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Este Athletic se ha convertido en un tornado cuando ataca. Su enorme potencia de fuego soluciona todos los problemas, incluidos los que vivió ante el Celta con una defensa que hizo aguas. «Tenemos que mejorar ciertos aspectos defensivos. Estamos solventando las carencias en defensa con ... el muy buen trabajo en ataque que hacen los delanteros. Tenemos volver a la solidez defensiva», reflexionó Unai Simón.
El Athletic cierra la jornada 13 con 24 goles anotados, casi a dos por partido, lo que le coloca a estas horas como el segundo máximo realizado. El duelo ante los gallegos reafirma la posición de Guruzeta, quien volvió a ver puerta después de cuatro partidos de sequía y que se aúpa con seis dianas a la posición de máximo goleador rojiblanco. También deja en muy buen lugar a Nico Williams, que participó en las tres primeras dianas rojiblancas.
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El duelo que colocó al Athletic como quinto en la clasificación agrava la inquietante tendencia en la que vive este equipo. El nivel defensivo comienza a exigir tanto al ataque que apunta a convertirse en un problema. Los números dicen que el equipo de Valverde ha encajado siete goles en sus últimos tres partidos. A más de dos de media. En esos choques ha anotado nueve. En un escenario normal, significarían un pleno de victorias. Pero la cosecha se ha quedado en siete puntos.
Valencia y Villarreal anotaron cada uno dos dianas ante los rojiblancos. Y un Celta que llegó al borde del desahucio firmó tres válidos, dos anulados por fuera de juego, falló un penalti y tuvo otro buen puñado de claras ocasiones. La crisis en la retaguardia coincide con las ausencias por lesión de Yeray y Berchiche. El último día que estuvieron juntos en el once fue ante el Almería, el último partido sin encajar. El central lo abandonó a los ocho minutos. El lateral estuvo en el once ante el Barcelona, pero se fue del campo a los 26 minutos.
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El sistema defensivo tuvo un buen arranque de Liga con cuatro goles en los primeros seis partidos. Tampoco estaba Yeray y Berchiche sólo jugó la mitad de esos duelos. Por tanto, lo que al principio funcionaba sin ellos ahora no lo hace. El crédito de la defensa está en entredicho.
ElCelta salió en modo mandón y el Athletic en modo siesta. Los gallegos se lanzaron de salida al abordaje a por la portería de Unai Simón ante un cuadro rojiblanco incapaz de poner coto en el centro del campo a los lanzamientos al espacio a los puntas celestes. Aspas llegó como el símbolo de ese Celta vapuleado por los arbitrajes. No marcaba desde que hace ocho meses lo hizo de penalti ante el Espanyol. Había sumado 27 horas de juego sin anotar con su equipo.
Aspas aprovechó la primera concesión defensiva rojiblanca. Cuerpeó con Paredes, que llegaba lastrado de los problemas que ha arrastrado esta semana y le superó con comodidad. Dio la impresión de no estar en plenitud física, pero tuvo que jugar porque no hay más centrales específicos.
En el segundo gol gallego quedaron en evidencia varios jugadores. Aspas se fue fácil de De Marcos para centrar y luego los rojiblancos fueron incapaces de despejar bien en tres ocasiones, Vesga dos y una Iñaki Williams.
El tercer tanto sorprendió por la magnitud del despiste rojiblanco. Pese a que ganaba 3-2 y era evidente que atrás había un problema, el Celta cazó a los rojiblancos en un contragolpe de dos para tres. No es de recibo verse en esa situación como un equipo partido y sin que nadie del centro del campo socorriera a sus compañeros para cerrar espacios.
La hinchada ya se resignaba a ver escapar dos puntos cuando el árbitro se decidió a señalar uno de los dos penaltis claros que hicieron los gallegos en el descuento. Y Berenguer arregló la noche.
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