
La carga de la Ertzaintza en el callejón de María Díaz de Haro no estaba «justificada» porque no existió una «lluvia» de objetos contra los agentes. La investigación que realizó la Policía vasca después del pelotazo que acabó con la vida de Iñigo Cabacas fue «deficiente» e impidió conocer con exactitud lo que pasó aquella noche de abril de 2012. Y, como consecuencia de todo ello, la sección primera de la Audiencia de Bizkaia condenó este jueves a dos años de prisión al ertzaina Juan José de Pablo (número profesional 3.389), el agente que tenía más galones en la zona en la que, hace más de seis años y medio, se produjo la carga con pelotas de goma que acabó con la vida del joven aficionado del Athletic. A pesar del severo reproche que realiza el tribunal a la actuación de la Ertzaintza, el resto de agentes encausados –otros dos mandos intermedios y tres escopeteros– han quedado absueltos del homicidio por «imprudencia grave» profesional del que estaban acusados.
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Es decir, no se ha podido determinar quién realizó el disparo mortal. Pero el tribunal considera que el agente condenado tuvo gran responsabilidad de la carga por ser el agente de mayor rango. Los jueces entienden, de hecho, que el fallecimiento de Cabacas «no se habría producido» si el 3.389 habría actuado «impidiendo o deteniendo la carga policial». La sentencia es recurrible ante el Tribunal Supremo, pero es muy poco probable que el condenado, que está ya jubilado y no tiene antecendentes penales, pueda llegar a entrar en prisión.
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El ertzaina que ha resultado condenado era el único que se sentó en el banquillo de los acusados por «omisión». Es decir, los otros cinco agentes imputados fueron juzgados por tener una actitud «activa» en los hechos: tres de ellos dispararon pelotas y los otros dos estaban acusados por dar la orden de disparar. En cambio, en el caso del 3.389 lo que se cuestionó es su total «inacción» cuando era el agente con más capacidad de mando en el sector 1 durante el dispositivo de seguridad que se organizó para el partido entre el Athletic y el Schalke 04. Durante el juicio, el jefe de la Ertzaintza, Jorge Aldekoa, que en aquella época era el 'nagusi' de la comisaría de Bilbao, y otros responsables de la Policía vasca, no dudaron en poner el foco en este oficial y en cargar sobre él la responsabilidad de lo que ocurrió allí. «Tenía el mando sobre las furgonetas». Debía decidir «qué hacer y no hacer». Si se debía cargar o no en el callejón, argumentó Aldekoa durante su declaración de testigo.
Lo cierto es que el 3.389 llevó una estrategia de defensa radicalmente opuesta a la que mantuvieron el resto de ertzainas imputados, que siempre han criticado su «inacción» y le han señalado como el mando que debía tomar decisiones. El resto de acusados –y también gran parte de los testigos policiales que han pasado por la sala de vistas– afirmaron que la carga se produjo por la necesidad de llegar al callejón para atender a un herido que, según se pensaba en ese momento, se encontraba allí dentro. No pudieron llegar, dijeron, por la gran cantidad de objetos que les lanzaron. En cambio, este mando intermedio aseguró en su declaración que no salió del vehículo cuando llegaron al callejón porque recibieron el impacto de una serie de objetos y prefería recabar «datos» antes que «salir como locos» hacia los atacantes. Es más, no dudó en relatar que, ya en el lugar, no tuvo la sensación de que los incidentes por los que les habían movilizado siguiesen en activo. Subrayó que él se habría marchado de allí en cuanto llegó con el vehículo policial y cuestionó que el jefe de operaciones de la comisaría (conocido como Ugarteko) hubiese decidido mandar «gente uniformada a la herriko». Un lugar en el que si ven «llegar a los «cipayos» y tienen un botellín» te lo van a «tirar», dijo. En su opinión, se trató de una decisión «incorrecta» a no ser –deslizó– que se buscara una «sarracina». También dijo que él sólo tenía mando sobre una de las furgonetas.
En su sentencia, el tribunal pone en cuestión la versión de los ertzainas que han declarado en el juicio. Admite que pudo haber un «escaso» o «esporádico» lanzamientos de objetos desde el callejón hacia los funcionarios. Pero afirma que los incidentes podrían hacerse «cortado sin necesidad de utilizar pelotas de goma». Es más, recalca que la actuación policial fue «inadecuada» por el lugar en el que se produjo, lo que dio lugar a una situación de «atrapamiento», provocó situaciones de «pánico» y puso «en riesgo la integridad física» de las personas que estaban allí celebrando la victoria del Athletic. En este contexto, el tribunal no duda en reprochar la actuación de otros mandos policiales –como el jefe de operaciones de aquella noche, el denominado 'Ugarteko'– por el «descontrol» de la actuación y por el «incremento desmesurado» de efectivos en la zona, pero puntualiza que su resolución «debe ceñirse» a los seis agentes encausados.
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La Audiencia subraya que es «bastante probable» que otros agentes que no han sido imputados disparasen aquella noche, más allá de los tres escopeteros encausados. Por eso, como no se ha podido determinar quién fue el que realizó el disparo mortal, tampoco se puede establecer un «nexo causal» entre los mandos intermedios que admitieron haber dado la orden de disparar a los agentes de sus furgonetas y el pelotazo mortal. El caso del ertzaina condenado es distinto en la medida en que, insiste el tribunal tenía el mando sobre todas las furgonetas.
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