Cuando tenía solo dos años, mi hija Carlota sufrió un atropello. Fue grave, pero salió adelante y prometí hacer el Camino de Santiago. Desde entonces no he faltado ningún año, siempre en bici y bien acompañado: aunque ahora intento que la comitiva no la formen más de 50 personas. Si no, es un lío importante».
«Ese primer año fue el más duro. Íbamos cinco o seis personas pedaleando. De repente, nos adelantó una bici y yo dije: ‘¡No puede ser!’. Me puse en pie en la bicicleta… pero cambié mal y me rompí los ligamentos. Llegué como pude a León y me dijeron que así no podía seguir. Pero era el año de la promesa, tenía que hacerlo. Y lo hice».
«Aún me emociona la llegada a la plaza del Obradoiro. Tras tantos años haciéndolo, don Salvador, el deán de la catedral, es como de la familia. Y siempre nos pone el botafumeiro. ¡Los peregrinos que andan por allí no entienden nada, con toda esa gente vestida de ciclista!».
«Siempre nos reunimos en Tudela, es todo muy emotivo. Damos una cena de bienvenida, una misa en la iglesia donde de niño fui monaguillo… Vienen directivos, muchos de Estados Unidos, políticos… y Miguel Induráin. ¡Es una máquina! Siempre igual, por él no pasan los años. Yo tengo ya 50 más 24, pero estoy muy en forma».
«Es duro, porque llueve, hay viento o hace mucho calor… Ocho horas en bicicleta no son fáciles. Hacemos unos 900 kilómetros, porque no vamos siempre por el Camino, nos salimos un poco de la ruta».
«Otro año muy emotivo fue 2020. Mi hijo Carlos, que siempre me acompañaba, estaba enfermo de cáncer y le dedicamos la ruta, que fue más íntima, con solo unas 20 personas de la familia y amigos. ‘Va por ti, Charlie’ fue nuestro lema. Murió en diciembre de ese año».
Más info. en: www.caminodesantiago.gal
«¡Tengo mi casa llena de fotos, conchas, botafumeiros, distinciones… Entre otras cosas, soy cofrade de honor de la Orden del Camino. Para mí es una mezcla de deporte, amistad, actividad cultural… y también algo místico. Solo estuve dos veces de baja en mi vida, las dos en la UCI. ¡Y todos creemos en algo al vernos apuradillos!».