La visita del 'Sarmiento': el origen náutico del nombre de la calle Buenos Aires de Bilbao
Tiempo de historias ·
BIlbao echó el resto en 1902 para recibir al buque escuela de la Armada argentina, hasta el punto de que las mujeres se saltaron las normas y acudieron solas a los bailes organizados para la ocasión
«Bilbao es una ciudad donde se trabaja y no se vive en el presupuesto como en casi todo el resto de España». El comandante de la fragata 'Sarmiento', buque-escuela de Argentina, resumió así sus impresiones tras la estancia de una semana en la villa en junio de 1902. «Las provincias vascongadas, por el espíritu de moralidad y trabajo de sus habitantes difieren mucho de las andaluzas y dejan atrás a los de las provincias gallegas». Proponía que Argentina fomentase la llegada de inmigrantes vascos. La impresión que obtuvieron los visitantes fue inmejorable.
Bilbao había echado el resto. En la villa fue uno de los grandes acontecimientos de la época, sin que encontremos otro comparable por su intensidad, organización y movilización social. El buque-escuela de Argentina recaló en Bilbao y se le acogió a lo grande. La semana se convirtió en una especie de festividad prolongada en la que hubo de todo: banquetes diarios, partido de pelota, corrida de toros, varios bailes, recepciones, visita a fábricas, astillero, minas, a Gernika y a Begoña, etc. No faltó de nada, en un programa que tuvo que dejar exhaustos a los visitantes, acogidos siempre multitudinariamente, con entusiasmo y a sones del himno argentino, que sonó docenas veces. No esperaban una recepción de esta envergadura ni era habitual cuando recalaban en un puerto.
La visita de los argentinos dejó una secuela en Bilbao. Se decidió llamar Buenos Aires a la calle de la Sierra. No hay otra calle en Bilbao cuyo nombre haya sido puesto con tanta solemnidad, asistencia masiva y gritos de entusiasmo.
La decisión bilbaína de organizar un recibimiento de grandes dimensiones se explica por razones diversas. Era la primera vez que Bilbao recibía oficialmente una visita extranjera de esta magnitud y, además, la villa vivía un espléndido momento empresarial. Población históricamente volcada en el mar, llegaba una fragata representativa y lo hacía cuando el magnífico Puerto Exterior se estaba acabando (en 1902 se terminó el contramuelle). Además, tenía importancia «la colonia argentina» en Bilbao, formada por personalidades que habían hecho fortuna allí, entre ellas Julián Olaso, natural de San Salvador del Valle, que había fundado una casa de banca en Buenos Aires. Y, por último, pesaban la relación mercantil y los bilbaínos que residían en Argentina. Por una vez hubo unanimidad en el Ayuntamiento, de grupos liberales y nacionalistas. Los socialistas votaron contra el nombre «Buenos Aires» de la calle, pero fue porque no se admitió su propuesta de llamar «1º de mayo» a San Francisco, no por oponerse a los argentinos.
En febrero se supo que iba a llegar a Bilbao la fragata «Sarmiento», anunciándose para mediados de marzo. Los plazos no se cumplieron, pero se organizó una comisión de treinta bilbaínos para preparar el recibimiento. El barco salió de Argentina en abril y recaló en Cádiz varias semanas, pues una comisión de oficiales de la fragata fue invitada a los festejos de la coronación de Alfonso XIII. Después, hicieron escala en Lisboa y Ferrol, donde murió un «cabo de mar argentino» por un síndrome cardiaco «producido probablemente por los excesos del día anterior».
Pelota y corridas de toros
El 28 de mayo se anunció que llegaría el 1 de junio. Desde ese momento la comisión rehízo varias veces el programa hasta que, por fin, la fragata llegó el 6 de junio -estuvo en el Abra hasta el día 13-. Inmediatamente las autoridades salieron en los remolcadores que les recogieron en el ayuntamiento. Cuando llegaron al barco argentino, vaporcitos y lanchas rodeaban la fragata dando vítores a Argentina. Bandas de música tocaban el himno argentino. Portugalete se engalanó para la ocasión, con una multitud expectante.
