Girona 1-1 Athletic

El Athletic demuestra su personalidad ante el líder

En el arranque, la expectación era máxima respecto a la puesta en escena de los dos equipos, sobre todo la del Athletic. ¿Se comportarían los rojiblancos con más prudencia de la que tienen por costumbre por el hecho de enfrentarse al equipo más goleador de la categoría? ¿Defenderían más juntos y a menos altura? ¿O se mantendrían fieles a su estilo y afrontarían los riesgos habituales, sin ningún miedo? Esto último era lo que quería Valverde y así lo reconoció el domingo cuando dijo que quería un partido con un poco de sangre, aunque fuera la de su propio equipo. Pues bien, sus jugadores cumplieron a rajatabla su deseo.

Lo hicieron desde el pitido inicial y con una convicción extraordinaria. Lo del Athletic fue una auténtica demostración de personalidad. Muy pocos equipos se atreven a jugarle al Girona de esa manera, yéndole a buscar hasta la cocina de su casa cuando intenta sacar el balón y enfilando en cada jugada hacia la portería de Gazzaniga. Si el portero argentino tenía alguna esperanza de poder vivir una tarde más o menos tranquila, a los cinco minutos ya se dio cuenta de que no, de que iba a ser una noche dura. Vesga envió un pase magnífico entre líneas a Guruzeta, similar al que dio a Iñaki Williams en El Sadar y entonces valió un gol, pero el remate del donostiarra, con el exterior por no utilizar la izquierda, no pudo ser más defectuoso y ortopédico.

Fue una de esas ocasiones cuyo desaprovechamiento se lamenta profundamente, no sólo por su claridad sino por su trascendencia. No sería la única. Los rojiblancos tuvieron varias más en sendos disparos de Sancet y Vesga, en un cabezazo de Vivian y, sobre todo, en un remate de De Marcos en el minuto 24, con toda la portería para él, que se le fue alto. El lateral de Laguardia, en su partido 511 con el Athletic, la verdad es que no tuvo su día, aunque mejoró tras el descanso. Y no sólo por esa oportunidad perdida sino porque fue en su banda donde el Girona encontró a través de Savio su mejor camino hacia la portería de Unai Simón. Stuani tuvo dos buenas ocasiones y el duelo se equilibró; eso sí, convertido a partir de ese momento en un pulso de ida y vuelta, estupendo para cualquier espectador.

Para que se llegara a esa igualadad, eso sí, tuvo que pasar casi un cuarto de hora en el que el Athletic gobernó el choque con la autoridad de un grande. Seguro que los espectadores de Montilivi tuvieron esa sensación, la de que su equipo tenía enfrente un hueso muy duro; un rival bien armado con categoría indiscutible para estar en Europa. De haber estado el Athletic un poco más acertado frente a la portería de Gazzaniga y haberse adelantado antes del descanso, es posible que el partido hubiera caído de su lado. Los errores, sin embargo, dejaron el resultado en el aire y, en la segunda parte, los rojiblancos se vieron obligados a remontar después de que el Girona se adelantara en el minuto 54 tras una gran jugada por la derecha de Savio que Tsygankov acabó por embocar llegando en carrera.

El gol hizo daño al Athletic, pero no tardó en rehacerse. Los jugadores no se quedaron mirándose las heridas y recordando con pesar las ocasiones falladas. Siguieron a lo suyo, que no era otra cosa que continuar peleando, buscando el gol e intentando con toda la aplicación del mundo que el Girona de Míchel, un equipo con mucho talento en todas sus líneas, no le hiciera un segundo descosido que podía ser letal. El trabajo y el carácter del Athletic tuvieron su premio en el minuto 67 de una forma insospechada.

Cosas del fútbol. Los catalanes acabaron mal una jugada de ataque casi en el área pequeña de Unai Simón. Perdieron el balón y, a partir de ahí, surgió como un fogonazo un contragolpe de manual, de esos que en el Athletic se ven cada año bisiesto, más o menos. Vesga se llevó el balón perdido, se lo envió rápido a Sancet y el navarro, tras avanzar unos metros, metió un gran pase en profundidad a Iñaki Williams. No estaba teniendo un buen día el mayor de los dos hermanos, más bien lo contrario, pero el caso es que se fue como un tiro, se metió entre dos jugadores y batió con la izquierda a Gazzaniga. Visto y no visto.

Fue un gol que hizo justicia y que animó a los visitantes. Por un momento, el partido pareció que iba a caer de su lado. El Girona sufría con la banderilla inesperada que los rojiblancos le habían puesto en el lomo. Iñaki Williams, además, se activó mucho, animado por el gol y tuvo cerca el segundo. El dominio del Athletic, sin embargo, se fue difuminando –la entrada de Raúl García, Berenguer y Ander Herrera, y al final, de Unai Gómez y Adu Ares no aportaron gran cosa– y el Girona acabó creando peligro con dos ocasiones de Yangel Herrera y Torres. El pitido final, en fin, no contentó ni disgustó a ninguno. Los méritos se repartieron, lo que habla muy bien del Athletic.