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Rosa Pérez Esquerdo es la directora general de Osakidetza. Acompañó el pasado lunes a la consejera de Salud en su comparecencia ante los medios de comunicación para hablar de la crisis que ha reventado en Gipuzkoa, pero que permanecía larvada y en plena ebullición en ... toda la organización desde hace varios años. Gotzone Sagardui ni siquiera la presentó, pero ella tampoco se inmutó. Quienes la conocen de cerca aseguran que la imagen que dio en la comparecencia es la que ella misma ha contribuido a difundir: distancia y hermetismo.
Hay quienes defienden que su actitud responde a una forma de ejercer el mando; otros creen que se trata de una mera cuestión de personalidad. Sus detractores insisten en que a la 'número uno' de Osakidetza le falta el carácter necesario para ejercer el alto cargo que ostenta desde hace dos años. «Su gran 'plus' es el de ser una directora general muy callada y absolutamente obediente», anotan.
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La de Pérez Esquerdo es una de las carreras «más meteóricas» que se han conocido en el ámbito de la política vasca y su «eficacia y entrega» es alabada en las altas instancias. En dos años, poco más o menos, pasó de ejercer como médico de familia en el centro de salud de San Ignacio, en Bilbao, a convertirse en la máxima responsable de Osakidetza, la mayor empresa de Euskadi con unos 30.000 trabajadores a su cargo.
Nació en Barakaldo en 1969 y se licenció en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Decidió, sin embargo, emprender su carrera profesional en Cataluña. Durante ese tiempo fue elegida por el Servicio Catalán de Salud para desarrollar en 1997 un proyecto bautizado como EBA (entidades de Base Asociativa), que consistió en promover empresas de profesionales sanitarios integradas en el sistema público de salud, para prestar servicios de atención primaria a la población de referencia.
Está casada con un médico, hijo de un reconocido facultativo muy bien relacionado con la cúpula del PNV, aunque ella siempre ha defendido su independencia política. Desde el centro de salud de San Ignacio llegó a ser directora de los equipos de Atención Primaria de la red asistencial del hospital de Basurto, hasta 2018. Ese año, el entonces director médico de Basurto, Agustín Aguirre -el nuevo gerente en funciones de la OSI Donostialdea- la nombró subdirectora médica del centro.
Con contactos
En febrero de 2020 ganó la plaza de directora médica, por la que compitió como única aspirante. Sus puestos directivos en Basurto le valieron para forjar, según cuentan, una muy buena relación con el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto y, sobre todo, con los exconsejeros Jon Darpón y Nekane Murga, procedente de su mismo hospital. Al mes siguiente, marzo de 2020, Murga la eligió para integrarse en el Comité de Dirección, un órgano político para la gestión de la pandemia que sirvió para descabezar al Consejo Asesor de Enfermedades Emergentes de Euskadi, formado por médicos especialistas.
Tan sólo siete meses después llegaba a la cima de la organización. Gotzone Sagardui la nombró directora general de Osakidetza en octubre de 2020, en sustitución de su predecesor Juan Diego Casals, que en los meses precedentes se había quedado fuera del nuevo grupo de élite que gestionó los primeros meses de pandemia, liderado por el exviceconsejero Iñaki Berraondo.
La treintena de jefes de servicio del Hospital Donostia que se han rebelado tras los ceses de las directoras gerente y médica han reclamado su dimisión. Fuentes consultadas por este periódico no descartan que Pérez Esquerdo pague los platos rotos en esta crisis, «aunque desde luego su marcha no resolverá los problemas en Osakidetza», concluyen.
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