Sancet, un jugador de presente

Desde que comenzó la temporada, Sancet parece otro. Se le pedía a gritos que con su talento tenía que dar un paso adelante y convertirse en una de las referencias fundamentales del Athletic, y lo debió escuchar, o leer en algún sitio y parece que está decidido a cumplir todas las expectativas que se generaron hace unos años, cuando siendo un pipiolo, debutó con la camiseta del Athletic. Siempre fue la gran esperanza rojiblanca, el jugador diferente que podía marcar una época en el Athletic, aunque la irrupción fulgurante de Nico Williams, un jugador de otro perfil, pero que el año pasado impactó con fuerza no solo en Bilbao y Bizkaia sino en España y en el mundo global del fútbol, hizo que la figura de Sancet se opacara un tanto, y no porque dejara de ser fundamental en el equipo de Valverde, sino porque los focos se dirigieron hacia otro lugar del plató.

El último tramo de la temporada, después de la final de Copa en la que su gol resultó fundamental para la victoria del Athletic, fue un tanto gris por su lesión, que tal vez le privó de acudir a la Eurocopa y sumar otro título a su palmarés, y para algunos resultó un tanto desilusionante, tal vez para él más que para nadie. Por eso, desde que comenzó la temporada, Sancet está siendo uno de los jugadores más importantes del plantel. Se le ve más fuerte, más hecho físicamente. Si hasta hace un par de temporadas era carne de cambio en cada partido, ahora Valverde, salvo por cuestiones tácticas, no piensa en relevarlo y va acumulando minutos. Para el técnico, y para cualquiera que siga al Athletic, la presencia de Sancet en el equipo titular no tiene discusión.

Contra el Celta volvió a ser uno de los grandes destacados. Se valorará la aportación de Guruzeta con sus dos goles, y la de Djaló, que marcó su segundo gol en San Mamés –el anterior fue con la selección de Euskadi–. También una nueva asistencia de Iñaki Williams, y se hablará del cambio de Agirrezabala por Padilla en el descanso, pero lo que más enardeció a la grada de San Mamés fue el juego alegre de Sancet, hasta el punto de que en ocasiones sus maniobras levantaron clamores. Sus habituales giros de 180 grados con el balón en los pies, los controles orientados, sus descargas a las bandas marca de la casa se están haciendo cada vez más habituales, y eso se traduce en que está adquiriendo esa regularidad que se le demandaba en años anteriores y tiene ese punto de experiencia y poso que necesitaba. En defensa, cuando toca remangarse, también está, posiblemente porque su capacidad física ha mejorado de manera exponencial.

Es, de momento, el máximo goleador del equipo, con tres goles, porque siempre ha tenido presencia en el área y una buena relación con el gol, y, posiblemente, en esa faceta será superado por alguno de sus compañeros, pero también se le demanda que marque y lo está haciendo. Con el equipo en línea ascendente y nueve puntos en los últimos tres partidos, Sancet está brillando en cada aparición, que es lo mejor que le podía pasar al Athletic. Los fastos que se organizaron en el césped para celebrar su renovación, vistos ahora desde la distancia, parecen más que justificados. Se celebraba la continuidad de un jugador de futuro que ya es más que eso. Es el presente.