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La victoria del Athletic ante el Elche invitaba a celebrarla con un chiste fácil. A pesar de la que está cayendo, podíamos decir que ya llovía menos en el equipo rojiblanco. Los tres puntos aliviaban la angustia en la clasificación y en apariencia daban ... una nueva tregua a Garitano. Nadie pensaba que el deriotarra estaba sentenciado y que no iba a tener ninguna importancia para él que sus jugadores se resarcieran del batacazo en el derbi con un buen partido ante uno de esos equipos a los que podemos llamar bonitos e inofensivos. Ya saben: buen trato al balón, maniobras técnicas de mérito y menos profundidad que el pensamiento de algunos tertulianos. Sólo su contrastada impericia para aprovechar sus ocasiones impidió al Athletic lograr un marcador holgado que le hubiera evitado sustos de muerte como el que recibió en el minuto 88, cuando De Marcos tuvo que sacar bajo los palos un remate de Rigoni tras una salida precipitada de Unai Simón.
El equipo de Garitano tuvo este domingo otra cara, algo que a estas alturas tampoco debe sorprendernos ya que lleva más de un año así, dando imágenes opuestas y contradictorias un partido tras otro. Que le cesaran dando una buena imagen fue algo realmente paradójico. Ante el Elche se vio a un Athletic más que aceptable y en ello tuvieron mucho que ver la mayor intensidad del juego, el dinamismo de Óscar De Marcos, magnífico en la primera mitad y providencial en la segunda, y sobre todo la actuación de Muniain, la mejor en mucho tiempo. Es cierto que el Elche le dejó espacios para ir y venir a su gusto, pero no lo es menos que, después de tantos partidos mediocres, el navarro supo leer el juego con inteligencia, se dejó de conducciones absurdas y buscó obsesivamente la rapidez y la profundidad. Que firmara el 1-0 aprovechando un gran pase de De Marcos fue importante, sin duda, pero lo fue mucho más su manera de jugar. Resumiendo: este domingo apareció por fin el Muniain que necesitan sus compañeros.
Al Athletic se le ve venir de muy lejos. Desde Guadalajara o incluso más allá. Pongamos que desde Minglanilla, que para eso está allí esa peña legendaria. La primera impresión que da en los partidos acaba siendo un síntoma inequívoco de lo que va a suceder. De ahí que este domingo invitase al optismo observar cómo los rojiblancos comenzaron el choque apretando arriba y con mucha energía en su juego. Era lo previsto y más en una tarde fría y lluviosa que a lo último que invitaba era a jugar con parsimonia. Las primeras acometidas de los bilbaínos fueron voluntariosas y poco efectivas. Ahora bien, sirvieron para encontrar el mejor camino hacia la portería de Badía.
Estaba en la banda derecha, donde De Marcos, titular en lugar de Capa, estaba con el cuchillo entre los dientes. Y eso suele ser un tormento para sus rivales, sobre todo cuando no están muy entonados, como fue el caso de Pere Milla y Sánchez Miño. Ambos fueron sustituidos en el descanso, pero para entonces el destrozo ya estaba casi hecho. Con De Marcos enchufado, tanto Vencedor como Muniain no se cansaron de buscarlo. En el minuto 25, llegó el premio. Muniain conectó con Williams, éste con el lateral de Laguardia y su magnífico centro lo cazó el capitán en el aire entrando desde atrás sin que ningún rival será percatara de su presencia. A Badía se lo llevaban los demonios. Peinado a lo 'Peaky Blinders', que por lo visto es su serie favorita, seguro que el portero catalán se acordó en ese momento de cómo utilizaban los hermanos Shelby sus gorra erizadas con cuchillas de afeitar.
El gol tranquilizó al Athletic, que lo tenía todo bajo control. El juego de los ilicitanos terminaba una y otra vez antes de llegar al área rival. Allí estuvo su rompeolas durante todo el partido por dos razones que saltaban a la vista. La primera, que la retaguardia rojiblanca se empleó con mucho rigor y concentración. Y la segunda, que al Elche le falta calidad arriba. De hecho, Unai Simón estuvo casi de vacaciones hasta que el remate de Rigoni en el minuto 88 le heló la sangre. En esta situación, el Athletic lo tuvo fácil para cerrar el partido. Muniain se fue agigantando tras el descanso, cada vez más a gusto sobre el césped, Williams se enchufó tras una primera mitad decepcionante y el 2-0 pareció algo inevitable.
Destitución de Garitano
Javier Ortiz de Lazcano
Sin embargo, no llegó. Y tampoco hay que extrañarse. Desperdiciar ocasiones es algo consustancial al Athletic. Otra cosa es que también sea desesperante. Williams tuvo dos grandes oportunidades, sobre toda un soberbio disparo al poste en el minuto 72. El Elche tuvo que arriesgar y eso le hizo más vulnerable en defensa, aunque es cierto que Verdú dio una exhibición. Así las cosas, cuando Muniain y Williams dejaron el campo en el minuto 81, las ocasiones continuaron en la portería de Badía. Raúl García llevó peligro, lo mismo que Berchiche, muy afilado en esa recta final. Sancet, por su parte, volvió a decepcionar. Había salido por Berenguer en el minuto 63 y tenía una oportunidad magnífica para lucirse. Pues bien, hizo justo lo contrario, hasta el punto de que más de un aficionado rojiblanco acabó preguntándose si a este chaval no le vendría bien foguearse media temporadita fuera del Athletic aprovechando la operación salida de la que tanto se habla. Lo decidirá el próximo entrenador.
Athletic
Simón; De Marcos, Núñez, Iñigo, Yuri; Vencedor (D. García en el 66'), Vesga; Williams (A. Villalibre en el 82'), Muniain (I. Lekue en el 82'), Berenguer (O. Sancet en el 66'); y Raúl García
1
-
0
Elche
Badía; Barragán, Carrillo (Boyé), Fidel, R. Guti (Nino); Marcone, Milla (Josan), Tete Morente (Rigoni), J. Sánchez; J. Sánchez (V. Rodríguez) y Verdú
goles Iker Muniain marcó en el minuto 25 tras asistencia de Óscar de Marcos.
árbitro M. Melero López
incidencias Partido correspondiente a la jornada 17 disputado en San Mamés.
Más información
EL CORREO
Juanma Mallo
Javier Ortiz de Lazcano
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