![El «frente único proletario» que nació en Bilbao hace un siglo](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202301/24/media/cortadas/CF0X5RY1-k3HE-U190380963532tfD-1248x770@El%20Correo.jpg)
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A comienzos de 1923, hace cien años, comenzó a funcionar un nuevo tipo de organización obrera. La formaban estructuras sindicales de orientación comunista y propósitos revolucionarios. Se integraron en la CNT, de perfil mayoritariamente anarquista, y su fundación se formalizó en Bilbao a fines del ... año anterior.
Este congreso se celebró el 24 de diciembre de 1922 para crear una organización revolucionaria. Surgieron así los Comités Sindicalistas Revolucionarios (CSR), con representantes de toda España. Buscaban integrar a los simpatizantes comunistas que estaban afiliados a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y quería disputar a los anarquistas el predominio en este sindicato.
La reunión se celebró en la Casa del Pueblo de Bilbao, que por entonces estaba bajo el dominio comunista. La presidió el asturiano Jesús Ibáñez. Decidieron, de entrada, «crear comités sindicalistas revolucionarios dentro de las sociedades obreras, formados por sindicalistas puros». Trabajarían para lograr la dirección de las distintas secciones obreras, buscando transformar el sindicato en un sentido comunista. Formaría así «comités socialistas rojos», dentro de la CNT pero con un funcionamiento propio.
La iniciativa se producía dentro de la efervescencia que vivía el movimiento obrero desde tres años antes, cuando en 1919 comenzó una severa crisis económica, se formó el partido comunista y la revolución rusa impactó en los medios obreros. En la reunión de Bilbao tomaba forma el sindicalismo de filiación comunista. Su objetivo era «crear el frente único y ofensivo contra el capitalismo y contra los desmanes de los gobiernos». Afirmaba la creencia «en la lucha de clases» e invitaba «a todo el proletariado a fusionarse en un solo organismo», cabe suponer que bajo la dirección o tutela de los comunistas.
Surgía una tendencia radical obrera, que tenía un objetivo revolucionario expreso y un perfil organizativo hasta entonces inusual. El sindicalismo revolucionario no era una mera defensa laboral ni partía de la formación más o menos espontánea de «sociedades de resistencia», de índole sindical, sino que arrancaba de una conciencia revolucionaria, con el objetivo político de tomar el poder y transformar la sociedad. Eran novedades en la tradición del movimiento obrero español.
Desconocemos el peso concreto que tenían los sindicalistas representados en la reunión de hace cien años, pero estaban bien asentados en algunos sectores: sindicato metalúrgico de Bilbao, sección de metalúrgicos de Ortuella, sindicato del mueble de Vizcaya, federación del grupo sindicalistas de Erandio y Portugalete, grupos de Baracaldo y de Sestao, sociedad de barberos y peluqueros de Bilbao, un grupo sindical de Eibar. Ni los sindicalistas revolucionarios ni la CNT encabezaban el movimiento obrero en Vizcaya, dominado por la Unión General de Trabajadores, y con fuerte presencia de Solidaridad de Obreros Vascos, pero tenía capacidad de influencia en los años en los que surgían sectores extremistas que solían emplear la violencia (entre 1919 y febrero de 1923 hubo en Vizcaya 26 «atentados sociales»).
A la reunión del 24 de diciembre de 1922 asistieron también representantes de Lérida, Valencia, Castellón, Alicante, Burgos, Asturias, Madrid y Baleares. Acudieron dos tipos organizaciones: los sindicatos con dominio comunista y los grupos que se presentaban específicamente como sindicalistas revolucionarios, una fórmula que se pretendía generalizar. No hubo representantes de Barcelona, lo que seguramente se debió a la represión que se vivía allí en aquellos años, con durísimos enfrentamientos.
Los CSR se formaron en un momento de crisis sindical, relacionada a su vez con la económica. En momentos de penurias, las conquistas sociales se hacían cada vez más difíciles y, en consecuencia, bajaba la afiliación a los sindicatos. Sin embargo, simultáneamente éstos se radicalizaron. La organización socialista revolucionaria nacía dentro de la CNT, que, sin embargo, había perdido militantes con respecto a 1919.
Contra el criterio de los anarcosindicalistas, los sindicalistas revolucionarios proponían fortalecer las federaciones de industria. Consideraban que la huelga general era insuficiente para impulsar un proceso revolucionario, por lo que debía acompañarle una insurrección armada. Promovió la acción violenta, pero en un sentido diferente al de los grupos anarquistas. Se oponía al activismo armado individualista -que había protagonizado magnicidios y atentados las dos décadas anteriores- y entendía que la violencia debía ser colectiva, impulsada por la organización.
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miguel gutiérrez garitano
Entre los acuerdos de Bilbao cabe citar la decisión de «invitar a la CNT, UGT, grupos anarquistas, Partido Socialista, Partido Comunista y organismos autónomos a la lucha de clases, para que se constituya inmediatamente el frente único proletario, para oponerse a la bacanal de Maura, a los desmanes del gobierno, a la baja de salarios y aumento de jornadas y a la incipiente organización del fascismo». Así, la nueva organización buscaba objetivos políticos y sociales, con propósitos revolucionarios, relacionados con la lucha de clases y la concepción comunista de la unidad proletaria.
Hablaba de unidad, pero la iniciativa de hace un siglo institucionalizaba la división sindical del movimiento obrero, con una opción comunista alineada junto al anarquismo, como una alternativa frente a la moderación socialista, que desde la década anterior apostaba por los mecanismos de negociación frente al rupturismo.
El principal impulsor de los Comités Sindicalistas Revolucionarios fue Joaquín Maurín, que había sido secretario general de la CNT en Lérida y miembro de la delegación de la CNT en el congreso fundacional de la que se llamó Internacional Sindical Roja, promovida por la Internacional Comunista. En Bilbao se decidía, a su vez, que Andrés Nin, que pasó del anarquismo al comunismo, fuese el representante de la CSR en Moscú. Entre los objetivos de la reunión estuvo, además el de contrarrestar la influencia de los anarquistas en la CNT, propiciar el acercamiento a la Comintern, la internacional comunista.
La historia de los CSR no fue larga. En julio de 1924 la Internacional Comunista decidió acabar con la existencia de dos organizaciones comunistas en España (PCE y CSR) e impulsar su integración, si bien los impulsores del Sindicalismo Revolucionario mantuvieron después posiciones propias.
Los Comités Sindicalistas Revolucionarios no llegaron a tener gran arraigo en el País Vasco. En Vizcaya fueron poco activos. Estuvieron estrechamente vinculados a las estructuras locales del Partido Comunista, pero sin un desarrollo específico de su actividad sindical, salvo en lo que se refiere al impulso de la violencia social.
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