Un premio escaso para un partido de lujo

El Athletic no solo fue un equipo valiente sino que sumó a su arrojo la suficiente clarividencia para completar uno de sus mejores partidos de la temporada. Solo le faltó afinar la puntería para redondear una victoria que se le escapó sobre todo en un primer tiempo en el que cobró hasta seis remates, al menos la mitad de ellos con la consideración de ocasiones claras. Porque lo fueron las de Guruzeta y De Marcos, sobre todo la del primero, pero es que el portero repelió disparos de Sancet, del propio Guruzeta, o de Vesga que muy bien pudieron haber acabado en la red.

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Las sensaciones dicen muchas veces más que los números en esto del fútbol, pero las sensaciones coincidieron completamente con la estadística. El Athletic remató más, pisó más el área contraria y fue superior al rival durante más minutos, proyectando la imagen de un equipo solvente que tiene las ideas muy claras y, lo que es mejor, las ejecuta a la perfección.

Valverde le ganó la partida a Michel. El Athletic practicó siempre una presión muy adelantada, perfectamente coordinada y ajustada, que acabó abrumando a un Girona que veía que le costaba lo que no está en los escritos atravesar la línea divisoria. A estas alturas, cuando en el fútbol no hay sitio para los secretos y todo el mundo sabe cómo juega todo el mundo, sería contradictorio decir que el Athletic sorprendió al Girona, pero lo cierto es que el equipo catalán se vio impotente para contrarrestar el plan de su rival, salvo en una pequeña fase de la segunda parte en la que optó por la paciencia y los pases de seguridad para ir ganando metros poco a poco.

El partido recordó en cierto sentido al que jugó el Athletic en Villarreal, con la única diferencia de que entonces prácticamente cada ataque rojiblanco acabó en la red y en Montilivi faltó esa puntería que hubiera terminado por rematar a un Girona que nunca estuvo cómodo en el partido y que si sacó la cabeza y hasta se adelantó en el marcador, fue más porque tiene unas cuantas individualidades de esas que deciden partidos, que por el trabajo coral.

El punto sabe a poco porque el Athletic mereció más, por juego y por ocasiones fabricadas con ambición y precisión en el manejo de la pelota. Viajó a casa del líder en busca del partido y no lo hizo de boquilla sino con un fútbol de nivel que anima a mirar el futuro con optimismo. Porque el grupo de Valverde, además de funcionar como equipo, dejó claro que también cuenta con futbolistas que brillan con luz propia y son capaces de resolver por sí mismos, como hicieron Sancet e Iñaki Williams en el gol del empate, o como pudo hacerlo un Nico Williams al que le costó unos minutos entrar en el partido pero que cuando lo hizo acabó dinamitando a la defensa rival obligando al Girona a atacar mirando el retrovisor para no dejar desguarnecida su espalda.

Cualquiera hubiera firmado antes del partido el empate en un campo en el que los locales solo han cedido una derrota ante el Real Madrid, así que el punto hay que analizarlo desde esa perspectiva. Que después de los noventa minutos lo consideremos un premio escaso, es un valor añadido y certifica que si el Athletic sigue ahí arriba tampoco es por casualidad sino porque tiene argumentos suficientes para sostener su apuesta.