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Javier peñalba
Viernes, 24 de mayo 2019, 07:48
La tensión, las emociones que se desataron en cuanto se conoció la sentencia de cadena perpetua, las lágrimas que los familiares de Pablo Ibar dejaron escapar, los efusivos abrazos que se dieron en el pasillo que da acceso a la sala de vistas número 6. ... 900 que preside el juez Dennis Bailey en el palacio de Justicia de Broward County... Todo ello es ya historia. «Ahora hay que mirar adelante y pensar en los nuevos pasos que vamos a dar con el objetivo de reparar lo injusto que es que Pablo haya sido condenado. Esto no ha terminado», afirma Andrés Krakenberger, miembro de la Asociación Contra la Pena de Muerte Pablo Ibar, el nexo de unión entre los Ibar y la sociedad e instituciones de este lado del océano.
Pablo Ibar ha pasado su primera noche sin que la amenaza de la pena de muerte pendiera sobre su persona. Ese temor ha desaparecido. Nadie ya podrá pedir que sea sentenciado a la pena capital. Las siete mujeres y cinco varones que le salvaron de la inyección letal creyeron en lo que su esposa, su padre, sus hermanas y sus amigos dijeron de él. «Pablo es una buena persona que no merece semejante castigo», dijo Michael Ibar. La familia agradece la «compasión y piedad» que el tribunal ha mostrado y afirma que ya «no vamos a vivir» con el desasosiego de saber que «algún día puede ser ejecutado».
Veinticuatro horas después de que se hiciera público el pronunciamiento, no se conocía el número de jurados que votaron en contra de la imposición de la pena de muerte. Se sabe, eso sí, que al menos hay tres votos contrarios a la máxima condena por los diferentes delitos por los que fue declarado culpable.
Superada, por lo tanto, la fase de sentencia -ha sido la única que ha reportado una alegría al preso y a su familia-, la defensa trabaja ya con la mirada puesta en el futuro. Cuenta con treinta días de plazo para cumplimentar el primero de los trámites, que es anunciar el recurso contra la sentencia condenatoria. El sistema procesal estadounidense, al igual que el de otros países, entre ellos el español, exige que antes de formalizar el recurso se comunique la disposición que existe de hacerlo.
En esta fase, la defensa cuenta con un breve plazo, si bien luego dispondrá de mayor tiempo para redactar el recurso y desarrollar los motivos sobre los que se sustenta, según fuentes de la Asociación contra la Pena de Muerte. Además, las partes deben conocer previamente la sentencia que el magistrado Bailey debe redactar y que se hará pública dentro de varias semanas o meses.
Tras el fallo de cadena perpetua, el recurso debe elevarse ante el Tribunal de Apelaciones del 4º Distrito de Florida. En el caso de que hubiese sido sentenciado a muerte, el órgano judicial encargado de resolverlo habría sido el Tribunal Supremo de Florida, el mismo que en 2000 anuló la pena de muerte y ordenó que se repitiera el juicio tras considerar que Pablo Ibar no había tenido una digna defensa.
Fuentes de la asociación y de la familia Ibar reconocen que, aunque todavía es prematuro determinar los motivos en los que se sustentará el recurso, uno de ellos estará dirigido a denunciar la falta de imparcialidad del juez. Desde que se hizo cargo del caso, éste ha rechazado la mayor parte de las propuestas de pruebas de la defensa, en tanto que ha admitido las de la Fiscalía. Pero no solo se limitó a torpedear las tesis de la defensa. Todos recordarán el papel que jugó cuando se conoció que un miembro del jurado denunció haber sido objeto de presiones para que declarase a Ibar culpable de los tres asesinatos. El magistrado se limitó entonces a apartarlo del jurado en lugar de ordenar que se repitiera la deliberación.
Otra incógnita ahora está relacionada con los letrados de la defensa. De momento, se desconoce si el despacho de Benjamin Waxman seguirá el frente del caso. Waxman asumió la dirección letrada en 2006 y su dedicación durante estos años ha sido extraordinaria. Logró que el Tribunal Supremo de Florida anulase la sentencia de muerte impuesta en 2000 a Ibar, algo que se antojaba poco menos que imposible.
Da cara a este juicio, diseñó junto a su colega Joe Nascimento una estrategia que todos pensaron pondría fin a los veinticinco años de estancia de Pablo en prisión. Sin embargo, no lo consiguió. El pasado 19 de enero cuando se dio lectura al veredicto, se mostró desconsolado.
En las próximas semanas, Waxman se reunirá con los portavoces de la familia Ibar y entre todos acordarán los pasos a seguir. Puede que pongan el caso en manos de otro abogado o despacho especializado en este tipo de recursos. De cualquier manera, los Ibar seguirán necesitando del apoyo de la sociedad para hacer frente a los gastos del nuevo proceso, con el que pretenden demostrar que Pablo no fue el autor de los asesinatos por los que ha sido sentenciado.
En tanto se resuelven las cuestiones anteriores, la situación procesal del preso de origen guipuzcoano experimentará un cambio. Seguirá unos días más recluido en la cárcel de Broward County y después pasará tres o cuatro meses en un centro próximo a Miami donde se decidirá en qué prisión ingresa. Tendrá un régimen de visitas más amplio, por lo que el Consulado de España ha solicitado a la Corte Suprema de Florida que lo envíe a una cárcel cercana a su familia, en el sur del Estado.
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