Un mazazo en el descuento

Sin embargo, así es el fútbol. Cuando San Mamés rugía animando a los suyos, cuando todavía vibraba con una gran jugada hasta la cocina de Unai Gómez, un error grueso echó al traste todo el trabajo de los rojiblancos, no muy fino, es cierto, pero intenso, estajanovista, afanoso a más no poder. Lekue, que ya había cometido otra pifia en los primeros minutos junto a Yeray que estuvo a punto de suponer el 0-1, volvió a equivocarse gravemente. En este caso, en un quite con Sorloth, portando, además, el brazalete de capitán. Tenía toda la ventaja, pero se dejó quitar el balón y provocó la jugada que terminaría con Correa driblando a Agirrezabala y empujando a la red. En fin, que si el lateral bilbaíno, al que Valverde prefirió por encima de De Marcos y Gorosabel, está normalmente en entredicho, ahora lo va a estar todavía más.

Nada le salió al Athletic en una tarde que se fue oscureciendo a medida que se acercaba la hora del combate. A las seis, una fuerte tormenta descargó sobre San Mamés. Es cierto que en la nueva Catedral llueve con estrecheces, de forma parcial, básicamente en el círculo central, nada que ver con los viejos tiempos, pero aún así en el campo se fue creando un escenario sombrío que remitía a una épica antigua, a un duelo por todo lo alto. Quien más quien menos recordó los dos grandes partidos de la pasada temporada contra los colchoneros, dos auténticas tormentas eléctricas del equipo de Valverde. Sin embargo, pronto se comprobó que esta vez iba a ser distinto y tampoco era cuestión de extrañarse demasiado. No estamos a mediados de diciembre o de febrero. Esta vez todavía fue agosto y bien que se notó desde el principio.

Toda la primera parte fue un aburrido rumia que te rumia de los dos equipos, con el Athletic dominando la posesión. Con decir que ninguno de los dos equipos disparó entre los tres palos en los primeros 45 minutos está todo dicho. A lo máximo que llegaron fue a dos derechazos desde fuera del área de Berchiche en el minuto 37 y Gallaguer en el 41, éste más peligroso. Agirrezabala y Musso, que sustituyó a un Oblak indispuesto, no tuvieron ni que intervenir. Viendo la propuesta de los dos equipos estaba claro que el Atlético se estaba saliendo con la suya. Su idea era que no pasara nada; desde luego un plan muy pobre para un club que se ha gastado 200 millones en fichajes y quiere brillar en la Liga y en Europa. Pero ya se sabe que Simeone no tiene complejos ni pudores. Si hay que defender con un 5-4-1, pues se defiende y a ver si arriba pescamos algo. Y si en en el descuento, pues gloria bendita.

Al Athletic, que anda todavía muy justo de chispa, se le atragantó ese Atlético encerrado. Le faltó velocidad en la circulación y, desde luego, mayor precisión. Valverde confió como titulares en Herrera y Prados, quizá recordando el fenomenal partido que hicieron en San Mamés contra el Atlético en la pasada Liga. De hecho, nunca volvieron a mezclar tan bien como entonces. Ahora, en cambio, no encontraron espacios, aunque tampoco sus compañeros les ayudaron demasiado. Alguna maniobra de Iñaki Williams, otra de Nico, bien tapado por Llorente, otra de Sancet, que se ganó una amarilla tonta por protestar... Y nada de Guruzeta, al que ni se le vio. De hecho, ni siquiera consiguió estar donde se le necesitaba, en el sitio correcto, como tantas veces hizo la pasada temporada, en un par de centros peligrosos desde el borde del área.

La segunda parte comenzó con una gran jugada del Athletic que terminó en un gol anulado por fuera de juego a Nico Williams. A partir de esa acción, el Atlético espabiló y empezó a ir arriba buscando a Griezmann. El partido se animó con una marea de ida y vuelta, pero los cambios de Valverde dando entrada a Djaló, Vesga y Jauregizar mejoraron a los rojiblancos, que volvieron a tener la iniciativa. El problema es que no les sirvió de nada. No acertaron con la última puntada de las jugadas y tampoco tuvieron suerte. Hernández Hernández, por ejemplo, les ayudó en una jugada muy concreta que a muchos les pasó desapercibida. En el minuto 77, Musso salió corriendo para atajar un balón, chocó con Nico Williams, al que hizo falta, y al caer al suelo de forma aparatosa se le escapó el balón, que fue a parar al delantero rojiblanco en una posición muy ventajosa para marcar. El colegiado canario, sin embargo, pitó falta a Nico, que no hizo nada más que ganarse un golpe del portero argentino. El golpe mayor, en cualquier caso, se lo llevó el Athletic en el descuento.