XLSemanal. Aboga por el optimismo. ¿Están los tiempos para tirar cohetes?
Luis Rojas Marcos. Sí, si entendemos el optimismo no como sinónimo de ignorancia o ingenuidad, como creían en los siglos XVIII y XIX, sino como poner el centro de control en uno mismo
y confiar en que superarás la adversidad.
XL. ¿De qué cualidades habla si, tras la pandemia y el conflicto con Rusia, no llegamos a fin de mes ni sabemos cómo pagar la hipoteca, la luz y el gas…?
L.R.M. El ser humano tiene una gran capacidad de adaptación, de superación y de salir fortalecido de toda situación. El pesimista absoluto sí se rinde, no se esfuerza y dice: «¡Que sea lo que Dios quiera!».
XL. ¡Hombre! Siempre nos queda la Divina Providencia...
L.R.M. No [ríe], esa es una educación europea derrotista que incluso alaba el sufrimiento como forma de llegar al cielo. En Estados Unidos, los creyentes piensan que, cuanto más felices son, más probabilidades tienen de ir al cielo. El sufrimiento no te hace mejor nunca.
XL. Apuesta, además, por la felicidad aquí y ahora, sin planificar el futuro.
L.R.M. Esta es una enseñanza de la pandemia que ha roto el sentido de futuro: yo quiero sentirme bien ahora porque no sé lo que va a pasar mañana. Y pongo los medios para conseguirlo.
XL. La pandemia ha llenado la consulta de los psiquiatras, ¿eso es salir fortalecido?
L.R.M. Sí. La pandemia ha hecho que tengamos más conciencia de lo que sentimos y de la necesidad de pedir ayuda si la necesitamos para ser más fuertes. La salud mental en España ha mejorado mucho en los últimos años.
XL. ¿Cómo lo nota?
L.R.M. [Ríe]. Se han tomado medidas muy positivas: el año pasado se aprobó la especialidad de psiquiatría infantil; hay un teléfono nacional para atender a quienes creen que la vida ya no vale la pena; en el hospital ya hay psicólogos para atender la salud mental de los enfermos físicos… Y otra de las grandes cosas de España: el seguro médico universal; en Estados Unidos no hay.
XL. Dice que los optimistas y los que hablamos mucho viviremos más años...
L.R.M. Es así [ríe]. La mujer española, después de la japonesa, es la que más vive del mundo, con una media de 86,3 años, y esta cifra sigue aumentando.
XL. Cumplirá 80 años. ¿Crece su optimismo?
L.R.M. Sí, porque pienso que en mi vejez seguiré activo y feliz. Y todavía 'corro' la maratón de Nueva York, aunque la última vez tardé más de cinco horas [sonríe]. Pero me hace feliz llegar al final, no lo que tardo.
«Tomo un café con leche, muy corto de café –porque me pone nervioso–, y pan con aceite de oliva virgen, sal y pimienta».
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