Una puñalada en el último minuto

El Athletic se llevó un golpe tremendo, de esos que se sienten en el alma. Si un gol en el último minuto siempre es doloroso, encajarlo por un fallo propio cuando el rival apenas ha hecho nada para merecerlo, es una puñalada.

Partidos como el de este sábado se pueden tomar como una señal de que, a lo peor, los vientos están cambiando para el Athletic. El año pasado no se hubiera escapado este partido y si hubiera tenido que llegar un gol salvador en el último minuto hubiera sido a favor, como sucedió en alguna ocasión. Las rachas en el fútbol son una de esas realidades que no tienen explicación racional pero existen. Y da la impresión de que ahora mismo la deriva positiva que ha disfrutado en los últimos meses el Athletic está perdiendo fuerza. Esperemos que solo sea una mala sensación fruto del disgusto y que el equipo sea capaz de reorientar este comienzo de temporada.

Hay días en los que todo lo que puede salir mal sale peor. Ya está dicho lo que ocurrió en el gol. Pero es que el Athletic firmó la mejor jugada del partido en el primer minuto de la segunda parte, para que el VAR le anulara el gol porque la rodilla de Nico Williams estaba tres centímetros adelantada. El fútbol moderno será así, pero no deja de ser una castaña.

Esa jugada en el arranque de la segunda parte solo fue el anticipo de lo que vendría después. Hasta el descanso el partido había sido una cáscara vacía, un simulacro en el que ninguno de los dos equipos tiró un sola vez a puerta. El Atlético más conservador, se limitaba a defender con una línea de cinco a la espera de un contrataque que solo llegó en una falta de entendimiento entre Lekue y Yeray que dejó solo a Julián Álvarez ante Agirrezabala, pero Yuri llegó a tiempo para bloquear el disparo.

Al Athletic le faltaba velocidad de ejecución, desborde por las bandas, imaginación en la creación, que es como decir que le faltaba todo para inquietar al portero rival. Algunos movimientos de Sancet parecían prometer algo, pero le faltaba compañía para agujerear por dentro una defensa impenetrable por los costados.

La buena noticia fue la confirmación de Jauregizar como un centrocampista capaz de tomar la batuta. Su irrupción en el campo en lugar de Herrera cuando se cumplía la hora de juego, cambió el partido. El Athletic dejó de ser el equipo premioso que necesitaba una docena de pases para no llegar a ninguna parte, para convertirse en un equipo dinámico, vertical, intenso. 'Jaure' ganaba duelos, recuperaba, distribuía con acierto… el Athletic cambió de cara y se fue a por el partido convencido de que podía conseguirlo.

El medio centro de Bermeo recargó las pilas de un equipo apagado hasta entonces. Su paisano Unai Gómez sólo necesitó unos minutos en el campo para dibujar la jugada de la tarde, pero su pase de la muerte se quedó sin destinatario. A Sancet le había quedado antes una última gota de energía para cazar un buen disparo que repelió el portero. Por una vez, los cambios mejoraron al Athletic, lo que no deja de ser una gran noticia por lo que informa de la capacidad de maniobra que tiene Valverde con esta plantilla.

La última media hora del Athletic debió de valerle por todo el partido, pero se ve que Lekue no estuvo atento cuando dijeron en el vestuario eso de si no puedes ganar, no pierdas lo que ya tienes. El empate se antojaba un premio menor pero ahora se añora como un tesoro perdido. En fin, el fútbol es así, que diría el filósofo.