![El lamentable nivel arbitral](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/11/27/nico-arbitro-k4KI-U210850593692AUE-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Se sentaba hace unos días Luis Medina Cantalejo en el atril de la sala de prensa de la RFEF y desde allá arriba, ufano, pomposo, con ese aire de echado para delante de señorito sevillano, y con esos kilos de más que cogen casi todos ... los árbitros cuando pasan a mejor vida –y ser presidente del CTA lo es–, pontificó sobre el gran nivel del arbitraje español, de lo buenos que son los suyos y de los pocos errores que cometen. Todo esto, después de varias semanas en las que los colegiados han estado en boca de todos, precisamente por sus errores, y para mayor abundamiento, con la ¿ayuda? Del VAR, ese instrumento neutro que se convierte en maligno en manos equivocadas.
Junto a Luis I el Satisfecho, aparecía un antiguo árbitro que causaba pavor allá donde fuera y coincidiera con el Athletic, ese tal Undiano Mallenco que todavía provoca pesadillas a quienes le tuvieron como juez. No se puede ser más templado y cabal que Carlos Gurpegui o Andoni Iraola, a los que les temblaban las canillas cuando se enfrentaban a esa arma de destrucción sicológica, capaz de sacar de sus casillas al futbolista más equilibrado, sobre todo si jugaba en el Athletic.
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Undiano era la gota china en el campo, una táctica que utilizó en Montilivi el zutano que arbitró, de nombre Melero López, experto en el «sigan, sigan», de forma unidireccional, solo hacia un lado. El arbitraje que perpetró fue sibilino, de esos que te sacan del partido por la vía del cabreo. Menos mal que los jugadores del Athletic estuvieron concentrados en su trabajo y contenidos en su actitud, pero lo que pitaba Melero era para comer cerillas.
En el minuto 36 de partido, el balance de infracciones señaladas era de ocho a cero en contra del Athletic. Ni una falta había hecho el Girona, al parecer del árbitro, en prácticamente toda la primera parte. Por descontado, en las casas de apuestas no cotizaba que la primera tarjeta la iba a ver un jugador bilbaíno, como sucedió. No hacía falta ser adivino. Nico Williams tenía ya los tobillos morados.
El colofón de los despropósitos fue cuando, al borde del área, y con Melero viendo la jugada a tres metros, no señaló una clarísima infracción sobre Ruiz de Galarreta al que el defensa del Girona le desequilibró en el aire cuando saltaba de cabeza. Y no me valen los argumentos buenistas de que concedió la ley de la ventaja, porque en el pase inmediatamente posterior señaló fuera de juego del Athletic.
Habrá que hablar también del gol del Girona, que nació en una falta no pitada a Nico Williams, que recibió más patadas, agarrones y empujones que en el resto de la temporada. El plan pasaba por poner un muro para que el pequeño de la familia no pasase por allí. Como estrategia está bien, y Michel hizo lo correcto en activarla, pero es el árbitro quien tiene que poner orden. Y no lo hizo.
La acción sobre Nico Williams en el origen de la jugada del gol del Girona por la que el Athletic pidió falta#LALIGAenDAZN ⚽ pic.twitter.com/FE057UdZRx
— DAZN España (@DAZN_ES) November 27, 2023
Cuando marcó Iñaki –qué partidazo otra vez–, aguanté la respiración hasta que sacó el Girona, porque Melero se podía ir a alguna acción seis minutos antes, como excusa para anularlo. Ya no me fío de nada. Y ya, el último despropósito fue la falta que le pitó a Raúl García sobre Aleix con el descuento a punto de cumplirse, que otorgó la última ocasión al Girona en el lanzamiento hacia el área. Ni fue falta ni debería haberse señalado, porque había dos balones en el campo, los dos a corta distancia.
Por fortuna, no pasó nada, pero cada vez sospecho más de los árbitros, sus intereses, los del CTA y los de Melero. Sobre todo, después de escuchar a Mateu Lahoz, que tras perpetrar destrozos sin medida, como aquel gol que la anuló a Iraizoz en La Rosaleda, ahora ejerce su verdadera profesión, la de hacerse el simpático, y hace unos días desveló en un programa de radio, que todos los equipos son iguales, pero algunos son más iguales que otros. No lo dijo así, pero desveló que cuando se jugaba un partido importante, desde el CTA les recordaban que ese día no hacia falta que siguieran las consignas habituales, sino que podían arbitrar a su aire. Es decir: no todos los arbitrajes son iguales, y eso es muy grave.
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