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Efectivos de la Brigada Móvil de la Ertzaintza tomaron desde primera hora de ayer la localidad alavesa de Labastida. Su inusual presencia respondía a un único motivo: controlar los requerimientos de reclusión a un total de 16 vecinos afectados por el coronavirus, de los ... que «tres son positivos». Todos contrajeron el Covid-19 en un funeral celebrado hace más de dos semanas en el cementerio de El Salvador.
Uno a uno, portal por portal, agentes equipados con trajes de protección entregaron las notificaciones con el membrete del Departamento de Salud, que obliga a quedarse recluido en casa bajo advertencia de fuertes sanciones económicas. El abanico oscila entre un mínimo de 3.000 euros y un máximo, para incumplimientos de extrema gravedad, de hasta 600.000. En Vitoria -epicentro vasco de la «epidemia», como ya la denomina el Gobierno vasco- este martes se sucedieron otras ocho notificaciones de similar calado.
En el corazón de Rioja Alavesa, un retén policial se quedó durante buena parte de la tarde como notario de la cuarentena impuesta a este grupo de vecinos bajo la lupa médica. Y es que infectados y aislados deben permanecer en sus hogares hasta que se mitiguen los efectos del neovirus, contra el que no existen vacunas y que ya se ha cobrado media docena de víctimas en el País Vasco. Se trata de una medida drástica que busca cortar nuevos contagios dada la virulencia de este patógeno. Solo un ejemplo. El 28 de febrero había un único positivo en todo Álava, la internista de Txagorritxu. Este martes eran 153 personas.
A partir de las 09.00 horas de este martes, ertzainas pertrechados con trajes de seguridad causaron un enorme revuelo en este enclave bajo el foco mediático por alojar -junto a la cercana localidad riojana de Haro- a varios de los infectados en el ya famoso sepelio, al que acudieron unas 300 personas. Entre ellos, una pareja recién llegada de una visita turística por Italia, país que ha parado su actividad y restringido el movimiento de sus ciudadanos, desbordado ante el avance del coronavirus.
Al igual que en Haro, los ertzainas entregaron a la quincena de afectados las notificaciones. Y también se les conminó a respetar la cuarentena por el bien de sus conciudadanos. Mientras se realizaba este reparto de circulares oficiales de puerta en puerta, agentes uniformados de la Policía autonómica vigilaban a pie de acera. Una veintena de efectivos participó en el operativo especial.
Las continuas alusiones a Labastida como zona de «transmisión comunitaria alta» del coronavirus por parte del titular de la cartera de Sanidad, Salvador Illa, todavía resuenan en el pueblo, «conocido por su turismo y sus bodegas», como recuerdan los vecinos, y situado ahora en el foco mediático. Estas declaraciones que hizo el ministro el lunes por la tarde han dejado un poso grande de indignación, hasta el punto de que la Corporación iba a pedir que mediara el Gobierno vasco para hacerle rebajar «ese tono».
«Aquí los casos están controlados y localizados, la vida se desarrolla con normalidad y solo queremos que esto pase y no afecte a la Semana Santa», coincidían este martes hosteleros y comerciantes. De hecho, Labastida, en la muga con La Rioja, pasa de sus habituales 1.500 habitantes a más de 10.000 en ese periodo vacacional, «clave» para la economía local.
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