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Oskar Ortiz de Guinea e Iraitz Vázquez
San Sebastián
Martes, 7 de diciembre 2021, 23:46
José Ignacio Munilla Aguirre asume «con obediencia gozosa» su nombramiento como nuevo prelado de la diócesis de Orihuela-Alicante tras casi doce años al frente de la diócesis de Gipuzkoa. Oficiará «como despedida» su última eucaristía en la catedral del Buen Pastor, en una ceremonia ... fijada el 6 de febrero.
En una comparecencia pública a mediodía en la que confirmó su marcha, Munilla dio ayer «gracias a Dios por estos 12 años como obispo de San Sebastián», al tiempo que envió un vídeo a sus feligreses alicantinos en el que aseguró que recibe con «paz, gratitud, ilusión y confianza» la encomienda «que me ha hecho el papa Francisco», y que fue anunciada por la Nunciatura Apostólica a la Conferencia Episcopal Española. «Yo ya rezo por vosotros», aseguró a sus futuros parroquianos el religioso nacido en Donostia hace 61 años.
Munilla, que aprovechó para cantar el angelus antes de la rueda de prensa, evitó resaltar un hecho concreto sobre su mandato en Gipuzkoa. «Son tantos momentos que sería imprudente por mi parte elegir uno. Posiblemente las cosas más hermosas han sido fuera de las cámaras, en el silencio y anonimato público». Pone fin así a una etapa en Gipuzkoa salpicada de discrepancias con la comunidad local de feligreses, pese a su origen donostiarra y euskaldun.
Munilla, nacido el 13 de noviembre de 1961, se crió en el barrio de Intxaurrondo en el regazo de una familia que él calificó de «estable», aunque veraneaba con sus dos hermanos en el caserío de la rama materna en Aizarna (Zestoa). Estudió desde párvulos hasta COU en el colegio del Sagrado Corazón Mundaiz, inició los estudios eclesiásticos en el Seminario Mayor de Toledo y los acabó durante dos años en el Seminario Diocesano de San Sebastián. Se licenció en Teología y Espiritualidad en la Facultad de Teología del Norte de España, en Burgos.
designación en 2006
Fue el entonces obispo de San Sebastián, José María Setién, quien le ordenó sacerdote en el Buen Pastor el 29 de junio de 1986. Desde ese año ejerció como coadjutor en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Zumarraga, hasta que en 1990 fue nombrado párroco de El Salvador en el municipio urolatarra, donde residió durante toda su labor eclesiástica. Como titular, tuvo conocimiento de los abusos sexuales sufridos por una persona con discapacidad mental y denunció los hechos a la madre del chico y, a instancias de esta, a la Ertzaintza. En el posterior juicio contra los cuatro acusados del delito, se negó a declarar para no desvelar detalles de la confesión que le había hecho la persona discapacitada. La Audiencia de Gipuzkoa abrió diligencias por ello, pero el juez las terminó archivando.
En 2006, tras 20 años de residencia y oficio en Zumarraga, dejó Gipuzkoa al ser nombrado obispo de Palencia por parte del papa Benedicto XVI. Fue consagrado el 10 de septiembre en la catedral palentina y se convirtió así, a los 44 años de edad, en el prelado más joven de España.
Su ideología conservadora le aproximó a Antonio Rouco Varela, presidente de la conferencia, quien lo llevó en distintas misiones de evangelización por numerosas ciudades españolas e incluso por Roma. Nunca rehuyó su presencia en la calle ni en los medios de comunicación -es activo en redes sociales, en el canal de la diócesis donostiarra en Youtube, en su programa diario en Radio María, emisora que dirigía su hermano mayor Esteban, y en su blog enticonfio.org-.
Dejó su impronta conservadora en temas sociales que afectan a la fe católica en un rosario de declaraciones polémicas: ante el sida, daba prevalencia a la «castidad» y la «fidelidad» frente al uso de un preservativo que a su juicio fomentaba «la promiscuidad»; sobre el aborto declaraba que una madre lo es «desde el embarazo» y que solo optará «a un hijo vivo o muerto»; la eutanasia, en su opinión, constituye un «suicidio asistido, el fracaso de una sociedad incapaz de acompañar el sufrimiento»; y la homosexualidad, decía, «no puede recibir aprobación alguna».
¿Y quién le sucederá? La pregunta del millón sobre quién tomará las riendas de la Iglesia guipuzcoana resuena oficialmente desde ayer. Los rumores apuntan ahora a dos religiosos vascos como candidatos a la sucesión de Munilla. Las fuentes consultadas afirman que la renovación se hará además a fondo, posiblemente con un cargo proveniente de la comunidad jesuita, la misma a la que pertenece el papa Francisco. De confirmarse, sería el primer obispo de Gipuzkoa de esta orden religiosa.
Se abre por lo tanto ahora un periodo de 'interinidad', en el que Munilla permanecerá «como administrador de la diócesis de San Sebastián» hasta que la Santa Sede comunique oficialmente su sustituto. No hay plazos marcados y este tiempo puede prolongarse todavía varias semanas. Sí está la fecha del 12 febrero en el horizonte, cuando Munilla tome posesión como obispo de Orihuela. Para entonces, ya tiene que estar atada la sucesión en Gipuzkoa.
Sin dar pistas, Munilla tendió ayer la mano a su sucesor. «Me parece clave que nos comprometamos todos los católicos a orar por esta intención con el compromiso de brindar una acogida plena a quien sea designado como próximo obispo de San Sebastián antes de conocer su nombre», declaró el prelado, que animó a «todos los fieles diocesanos a vivir este momento en sintonía y plena comunión».
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