Javier Arias
Jueves, 11 de julio 2024
Tras dos semanas de amenazas si el PP aceptaba pactar con el Gobierno el reparto a las comunidades autonómas de los menores inmigrantes no acompañados hacinados en Canarias y 24 horas de tensión al límite en las que no terminaba de aclarar qué iba a ... hacer, Vox rompió este jueves las coaliciones de Gobierno que mantenía hasta ahora con los populares en Castilla-León, Murcia, Comunidad Valenciana, Aragón y Extremadura.
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En una comparecencia sin preguntas al borde de las diez de la noche y tras una reunión de más de tres horas de la dirección del partido, su líder, Santiago Abascal, anunció que sus consejeros autonómicos renunciarán de inmediato a sus cargos y sus parlamentarios retirarán el apoyo a los mandatarios autonómicos de Alberto Núñez Feijóo. Todos ellos se habían ido rearmando a lo largo de la jornada para afrontar un divorcio que los deja en minoría pero que también libera de ataduras a Feijóo frente a Sánchez en un momento clave de la legislatura y con la derecha convulsionando el escenario.
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«Feijóo ha creído oportuno pactar con el autócrata. Hemos cedido quizás a veces demasiado para salvaguardar esos Gobiernos. Pero es imposible pactar con el que no quiere hacerlo, con el que pretende imponernos unas políticas de fronteras abiertas. Nadie ha votado a Vox y al PP para que continúe la invasión de inmigración ilegal y de menas. Si el señor Feijóo quiere engañar a sus electores y seguir aplicando políticas socialistas y globalistas, allá él. En consecuencia Vox constata que los acuerdos regionales están rotos como consecuencia de la agresión de Feijóo», señaló el propio Abascal desde la sede de Bambú 12, donde reunió a la plana mayor del partido en el Comité de Acción Política a las 18.30 horas para trasladar la decisión que él mismo ya había dejado caer horas antes en los pasillos del Congreso de los Diputados.
Son varias las crisis que ha atravesado la relación PP-Vox desde que en febrero de 2021 ambas formaciones formasen su primer gobierno de coalición en Castilla y León. Pero en esta ocasión, con el debate del reparto de menores extranjeros no acompañados como pretexto y con los de Abascal a la baja electoralmente -sostienen desde Génova que esa es una de las principales razones que explican este terremoto político-, se han sobrepasado todos los límites.
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En el PP son conscientes de que esos pactos -que en muchos casos se produjeron de forma precipitada- lastraron al partido de cara a las elecciones generales del pasado año. Feijóo obtuvo la victoria en esa cita electoral pero la suma con los de Abascal resultó insuficiente y Pedro Sánchez fue capaz de permanecer en La Moncloa. Ahora se les presenta una ventana de oportunidad inmejorable para sacudirse del argumentario que PSOE y sus socios llevan empleando desde la formación de ese primer Ejecutivo en Castilla y León: que los de Génova se mimetizan con la radicalidad de Vox hasta el punto de no existir diferencias entre las dos formaciones.
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Aunque en este caso ha sido la derecha radical quien ha apretado el botón rojo. Una decisión arriesgada y que desde la sede de Bambú 12 admiten que puede provocar protestas internas. Pero el órdago lanzado por el líder del partido no podía caer en saco roto al haber puesto en juego su credibilidad. El entorno de Abascal incide en que la formación siempre se ha movido por «principios» y no por «tacticismo» -regla que sí marca la hoja de ruta de Feijóo, según los voxistas-. Aunque lo cierto es que su postura se ha ido endureciendo hasta llegar a un punto en el que ha resultado muy difícil dar marcha atrás.
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Por la tarde fuentes de Génova aclaraban a este periódico que durante el día nadie de los Ejecutivos regionales de Vox se puso en contacto con la dirección nacional del PP. A juicio del que es el tercer partido en el Congreso de los Diputados, Feijóo, al aceptar el reparto de menas y rechazar este ultimátum, lo que consigue es equipararse «en todo» y «cada vez más» a Pedro Sánchez: «La gente no entiende eso, sólo las posiciones claras. Y lo que hace Feijóo, esa supuesta política para adultos como él la llama, es incomprensible».
Lo previsible es que los Gobiernos liderados por el PP pasen ahora a estar en minoría. Los de Feijóo priman la «responsabilidad» y no hacer pagar a los electores las peleas políticas con otros partidos -como defienden en Génova sí que ha hecho Vox al no dar marcha atrás con este órdago-. De hecho, en el PP, el tono fue más duro que en anteriores ocasiones para responder a palabras gruesas del partido de Abascal. El vicesecretario de Coordinación Autonómica y Local del PP, Elías Bendodo, instó a Vox a decidir si quiere ser «un partido de Gobierno o para protestar». El dirigente andaluz, además, aprovechó para recalcar que se siente «orgulloso» de la decisión tomada por su formación.
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Miguel Tellado, otro de los hombres importantes de la dirección nacional de los populares, también lanzaba su particular dardo a la derecha radical desde la Cámara Baja. «Vox es el que tiene que explicar sus decisiones y, si finalmente las toma, yo creo que ni sus cargos, y mucho menos sus votantes, las entenderán», señaló tras asegurar que en Vox «tienen un problema grave para situarse».
Aunque será este viernes cuando Génova ofrezca una repuesta concreta a la decisión final de Vox. El propio Feijóo comparecerá en la sede nacional para pronunciarse sobre la decisión de Abascal de consumar su amenaza.
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