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Gonzalo Bosch / Laura Garcés / Patricia Orduna
Jueves, 31 de octubre 2024, 00:56
«No parece Paiporta». Como en una campana de irrealidad, quienes ayer se adentraban en el paisaje de pesadilla de casi cualquier pueblo del área ... metropolitana de Valencia caminaban entre el lodo sin terminar de creerse lo que veían, como si sus ojos no pudieran asimilar los coches amontonados unos sobre otros, ni su olfato, el hedor a agua estancada. Un millón y medio de personas viven en la zona más afectada por la inundación, los mismos que ayer se despertaron con el corazón en un puño. Empezó un día de limpiar, de buscar a sus seres queridos, de creer o desmentir bulos. Y también de ver cadáveres. Muchos.
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Lo peor se lo llevó Paiporta, donde fallecieron casi cuatro decenas de personas. La desolación resultaba ayer total y absoluta. Catorce horas después de la riada, los vecinos no comprendían cómo puede ser que nadie les avisara. De repente, el agua llenó las calles. Sin aviso, sin alerta. De la forma en la que llegan las peores noticias. «Mira, era un día tan normal... Mi marido se fue al gimnasio, prueba de la tranquilidad que reinaba. Pero se volvió corriendo a casa cuando, de repente, vio el agua», comenta María.
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El resto es la crónica de una noche en vela, con dos niñas y otra familia acogida en el salón. «Tenían la planta baja de su casa inundada, así que cogieron la documentación y subieron las escaleras». Sin agua y sin luz desde las 19.00 horas del pasado martes. Pero ese episodio es un hecho menor si se compara con lo que esta familia presenció desde el balcón de la vivienda. «Paiporta se convirtió en una ratonera, los coches flotaban como si fuera una pecera», asegura María, todavía con el susto en el cuerpo. Los automóviles estaban detenidos mientras el agua avanzaba hacia ellos: «En cuestión de minutos quedaron atrapados, sin poder dar la vuelta ni quienes los ocupaban salir al exterior». Desde allí presenciaron cómo un joven lograba abrir la puerta, cogía un palé que arrastraba el agua y lo colocaba en el capó del coche. «Estuvo allí durante horas». Su marido tampoco olvidará la jornada. «Un hombre tuvo que escapar por la ventanilla del coche, acababa de bajar al garaje para ponerlo a salvo».
Fue esta una reacción que se repitió con frecuencia a partir de los primeros mensajes que alertaban del desbordamiento. El intento a la desesperada de tratar de sacar los vehículos del parking por el riesgo de que se inundara, tal y como al final ocurrió. «No pensábamos que fuera a llegar el agua hasta la zona donde nosotros vivimos, que es relativamente nueva». De repente, como de la nada, «empezó a subir, a subir, a subir... Y la gente atascada en sus coches pidiendo ayuda». Hubo un momento, incluso, en el que el sufrimiento fue mayúsculo. «Se oía a gente atrapada que reclamaba auxilio», relata el marido de María.
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Un millar de personas se quedaron la noche del martes atrapadas en las áreas industriales El Oliveral Sectores 12 y 13 y en el Parque Logístico de Valencia, en Ribarroja. Las labores de rescate se prolongaron durante varias horas, hasta después del mediodía de ayer. Eran todos trabajadores de empresas radicadas en estos polígonos a quienes sorprendió la dana antes de que pudieran salir de sus centros de trabajo, tal y como confirmó a este periódico el alcalde de la localidad, Robert Raga.
A media mañana de ayer se podía ver el puente nuevo, el que se construyó tras el desastre del río Turia en 1957, arrasado hasta quedar impracticable por la corriente tumultuosa. El Ayuntamiento de la localidad ha explicado que el martes el 'pont vell', en la actualidad de uso peatonal, también había quedado muy dañado, ya que el agua destruyó sus rampas de acceso. Desde el Consistorio señalaban ayer que ahora están a la espera de determinar si ha sufrido daños estructurales. La localidad, como ha apuntado Raga, se encuentra «prácticamente incomunicada. Sólo tenemos acceso a Manises».
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El alcalde de Ribarroja ha apuntado que no tenían constancia de que en la localidad hubiera víctimas mortales y explicó que para rescatar a los atrapados se han habilitado autobuses que hacían viajes para trasladar a las personas que en muchos casos se habían visto obligadas a refugiarse en los tejados de las empresas.
personas se refugiaron en los cines MN4 del Centro Comercial de Alfafar, donde pudieron pasar la noche del martes al miércoles a salvo de los peligros de la inundación.
Un dron de Bomberos sobrevoló la pedanía de La Torre por la mañana para pedir a los vecinos que buscaran puntos elevados porque venía más agua. Finalmente, no hubo nuevas avenidas en las zonas afectadas.
En algunos grandes centros comerciales como MN4 y Bonaire hubo saqueos a lo largo del día, tal como se ha podido confirmar de fuentes de toda solvencia. Las tiendas de ropa se contaban entre las más afectadas.
La localidad de Alcàser, en el epicentro de la tragedia, sufrió cortes de luz durante toda la noche, lo que implicaba que decenas de alarmas de comercios se encendieran cada dos por tres. También falló internet.
fallecidos en las calles de Paiporta, la localidad más afectada por las inundaciones y donde hubo más víctimas mortales. Ayer todavía se podían ver algunas en las calles del pueblo.
Los trabajadores vivieron una noche muy difícil, dramática, en espacios que resultaron «un auténtico desastre», según fuentes de EGMPLV, entidad responsable del polígono. Antes de proceder a la evacuación, las autoridades habían prohibido la entrada a cualquier pabellón del parque. No obstante, los daños materiales se estiman son muy elevados, tanto desde el punto de vista particular como empresarial. Una vez trasladados a los colegios habilitados como espacios de apoyo y acogida, los afectados hallaron comida y agua, pero también cargadores de teléfonos móviles, una herramienta que no tardó en revelarse como un bien de primera necesidad para contactar con las familias. Antes de llegar a los centros educativos, los evacuados fueron sometidos a una revisión médica en centros de salud.
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Entre los principales problemas que atenazan a la región están los cortes del suministro de agua potable. La Entidad Metropolitana de Servicios Hidráulicos (EMSHI) ha comunicado problemas en las plantas potabilizadoras de Picassent y Manises. Las incidencias han provocado bajadas de la presión, por lo que las fincas con más años y sin bomba podrían registrar problemas en sus pisos más altos. En este sentido, el Ayuntamiento de Manises señaló, citando a la EMSHI, que la reparación de la avería de La Presa se iba a prolongar al menos diez horas. El Consistorio ya había mencionado la posibilidad de problemas de suministro en la zona.
«La zona más crítica es l'Horta Sud donde los efectos de la dana han ocasionado roturas en la red de Alcàsser, Silla, Beniparrell, Albal, Catarroja, Massanassa, Alfafar, Benetússer, Llocnou de la Corona, Paiporta, Picanya y Aldaia», explicaba ayer la EMSHI en un comunicado. De esta manera, son 13 los municipios del área metropolitana de Valencia que han visto su suministro de agua suspendido, puesto que Montserrat también está afectado por estas interrupciones.
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La EMSHI asegura que están trabajando intensamente para restablecer el servicio en el menor tiempo posible, aunque en localidades como Alcàsser el suministro seguía cortado al cierre de esta edición.
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