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Javier peñalba
Viernes, 24 de mayo 2019, 07:04
Cándido Ibar, el padre de Pablo, era ayer más feliz, mucho más feliz. A mediodía visitó a su hijo en la prisión de Broward County, en Fort Lauderdale. Fue el reencuentro entre padre e hijo, después de que el jurado salvara a este último ... de la muerte. La condena a cadena perpetua que le impuso era el mal menor, casi un éxito. El tono de voz de Cándido era jovial, aun cuando apenas había descansado. «A la una de la madrugada he apagado el móvil y cuando lo he activado, lo tenía lleno de mensajes y con infinidad de llamadas. He podido comprobar que la sociedad en España ha estado muy pendiente de todo lo que estaba pasando con mi hijo. Es de agradecer», afirmó el padre.
- ¿Cómo ha vivido estas últimas horas?
- El lunes y el martes fueron jornadas muy positivas. Era el turno que el juez nos había reservado para que los familiares de Pablo pudiéramos testificar. Todo fue muy bien. Tuvimos la percepción de que el jurado se mostraba muy receptivo a las experiencias que fuimos desgranando sobre cómo es Pablo y el importante papel que desempeña en la vida de todos nosotros. Nos hicimos muchas ilusiones y pensábamos que algún miembro se mostraría contrario a la pena de muerte. No todos podían tener un corazón tan duro. Sin embargo, el último día, antes de que empezaran las deliberaciones, cuando la Fiscalía comenzó a exponer su informe, nos quedamos desolados. Fue tal la agresividad con la que se expresó, la brutalidad dialéctica que empleó, que nuestras ilusiones poco menos que se desvanecieron. Nos pusimos muy nerviosos y vimos que la cosa se podía torcer.
- ¿Se vinieron abajo antes de escuchar el informe de su abogado?
- Pues sí. Cometí un error, lo reconozco. He de admitir que tras oír a Benjamin Waxman me vine otra vez arriba. Estuvo extraordinario. Destacó la importancia que Pablo tenía en las vidas de su esposa, de sus dos hijos, de sus hermanos, en la mía... Pero creo que la clave estuvo cuando sacó a colación el dolor que sintieron los familiares de las víctimas por la pérdida de sus seres queridos. Recordó las declaraciones que prestaron los allegados de Casimir Sucharski, Marie Rogers y Sharon Anderson la semana pasada cuando subieron al estrado. Explicó que la muerte de Pablo podía generar un dolor similar entre todos nosotros. Expuso que era el momento de cerrar un capítulo para que las nuevas generaciones crecieran sin ese sufrimiento. Con la muerte de Pablo, nadie ganaba nada. Utilizó las palabras adecuadas y creo que ese mensaje caló en el jurado y también en los familiares de las personas que murieron asesinadas.
- ¿Ha podido estar con Pablo desde que se conoció la sentencia?
- He tenido la oportunidad de estar con él hace unas horas. Es la primera vez en los últimos meses que le veo contento, con un mensaje positivo, con ganas de vivir, ya que los últimos tres meses no ha tenido ninguna gana de hacerlo. El mismo día que conocimos el fallo, le vi que tenía un talante diferente. El cónsul de Miami, Cándido Creis, fue a visitarle aquella misma tarde y le pidió que me transmitiera un mensaje. Le dijo: 'Dile a mi padre que le quiero mucho, que estoy muy orgulloso de todo lo que a su edad ha aguantado. Y también dile que como vasco que es, ya sé que no expresa sus emociones, pero coméntale que yo, aunque tengo mezcla de sangre vasca y cubana, soy duro como él. Sabremos aguantar'. Me emocionaron sus palabras. Y cuando he estado ahora con él, he visto que su talante vuelve a ser positivo. A todos nosotros nos da una alegría inmensa verle así. Nadie quiere ver a su hijo desmoralizado. Lo cierto es que esta decisión del jurado ha sido la primera alegría que hemos recibido a lo largo de todo este proceso. Hasta ahora todo habían sido reveses.
- ¿Qué va a ser de él ahora?
- La semana que viene le van a trasladar a una prisión, donde pasará una especie de evaluación antes de que sea destinado a la cárcel en la que cumplirá la pena. Lo malo es que mientras tanto no le podemos visitar y ni siquiera hablar por teléfono. Solo puede visitarle el cónsul. Sin embargo, en cuanto le asignen un destino, el régimen de visitas cambiará. Todo será más favorable. Además, Pablo tiene ganas de estudiar.
- Estudiar, ¿qué?
- Pues no lo sé exactamente, pero todos estos últimos años ha leído mucho de Derecho y puede que estudie para abogado. Él decidirá. Tiene mucho tiempo por delante.
- ¿Qué espera a partir de ahora?
- Esta sentencia puede ser el primer paso en nuestras aspiraciones de conseguir que Pablo sea definitivamente exculpado. Estimamos que se tardará un año aproximadamente en presentar el recurso. Luego a esperar. No sabemos cuánto tiempo se tardará en resolver las apelaciones que restan. Hemos de tener paciencia. Hemos aguantado ya veinticinco años. De cualquier manera, ya no tendremos la amenaza de muerte encima. Es lo más importante.
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