se le atribuye una fortuna que estaría por encima de los 350.000 millones de euros.
El trasvase de jugadores aumentó progresivamente y, además de los cuatro mencionados, compiten en el LIV Golf, entre otros, Brooks Koepka, Bryson DeChambeau, Bubba Watson, Kevin Na, Jason Krokak, Charles Howell III, Patrick Reed, Lee Westwood, Ian Poulter, Paul Casey, Abraham Ancer, Carlos Ortiz, Louis Oosthuizen, Mito Pereira, Joaquin Niemann, Anirban Lahiri, Bernd Wiesberger, David Puig... La puesta de largo de la liga paralela se celebró en junio y tuvo como escenario el Centurion Club de Londres. La respuesta del PGA Tour fue inmediata: quienes disputen la competición saudí que se olviden de sus torneos. El anunciado cisma era ya una realidad.
Fueron semanas de máxima incertidumbre en las que volaron las dagas dialécticas de un circuito a otro, con Rory McIlroy como defensor a ultranza del golf clásico. La pregunta surgió casi de inmediato. ¿Los 'Majors' vetarían a los golfistas contratados con dinero saudí? Los dirigentes del Masters la respondieron en diciembre: «Lamentablemente, acontecimientos recientes han dividido el golf profesional masculino al disminuir las virtudes del juego y el significativo legado de aquellos que lo construyeron. Aunque estamos decepcionados por estos sucesos, nuestro objetivo es honrar la tradición de reunir una lista de golfistas preeminentes en abril. Por lo tanto, invitaremos a aquellos elegibles según nuestros criterios actuales para competir en el Masters de 2023. Hemos llegado a un punto crucial en la historia de nuestro deporte. En Augusta National tenemos fe en que el golf, que ha superado muchos retos a lo largo de los años, perdurará de nuevo».
Conclusión: los jugadores del LIV no pueden levantar un trofeo del PGA Tour pero sí enfundarse la chaqueta verde. Y, aunque nadie quiere airearlo públicamente, el primer Grande del curso se va a utilizar de termómetro para saber dónde está un golf y el otro después de nueve meses de vidas paralelas. Scottie Scheffler, Rory McIlroy y Jon Rahm -números uno, dos y tres del mundo, respectivamente- son ahora mismo los máximos exponentes del circuito norteamericano, el más importante con diferencia. Es difícil determinar quiénes serían sus 'alter ego' en la competición saudí, pero a priori los que suenan como principales contrincantes serían Johnson, Smith, Koepka y DeChambeau, sin olvidar al chileno Niemann.
Hay que interpretar que la monarquía saudí no ha realizado una inversión multimillonaria en fichajes a fondo perdido, sino que su objetivo es sacarle el mayor rendimiento posible. Las audiencias en EE UU son muy discretas. El formato, tres días de juego individual y por equipos sin establecer un corte, no parece haber seducido a los aficionados. Pero prácticamente es un recién nacido.
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