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La salida de Munilla de San Sebastián confirma la nueva orientación de la Iglesia vasca

El Vaticano le nombra obispo de Orihuela-Alicante, en un giro similar al dado en Bilbao con la elección de Joseba Segura

Martes, 7 de diciembre 2021

La salida de San Sebastián de monseñor Munilla, tantas veces anunciada, se ha materializado hoy. El Vaticano ha decidido nombrarle obispo de Orihuela-Alicante, a 750 kilómetros de la diócesis guipuzcoana, que atraviesa por una grave crisis por la falta de comunión de un amplio ... sector de los fieles con su pastor. El movimiento confirma la nueva orientación que la Santa Sede ha diseñado para la Iglesia vasca tras el traslado de Mario Iceta a la archidiócesis de Burgos, y su relevo en la persona de Joseba Segura.

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La remoción de José Ignacio Munilla estaba en la agenda del Vaticano desde hace tiempo, una vez que los informes confirmaban la falta de sintonía de la comunidad eclesial con su obispo, caracterizada por una gran desafección. La llegada a Madrid del nuevo nuncio apostólico (embajador), Bernardito Auza, en octubre de 2019, ralentizó todos los movimientos. Varios meses después, el arzobispo de Barcelona. Juan José Omella, fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal Española. Para entonces, el cardenal, ya era uno de los hombres de máxima confianza del papa Francisco. Además, es miembro de la Congregación de los Obispos, el 'ministerio' por el que pasan todos los nombramientos. Y Omella sabía que la Iglesia tenía un problema en San Sebastián.

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El futuro de Munilla ha sido tratado por miembros de la cúpula episcopal, aunque no de manera oficial. También por la comisión oficiosa que asesora al nuncio en estas cuestiones, en la que además de a Omella, también se sitúa a los cardenales Osoro y Blázquez, así como al arzobispo emérito de Zaragoza, Vicente Jiménez Zamora, y al jesuita vasco Germán Arana, considerado una de las antenas del pontífice argentino en España. El sector conservador del episcopado había agitado la candidatura de Munilla para ocupar algún arzobispado, incluido el de Pamplona, cuyo titular tiene que presentar su dimisión obligatoria el próximo mes de enero. Era una forma, se argumentaba, de removerlo sin que pareciera una desautorización. Sin embargo, si hubiera sido promovido a una sede metropolitana, de manera automática habría entrado en el núcleo duro de la dirección de la Conferencia Episcopal.

Después de casi doce años en San Sebastián (se cumplen el 9 de enero), el tiempo transcurrido es otro argumento. Mario Iceta ha estado doce en Bilbao. Roma ha pensado en la diócesis de Orihuela-Alicante como destino, un territorio balneario, sin un gran peso en el mapa eclesiástico español, en manos ahora de Jesús Murgui, otro obispo polémico. Murgui, que ya estaba en tiempo de descuento por la edad, estaba bajo la lupa del Vaticano por distintos asuntos internos. Murgui, además, se vacunó contra el coronavirus fuera del turno que le correspondía.

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Polémicas

Munilla llegó a la diócesis donostiarra en medio de una fuerte polémica porque no parecía el candidato más idóneo tras haber actuado por libre. El entonces titular, Juan María Uriarte se movió en Roma advirtiendo de los problemas que podría acarrear su nombramiento, pero el Vaticano siguió adelante con sus planes. En la Secretaría de Estado y en España mandaban otros. Munilla era una de las piezas para consumar un giro en la jerarquía vasca, progresista, a la que se situaba muy cercana al nacionalismo, y muy politizada. Aquel movimiento se interpretó como una desautorización de la línea que hasta ese momento se desarrollaba en las diócesis del País Vasco.

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Además, todavía no había llegado Aiete y la decisión de ETA de dejar de matar. Munilla se posicionó con mensajes más contundentes contra los miembros de la organización terrorista y sus jaleadores políticos y con el proceso hacia el final de la violencia. Sin embargo, el Vaticano no desautorizó la presencia del entonces arzobispo de Bolonia, Matteo Zuppi, en Baiona, en la ceremonia del desarme de ETA, un acto criticado por monseñor Munilla. Zuppi, hoy cardenal, es uno de los papables con más posibilidades en un futuro cónclave para suceder a Bergoglio.

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La salida de Munilla de San Sebastián mueve el tablero episcopal vasco. El perfil de su sucesor, del que todavía no se sabe nada, será la piedra de toque que visualice la nueva orientación de la Iglesia de Euskadi y de Navarra. Bilbao está bajo la responsabilidad de Joseba Segura, alineado sin fisuras con la línea que predica el papa Francisco. Su promoción fue interpretada como una rehabilitación de la Iglesia anterior. En Pamplona, el obispo auxiliar, Juan Antonio Aznárez, acaba de ser nombrado arzobispo castrense, y el actual titular, Francisco Pérez González, cumple 75 años el próximo 13 de enero, por lo que tiene que presentar su dimisión al Papa según establece el Derecho Canónico. Será otro nombramiento significativo. Todo indica que hay un giro con respecto a episcopados anteriores,

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