Athletic 3-1 Celta

El Athletic se aprovecha de su gran arsenal

El Athletic se presentó ante el Celta con ocho cambios en el once respecto al partido del jueves en Butarque. Que el equipo no se resintiera de un centrifugado semejante ante un rival con tantos argumentos como el de Giráldez habla muy bien de su consistencia, de la amplitud de una plantilla en la que todos quieren sentirse protagonistas. Luego, sobre el terreno de juego, el protagonismo suele repartirse, como es natural. Por fortuna para el Athletic, ayer la diferencia la marcaron los jugadores de su frente de ataque. Guruzeta, que todavía no había visto puerta, se reivindicó con dos goles; Iñaki Williams y Sancet volvieron a ser determinantes; Berenguer ofreció su mejor versión, hasta el punto de hacer olvidar la ausencia de Nico Williams; y Álvaro Djaló se estrenó como goleador marcando el 3-1 con un bonito cabezazo en el minuto 79, poco después de salir al terreno de juego.

El partido arrancó con dos versiones opuestas de los equipos. El Athletic entró muy atento, poniendo los cinco sentidos, todo lo contrario que el Celta, que lo hizo de puntillas, como quien entra a un cine con la película empezada y no quiere molestar. Esta diferencia de actitud tuvo consecuencias inmediatas. A los 54 segundos, Guruzeta cabeceó alto un pase de De Marcos tras un córner en corto. Nadie lo sabía, pero aquello fue la carta de presentación del donostiarra, un 'aquí estoy yo, que no se os olvide'. Tres minutos después, marcaría el 1-0 después de una buena jugada de Iñaki Williams por la banda derecha, un remate de Sancet y un rebote en un defensa que 'Guru', como le llama la grada, supo aprovechar metiendo la zarpa. El duelo no podía empezar mejor para los rojiblancos y peor para los vigueses, que aparte de verse en desventaja sin haberse despeinado perdieron a Mingueza, lesionado.

Claudio Giráldez, sin embargo, ha construido un equipo con mucha personalidad, de los que no se descomponen fácilmente. Por momentos, es brillante y, desde luego, motivo de orgullo y disfrute para su hinchada. Igualito, en fin, que el que construyó Rafa Benítez. Poco a poco, los gallegos se metieron en faena y no tardaron nada en demostrar, entre otras cosas, que tienen un estilo atractivo y muy bien trabajado, que sus jóvenes canteranos –Hugo Álvarez, Damián y Hugo Sotelo– pueden darles muchas alegrías, y que Aspas sigue siendo un mago. Los celtiñas empezaron a tener la pelota –terminarían con un dominio absoluto de la posesión– ante un Athletic que alternaba momentos de repliegue estratégico, dejando la rueca de hilar a su rival, con momentos en los que activaba de repente su presión alta y hacía daño.

Al Celta le faltaba profundidad. En realidad, ni Agirrezabala ni Guaita tenían sensación de peligro. Sin embargo, en una jugada aislada, tras un gran pase de Marcos Alonso entre Paredes y Vivian, el balón le llegó a Aspas. El príncipe de las bateas se fabricó un penalti con maestría aprovechando la salida del portero rojiblanco, que picó en el engaño. El empate de Aspas desde los once metros ensombreció el panorama al equipo de Valverde, superado en el centro del campo. Damián y Hugo Sotelo estaban por encima de Prados y Jauregizar. El Celta, en fin, estaba más a gusto. Marcos Alonso, de hecho, estuvo a punto de hacer el 1-2 en el minuto 34 con un soberbio toque de espuela que Agirrezabala despejó con una exhibición de reflejos. El Athletic, sin embargo, elevó su intensidad y el partido se convirtió en un toma y daca. Y en este tipo de coyunturas abiertas, los de Valverde son un enemigo muy peligroso para cualquiera. Tienen mucha pólvora en su arsenal. De manera que un centro soberbio de Berenguer en el minuto 39 lo aprovechó Guruzeta para firmar el 2-1 con un cabezazo perfecto.

Así se las gasta el equipo de Valverde, que a lo largo de la segunda parte, con Padilla en lugar de Agirrezabala bajo los palos, supo jugar varios partidos en uno. Al principio supo intimidar a través de Berenguer y Sancet, que dejaron detalles técnicos de museo. También ganó presencia y frescura con los cambios de Valverde, muy bien elegidos y espaciados. La entrada de Ruiz de Galarreta, que salió por Jauregizar, no pudo ser más positiva. Por otro lado, el Athletic también supo apretar los dientes y defender con criterio –nota especial de nuevo para Vivian– ante un Celta que asustó en una ocasión de Bemba y que, desde el minuto 66, cuando entraron Borja Iglesias y Willot, puso toda la carne ofensiva en el asador. Y no sólo eso. Al final, el Athletic hasta supo marcar el gol de la tranquilidad. Fue en el minuto 79 y su autor fue un futbolista que acaba de salir del banquillo. Aeso se le llama poderío.