Ocurrió el 14 de abril de 1912. Hace ya 110 años. La fascinación por el naufragio más famoso de la historia, sin embargo, permanece intacta. La aparición y subasta de un raro folleto publicitario en este aniversario son la última prueba de que el Titanic tiene todavía mucho que ofrecer.
Pasan los años y la fascinación por el Titanic sigue viva. Este 14 de abril serán 110 primaveras desde aquella noche trágica de 1912 y cualquier cosa relacionada con el legendario transatlántico nos sigue atrayendo con la fuerza de un imán atómico. Lo último, la aparición de un
Pasan los años y la fascinación por el Titanic sigue viva. Este 14 de abril serán 110 primaveras desde aquella noche trágica de 1912 y cualquier cosa relacionada con el legendario transatlántico nos sigue atrayendo con la fuerza de un imán atómico. Lo último, la aparición de un raro folleto, publicado un año antes del hundimiento del llamado «barco de los sueños» en aguas del Atlántico Norte, que será subastado en Londres el día 23 de este mes.
El folleto no es el primero de su especie que aparece en los últimos años, pero ninguno es tan extenso como este hallado por un coleccionista en Irlanda del Norte en perfecto estado de conservación. Publicado un año antes de su dramático viaje inaugural, en sus 72 páginas –sus parientes no pasan de las 32–, hay 50 que incluyen recreaciones gráficas de las comodidades que ofrecería el que se anunciaba como mayor y mejor trasatlántico del mundo una vez finalizado.
La publicación muestra en detallados dibujos en blanco y negro numerosos espacios del navío con el fin de atraer, sobre todo, a pasajeros de Primera y Segunda clase. Ilustraciones de salones y comedores, habitaciones y suites, salones para lectores y fumadores, biblioteca, baños turcos, pista de squash, gimnasio, piscina, sala de juegos o la icónica escalera popularizada por la película Titanic se intercalan con la descripción de las bondades del buque de 52.000 toneladas y con mensajes que hoy, conocido por todos su trágico final, nos hacen torcer el gesto.
«Viaje en el Titanic, paradigma de la seguridad»; «Un barco sin igual en el océano» o «Altos niveles de comodidad, elegancia, calidad y belleza», fueron algunos de los tentadores reclamos que la compañía White Star Line utilizó para atraer a más de 2200 pasajeros a aquel infausto viaje en el que más de 1500 encontraron la muerte. Un año antes, sin embargo, los dueños de la naviera estaban tan sobreexcitados con aquel buque llamado a ser el orgullo de su flota que, por su importancia en el desarrollo del hombre, llegaron a compararlo con el Arca de Noé.
Los folletos, de 5 x 8 pulgadas (12,7 cm x 20,32cm), fueron impresos en mayo de 1911, coincidiendo con la botadura del casco del barco desde los astilleros Harland and Wolff, en Belfast, en cuyo dique seco prosiguieron los trabajos hasta equipar totalmente la nave. El anuncio del viaje inaugural, en todo caso, no se realizó hasta septiembre de ese año, razón por la cual los precios de las distintas categorías –4350 dólares en Primera, 1750 en Segunda y 30 en Tercera– no fueron incluidos todavía entre los detalles del viaje.
Andrew Aldridge, portavoz de la casa de subastas Henry Aldridge and Son, a cargo de la inminente puja, afirma que se imprimieron cientos de folletos como este, si bien encontrar alguno hoy es como buscar una aguja en un pajar. Se trata de una pieza muy preciada entre los coleccionistas de memorabilia del Titanic, un material estimado en más de 5000 objetos –como el violín de Wallace Hartley, director de la orquesta del Titanic, vendido en 2013 por un millón de euros–, entre piezas recuperadas por sucesivas expediciones marinas y las que se llevaron consigo los supervivientes del naufragio. Figuran entre ellas, por cierto, las 200 que se exhiben estos días en Londres en Titanic: the Exhibition, exposición que incluye, además, la historia personal de los pasajeros asociados a cada objeto.
Ciento diez años después de la catástrofe no queda, sin embargo, ninguno vivo. La última superviviente, Brit Millvina Dean, que contaba dos meses y 13 días de edad aquella noche, murió en 2009, alimentando, más si cabe, la fascinación por todo lo relacionado con el Titanic. Desaparecidos todos los testimonios directos del naufragio, el propio barco corre hoy peligro de acabar diluido en el fondo del mar, consumido poco a poco por bacterias abisales que se alimentan de metales.
Por eso artículos como el mencionado folleto de la White Star Line ganan valor con el paso del tiempo. Son las últimas reminiscencias de un ingenio al que sus creadores habían confiado el prestigio de su marca para acabar hundiendo su reputación a 3821 metros de profundidad en aguas internacionales, 650 kilómetros al sureste de Terranova.
Muchos creen, de hecho, que, si el desastre hubiera ocurrido hoy, la empresa habría sido acusada de homicidio involuntario corporativo, dado que su barco navegaba a toda velocidad a través de un campo de hielo en el momento de la colisión contra el iceberg que abrió un boquete de 90 metros en su casco.
Diez puntos claves del buque, pista de squash incluida
1 | Había botes salvavidas para 1178 de los 2200 pasajeros. Aun así, solo se salvaron 705 personas.
2 | Una turbina movía la hélice central de 4 palas.
3 | Estos motores permitían navegar a 43 km/h.
4 y 5 | Había 29 calderas alimentadas por 159 hornos de carbón.
6 | El iceberg, al chocar, abrió 6 brechas en las placas de estribor a 5 m de profundidad. El Titanic, sentenciado.
7 | Además de pista de squash, tenía también piscina interior, gimnasio, baño turco.
8 | Desde la torre del mástil con la bandera de Estados Unidos, Frederick Fleet avistó un iceberg de 30 metros por encima del nivel del mar a menos de 500 metros. Hizo sonar tres veces la campana y telefoneó al puente de mando.
9 | El primer oficial del puente de mando intenta esquivar el iceberg. El choque lateral será fatídico. De haber sido frontal, el barco no se habría hundido.
10 | El lujo (como la gran escalera) en el interior del barco no estaba pensado para tanto pánico final.
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