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El 8 de enero de 1996 ETA había planificado un atentado sin precedentes. Un comando tenía previsto entrar en el hospital de Txagorritxu, en Vitoria, acceder a una de sus plantas más altas y allí buscar una de las ventanas que daban a la fachada ... del Gobierno vasco. Los terroristas tenían previsto llevar a cabo esa acción al mediodía, minutos antes de la hora en la que consejeros y altos cargos del Ejecutivo se concentraban en silencio para protestar por el secuestro del empresario guipuzcoano José María Aldaia, quien esos días se encontraba en poder de la banda. El plan de los etarras del 'comando Araba' era disparar con un rifle de precisión para matar al entonces consejero de Interior, Juan María Atutxa. Una rápida operación de la Ertzaintza contra el comando evitó el asesinato.
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Dos años después, el miembro del 'comando Bizkaia' Koldo Martín Carmona mantuvo ante un juez la amenaza de ETA contra el consejero. «Tiempo habrá» para matarle, dijo. Las frases del terrorista en la vista oral en la que se le juzgaba precisamente por intentar asesinar al máximo jefe de la Ertzaintza fueron descarnadas y violentas. Martín Carmona reconoció que trató de matarle en 1994. «Lo hice todas las veces que pude», se enorgulleció. «Sigue siendo enemigo de nuestro pueblo, lo mismo que el guardia civil que está oprimiendo al pueblo». En 2009, un etarra que había ayudado a Carmona en cinco de esos intentos, Guillermo Marañón, fue nombrado pregonero de las fiestas de Igorre a propuesta de la izquierda abertzale. El odio en ese mundo contra Atutxa y la Ertzaintza ayuda a entender que se honrase así a un terrorista que acaba de salir de prisión.
El fallecimiento de la esposa de Juan María Atutxa, Begoña Zalduegi, ha devuelto a la actualidad el momento histórico en el que ETA dio el salto de colocar a un líder nacionalista en el centro de su diana y ordenó a su maquinaria terrorista acabar con él como fuera. Zalduegi se convirtió en ejemplo de coraje con un mensaje que lanzó a través de Radio Euskadi: «Nuestra fuerza es Euskadi y no cederemos al chantaje del terror (...) «Ahora sois vosotros los nuevos dictadores, no hemos nacido para vivir arrodillados». Y advertir a la banda: «La próxima vez que atentéis contra mi marido aseguraos de que le acompaño, porque quiero morir con él. Gora Euskadi Askatuta!».
Más tarde conocería que había estado muy cerca de que eso sucediera. Atutxa fue el primer dirigente del PNV que se situaba en el punto de mira de ETA. Para entender esa decisión hay que recordar que en 1994 los terroristas habían aprobado la doctrina Oldartzen, en la que los cargos políticos no nacionalistas pasaban a ser objetivo de atentados y se buscaba «socializar el sufrimiento».
La banda terrorista tenía dudas sobre abrir el frente que supondría atentar contra los jeltzales. Pero, en su lógica mafiosa, matar a Atutxa les haría comprender hasta dónde estaban dispuestos a llegar. Y, además, se trataba de un mensaje que ETA y su mundo podrían hacer pasar como un ataque al responsable de la Ertzaintza, a la que comenzaban a equiparar con la Guardia Civil o la Policía Nacional. Los etarras también querían que sus ataques a la Policía vasca, con atentados selectivos, forzase a este cuerpo a levantar el pedal del acelerador en la lucha antiterrorista.
¿Cómo convenció al mundo de la izquierda abertzale que era necesario matar a un dirigente del PNV? ETA sabía que sería difícil de entender y para justificarlo utilizaron un argumento extraño y que solo podría surgir en los confusos sucesos de los años del plomo. En 1993, el miembro de la banda Xabier Kalparsoro 'Anuk' falleció tras arrojarse por una ventana de comisaría de Indautxu, en Bilbao, donde había sido trasladado tras ser detenido en Durango. Este etarra había escrito una carta, publicada en su día, en la que contaba que la Ertzaintza le había llevado a «una base secreta» en la que le habían facilitado drogas para «lavarle el cerebro y utilizarle» de una forma que no aclaraba. Pese a que no había ni una sola prueba de esta extraña información -que llegó a ser investigada por un juzgado-, ETA decidió que esa confesión era suficiente para acabar con Atutxa. Se iban a amparar en una operación policial inexistente, pero a la que sus seguidores sí daban crédito.
En su primer intento, la banda recurrió al rifle de un francotirador. Martín Carmona, el jefe del 'comando Bizkaia', intentó utilizar un arma de estas características para acabar con la vida del consejero mediante un disparo realizado desde una cantera próxima a su domicilio en Lemoa. Sin embargo, no consiguieron acercarse lo suficiente para realizar el crimen con éxito. Tras este fracaso, montaron un coche bomba en una lonja de Astrabudua con 50 kilos de explosivo, material suficiente para reventar el vehículo blindado en el que viajaba el consejero. A partir de ese día, vigilaron todas las comparecencias de Atutxa y sus previsiones de asistencia a mítines y actos públicos con el objetivo de hacerlo estallar a su paso. Lo llegaron a colocar en el peaje de la Autopista Bilbao-San Sebastián, pero los cambios de horario y de rutinas del miembro del Gobierno vasco le salvaron la vida.
El siguiente intento tuvo lugar durante la boda del hijo del consejero. Los etarras se mezclaron con los asistentes a la ceremonia e intentaron colocar un maletín-bomba bajo del coche en el que se desplazaba el jefe de la Policía vasca. La presencia de los escoltas les hizo desistir, pero llegaron a cruzarse con la mujer de Atutxa. «Estuvieron en la boda de mi hijo. Aparecen en el vídeo. Bajé del coche, llovía un poco, yo no podía abrir el paraguas y uno me pasó rozando el costado derecho. El otro estaba detrás de un periódico, leyendo. Cuando ves el vídeo y están allí… La de veces que le he dado las gracias al ertzaina que cuidaba el coche», recordó la mujer en una entrevista concedida a este periódico.
El comando fue detenido ese mismo año, pero las órdenes no cesaron. En 1996, la banda volvió a intentar el uso de francotiradores para acabar con la vida de consejero en el plan previsto desde el hospital de Txagorritxu. De nuevo, la Ertzaintza detuvo al comando y evitó el crimen. Juan María Atutxa abandonó la consejería de Interior en 1998, una decisión que no evitó que ETA siguiera buscando la forma de poner fin a su vida.
En 1999, en una de las revistas internas de la banda incautada por las fuerzas de seguridad -las conocidas como 'Zutabes'-, los terroristas escribían que el consejero siempre estaría en la lista de objetivos de ETA porque «era un enemigo del pueblo». Esta 'fatua' no cesó. En 2009 fue detenido el que fuera jefe del aparato militar, Javier López Peña 'Thierry'. En su poder se encontraron informaciones sobre vigilancias al exconsejero destinadas a preparar algún tipo de atentado. Solo faltaban dos años para que ETA abandonase la violencia y se habían vivido momentos históricos como el 'Pacto de Lizarra' -en el que los nacionalistas llegaron a acuerdos con la propia banda-, pero para los terroristas Atutxa seguía un objetivo prioritario.
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