Real Madrid 1-1 Athletic

Una decepción de sobra conocida

Sin Europa ·

Aunque la victoria no hubiera servido de nada, el Athletic acabó la Liga con el disgusto de desperdiciar una magnífica ocasión de ganar en el Bernabéu

Domingo, 4 de junio 2023

Las posibilidades europeas del Athletic eran muy escasas, el milagro no se produjo y los rojiblancos volvieron a quedarse fuera de Europa por sexta temporada consecutiva, la peor racha en la historia del club. Esta decepción ya estaba más o menos asumida, metabolizada a la ... fuerza en un último mes, pero aún así se hizo dura la nueva experiencia en el Santiago Bernabéu. El equipo de Valverde, que se adelantó al comienzo de la segunda parte por mediación de Sancet, desperdició una oportunidad excepcional de ganar en el coliseo merengue, donde no lo hace desde hace 18 años. Su desesperante capacidad para fallar ocasiones –este domingo incluso un penalti que Courtois paró a Vesga– volvió a ser letal. Como lo fue en buena medida el arbitraje de Díaz de Mera, que permitió a los de Ancelotti empatar con un penalti de chichinabo en el minuto 72 y no expulsó a Carvajal por una patada alevosa que lesionó a Berchiche.

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Real Madrid

Courtois, Carvajal, Militao, Nacho, Rüdiger, Camavinga (Asensio, 57') (Lucas Vázque, 91'), Ceballos (Tchouaméni, 57'), Kroos, Rodrygo, Benzema (Modric, 73') y Vinicius

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Athletic

Simón, De Marcos, Vivian, Paredes Yuri, Vesga (Vencedor, m.66), Herrera (Zarraga, m.63) Williams, Sancet (Muniain, m.76), Nico (Berenguer, m.63) y Guruzeta (Raúl García, m.76).

  • Goles: 0-1, Sancet (48'); 1-1, Benzema, de penalti (71')

  • Árbitro Díaz de Mera (castellano-manchego). TA: Ceballos (54'), Carvajal (84') / Sancet (56'), Yuri (70')

Es cierto que la victoria no hubiera servido de nada por que Osasuna hizo los deberes en El Sadar contra el Girona. Tampoco hubiera cambiado nada el balance de la temporada el hecho de ganar a un Real Madrid que sesteó de mala manera, hasta el punto de ganarse algunos pitos de la grada por su indolencia. La de algunos bordeó la dejación. En su despedida, lo único que hizo Benzema fue marcar el penalti del empate antes de abandonar el campo en medio de una gran ovación. Y Vinicius, que volvía después de su sanción y de sus homenajes, firmó dos únicas jugadas de mérito, una en cada tiempo. Por lo demás sólo se le vio hacia el tonto en algunas simulaciones.

En esta situación, la victoria fue perfectamente factible para un Athletic que no podía por menos que aprovechar las facilidades del conjunto blanco. El 0-2 lo tuvo en sus botas en dos ocasiones Iñaki Williams, pero en la primera dio un pase lamentable y en la segunda disparó al muñeco (uno muy grande como es Courtois). Y el 1-2 lo tuvo dos veces Berenguer, que salió pasada la hora en lugar de un Nico Williams de nuevo intrascendente; algo que también puede decirse de Herrera, un futbolista fuera de forma, sin ritmo, cuya entrada en el once fue una sorpresa. Y un misterio.

A Valverde se lo llevaban los demonios al final del partido. Natural. Ganar en el Bernabéu siempre es una satisfacción y la despedida hubiera tenido un poco más de lustre. El empate ante un Real Madrid bostezante y veraniego, sin embargo, terminó siendo el crudo colofón del terrible final de temporada de los rojiblancos, el segundo peor de su historia contabilizando los ochos últimos partidos de Liga: 5 puntos de 24. El derrumbe ha sido descorazonador, sobre todo pensando en que esta fragilidad en el último tramo del campeonato, repetida en el último lustro, era una de las grandes debilidades que el Athletic de Valverde debía corregir esta temporada. Y no sólo no la ha corregido sino que la ha agravado. En realidad, el equipo no ha tenido ninguna corrección en este ejercicio, más bien al contrario. Ha vuelto a ser octavo, sí, pero con menos puntos, más derrotas (sobre todo en San Mamés), menos competitividad ante los grandes y una plantilla más vieja.

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Tal y como se desarrolló, al acabar el partido fue inevitable que muchos aficionados del Athletic coincidieran en una sospecha desagradable: la de que si este domingo su equipo no ganó en el Bernabéu es que no va a ganar nunca. Eso es exagerado, sin duda, pero entendible. Lo cierto es que no va a ser fácil que el Athletic se encuentre a un Real Madrid como el de este domingo, más destensado y con menos ideas. De hecho, desde el principio jugó al paso y la única jugada que hacía, aparte de las que podía firmar por su cuenta Rodrigo, el más activo de todos, consistía en que Kroos abriese a la banda a Carvajal. Nada más. A Ancelotti la cosa no debía preocuparle mucho. De hecho, alineó a Rudiger de lateral izquierdo.

Penalti fallado

El Madrid quería ganar sin despeinarse, al trote. Ya ha fulminado al Athletic de esa manera en otras ocasiones y debió pensar que, tal y como estaban los rojiblancos, podrían volver a hacerlo una vez más. Pero se pasaron de optimistas. El Athletic quiso jugar sus últimas bazas y al menos acabar con dignidad y trabajó a conciencia para ello. En el minuto 9, pudo adelantarse tras uno de esos penaltis –unos manos de Kroos cuando saltaba de espaldas al balón en una posición natural– que los árbitros pitan ahora y sólo lo entienden ellos. Desde luego nadie que haya jugado alguna vez al fútbol aunque sea un rato en el colegio durante el recreo. La jugada fue el preámbulo de una primera parte abierta y sin mucha chicha en la que se produjo una curiosa paradoja: hubo pocas ocasiones, pero las pocas que hubo en cada portería convirtieron a Courtois y Unai Simón en los mejores de sus equipos.

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Una sobrada de Ceballos, que era otro de los madridistas que este domingo parecía jugar con gafas de sol, chancletas y un sombrerito de paja de Ron Barceló, permitió un buen robo de De Marcos y el 0-1 de Sancet al segundo intento. Enseguida llegaron las noticias de El Sadar que rebajaron la emoción y enfriaron casi del todo las esperanzas del milagro europeo, pero quedó el interés de la victoria, a modo de leve consuelo. Y ni eso fue posible. Las razones ya se han explicado al comienzo de esta crónica. No hace falta repetirlas. Son las mismas de siempre: las de este domingo, las de hoy y, lo que es peor, las de mañana.

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