Siguieron días de intenso trajín, de idas y venidas, recepciones en el Ayuntamiento y Diputación, partido de pelota en el Euskalduna, corrida de toros, bailes en la Bilbaína, los Campos Elíseos, la Diputación (habilitada al efecto) y el frontón. Según la prensa, al baile de la Sociedad Bilbaína acudió «toda la aristocracia bilbaína», luciendo «belleza, elegancia y gallardía», pero según una crónica posterior fue el único acto que no resultó bien. La razón: no se anunció hasta tres días antes y las mujeres de la alta sociedad se retrajeron por no tener tiempo para preparar el vestido adecuado. Otra cosa fue el «garden party» que se celebró en el Campos Elíseos, de presencia masiva y bailes a mansalva.
Tiene interés una consideración de 'El Nervión'. «Nuestro pueblo es frío, muy frío en sus manifestaciones de entusiasmo». Por lo común las mujeres daban una imagen de «seriedad típica», sin compañía de «galanes», «y cuando por casualidad se ve uno, ya tenemos noticia de boda». Pues bien, por unos días desapareció la frialdad bilbaína. Hubo entusiasmo y las mujeres trasgredieron las normas. Tomaron la iniciativa de ir a los bailes sin compañía masculina. Toda una transformación. Se dijo luego que se había concertado algún noviazgo, pero seguramente fue cosecha del periodista o de las murmuraciones.
El programa de actos fue exhaustivo. La visita a los altos hornos incluyó demostraciones de Bessemer. En Gallarta vieron las minas y a los barrenadores. Todas las idas y venidas de los argentinos fueron secundadas por una multitud, a veces miles de personas. Parecía el gran acontecimiento de la historia de Bilbao y de Vizcaya.
En Gernika fueron vitoreados por 10.000 personas, más que habitantes, pues llegó gente de otros pueblos. Para la comida habilitaron las escuelas y el banquete fue generoso, como los de los días anteriores. Resumen del menú: entremeses, sopas, arroz a la valenciana, fritos, bacalao, volovanes rellenos, salmón, solomillo, langosta, pollos, jamón en dulce, helados, dulces, frutas variadas. Vinos: Sauterne, Diamante, Palacio Claret, Vinícola, Jerez, Oporto, Limonada, Champagne. Licores: Cognac Martell, Domecq y Barbier, Chartreuse, Anís. Café y cigarros. Los argentinos quedarían entre satisfechos y perplejos.
En la gala que se dio en el Arriaga era tal la demanda que tuvieron que subastar las localidades, alcanzando precios muy altos. La estrella fue Florencio Constantino, el tenor vizcaíno forjado en Argentina, que estuvo activísimo esos días. La fiesta que hubo en la Diputación «fue fiesta como no se habrá de celebrar análoga en Bilbao». El edificio se había inaugurado dos años antes y fue su gran ocasión social.
Recepción a bordo
Terminaron los festejos con la visita a Begoña, pero el día anterior la fragata ofreció una recepción. El barco fue rodeado por botes, vapores, barcas y lanchas. «En la 'Sarmiento' se repartieron numerosas invitaciones, pero puede decirse que el buque fue poco menos que asaltado por el pueblo de Bilbao». Aunque parece exageración, se dijo que subieron más de 2.000 personas, «todas ellas fueron obsequiadas delicadamente por los marinos del buque».
Se resaltó la colaboración entre las entidades oficiales y sociedades privadas. No resultó oneroso para los presupuestos públicos, porque diputación y ayuntamiento sólo se hicieron cargo de los actos que ellos organizaron, financiando los demás las empresas y las asociaciones, además de los miembros de la «colonia argentina».
Fue muy celebrado el telegrama que envió un bilbaíno residente en Argentina tras leer la crónica del bautizo de la calle Buenos Aires. Decía: «Faltaron gigantes». Para satisfacer la nostalgia de la lejanía, al día siguiente se sacaron Gargantúa, gigantes y cabezudos, enviando el correspondiente telegrama.
El Sarmiento siguió ruta hacia Brest y después al Báltico, antes de recalar en Inglaterra y Escocia. Verosímilmente en ningún lugar desató pasiones como en Bilbao, que pese a los festejos dio impresión de seriedad. Así lo expresó uno de los discursos argentinos: «Bilbao desmiente a quienes digan que es una nación muerta España; vuestras industras testifican lo contrario. No es España todo jotas y fandango».
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