Cuando mujeres de medio mundo buscaron novio en Zeberio
tIEMPO DE HISTORIAS ·
En 1974, un reportaje sobre la gran cantidad de solterones que había en el pueblo vizcaíno desencadenó una auténtica fiebre: llegaron cartas hasta de Camerún y Filipinas y algunas aspirantes españolas fletaron autobuses para conocer en persona a los 'mozos'
También en 1974 podía existir algo parecido a la viralidad. No ocurría muy a menudo y, desde luego, estaba muy lejos de la inmediatez de hoy en día, pero también era capaz de trasladar un mensaje hasta los rincones más insospechados del planeta. Lo comprobaron, ... para su propio asombro, los solterones de Zeberio, que se convirtieron (un poco sin querer, un poco deseándolo) en protagonistas de una de las peripecias más rocambolescas de la Bizkaia de los 70. También fueron pioneros no reconocidos de lo que podríamos llamar una pintoresca tradición: once años después, la localidad oscense de Plan se haría famosa por una 'caravana de mujeres' que fue, en cierto modo, heredera de las excursiones en autobús que recibió Zeberio.
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Todo empezó el 12 de febrero de 1974 con una información en este periódico. Era una modesta noticia en la página 9 y a nadie se le habría pasado por la cabeza que se iba a hablar de ella durante meses: 'Ceberio: más de cien solteros buscan novia', decía el titular, y en el texto el periodista Ángel del Río explicaba las serias dificultades de los mozos del pueblo para encontrar pareja. Para la cuenta del centenar solo habían considerado a los mayores de 35, un nutrido colectivo de 'mutil zaharrak' a los que se tenía ya por casos desesperados. Un poco absurdamente, ellos cifraban sus esperanzas en Zeanuri: «Según creemos, allí hay muchas jóvenes solteras», suspiraba una de las fuentes consultadas para la noticia, como quien describe un mundo desconocido y paradisiaco. Y, en un destacado, aparecía otra declaración que, seguramente, tuvo que ver algo con la fiebre posterior: «La mayoría son ricos propietarios».
Ahí quedaba la cosa, o eso parecía. Pero ocurrió que la información hizo gracia a otros periódicos, que la reprodujeron, y acabó saltando fronteras y propagándose de cabecera en cabecera hasta extremos fabulosos. Los primeros días, llegaban cartas de distintos lugares de España: las remitentes tuvieron que ser creativas y lo mismo las enviaban a EL CORREO que al alcalde de Zeberio o al (inexistente) club de solteros. «Nos gustaría que nos mandarais fotos, pero sin boinas», pedían once amigas de Huelva. «Estamos dispuestas a huir de la contaminación y deseamos comida no adulterada», planteaban unas leonesas. Y, desde Mirandilla (Badajoz), lanzaban un «S.O.S. matrimonial» cincuenta solteras que, en su mayoría, también eran «propietarias de fincas rústicas». Pero, muy pronto, los atónitos mozos empezaron a recibir también misivas del extranjero, mucho más allá de Zeanuri.
El periódico reprodujo, por ejemplo, el mensaje en francés de una joven camerunesa llamada Anastasie, que trabajaba como secretaria en la Asamblea Nacional de su país: «Me gustaría corresponderme con alguien rico, amable, simpático y, sobre todo, que no sea malo», pedía. Y un montón de cartas en inglés llegaron desde Filipinas, donde los apuros de los zeberiotarras habían encontrado un hueco en publicaciones como el 'Bulletin Today'. Las firmaban chicas como Susan, Rosalina, Norma, Aurelia, Leonette, Judith, Fredesminda, Sally... «Estos tímidos solteros ¿pueden hablar y escribir en inglés o en español? ¿Son educados y civilizados? ¿El pueblo de Ceberio es un remoto lugar? ¿Ceberio está cerca de la civilización?», inquiría una aspirante especialmente cautelosa.
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Tractores y otros adelantos
«El aluvión nos ha desconcertado a todos», admitía el sacerdote, José María Alzarna, que se convirtió en improbable portavoz de los casaderos. Estos se habían quedado «anonadados», según el cura, que también explicaba la dificultad de dar satisfacción a todas las peticiones de retratos: «Si tuviéramos que enviar fotos a todas las solicitantes, íbamos a dar trabajo para más de un mes a varios fotógrafos». La centralita telefónica del pueblo no daba abasto, un par de reporteros británicos se plantaron en Zeberio y una casa de electrodomésticos de Miraballes ofreció una cocina completa al primero que lograse contraer matrimonio. El propio párroco se ofrecía a viajar a cualquier lugar, por remoto que fuese, para casar a los afortunados. El popular programa 'Hora 25' de la cadena SER organizó una mesa redonda en la que participaron el cura y dos de los solterones. «Las mujeres no quieren venir al pueblo, y eso que ahora tenemos tractores y otros adelantos», se lamentaba uno de ellos, Víctor Salcedo, que también reconocía un «problema grande» de timidez.
–Pero ¿se han esforzado en buscar novia? –le preguntaba el presentador, Manolo Alcalá.
–Intentar he intentado, pero, cuando me llega la hora, me echo para atrás.
–Pero ¿nunca le ha dicho a una chica si quiere salir con usted, ir a un cine, a merendar...?
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–No, ¡ni hablar!
Las circunstancias iban a poner a prueba muy pronto la presencia de ánimo de los solterones. De repente, algunas de aquellas pretendientes dejaron de ser simples ensoñaciones y se convirtieron en presencias de amenazadora corporeidad, rotundas mujeres de carne y hueso... Vamos, que algunas se desplazaron hasta Zeberio. Primero apareció un autobús de navarras. Días después, otro de madrileñas, muchas de ellas tocadas con txapela para integrarse con naturalidad en el entorno. El propio Ángel del Río, el periodista que había escrito el reportaje original, estuvo presente en aquella segunda visita y, de hecho, se convirtió en cicerone de las cuarenta madrileñas, porque los codiciados solteros «apenas se dejaron ver», intimidados por la perspectiva de tener que interactuar con las forasteras. Solo unos pocos lanzados intercambiaron conversación, direcciones y números de teléfono. «A uno de los solterones, que no salía de su asombro, le preguntamos si no le gustaban las chicas, a lo que nos respondió: 'Por gustar, gustar, me gustan todas, pero... ¿qué les digo?'», publicó Del Río. «Los mozos del pueblo ya se han escapao», dicen que coreaban las madrileñas.
Once años después, cuando la famosa caravana de Plan acaparaba titulares, el periodista Fernando Iturribarría se trasladó a Zeberio para comprobar en qué había quedado todo aquello. Y lo cierto es que había quedado en poco: en todo ese tiempo se habían casado cinco de los mozos viejos, pero sus romances no habían tenido nada que ver con aquella pequeña revolución de 1974. «Solterones, solterones, pocos se han casado. Cuatro o cinco nada más. Más que casar, morir han hecho», concluía el funcionario municipal Juan José Arrieta, que también apuntaba que «a cuenta de aquello, los que más ligaron fueron los casados». Eso sí, también hubo quien se emocionó demasiado con las posibilidades que se le presentaban: uno de los zeberiotarras se acabó echando dos novias a la vez. «Una era de Valladolid y la otra no sé de dónde –relataba Arrieta–. Iba a visitar a una y luego aprovechaba el viaje para ir a donde la otra. Pero no se casó con ninguna».
Un vecino del pueblo, Pedro Artiñano, le hizo un resumen apresurado del censo al compañero Iturribarría. «Ahora mismo, hay 107 solterones, es decir, de 33 años para arriba. Solteronas hay 32, viudas 90 y viudos 22».
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