sergio llamas
Sábado, 10 de julio 2021
Este sábado fue uno de los días de más actividad en lo que va de temporada para los 28 arenales vizcaínos, pero la coincidencia de la bajamar con el mediodía, que ensanchó las zonas disponibles para los bañistas, evitó que se tuvieran que aplicar ... restricciones de aforo en casi todos los arenales. Únicamente en el caso de Aritzatxu (Bermeo) se llegaron a cortar los accesos. Además, Laidatxu (Mundaka), Toña (Sukarrieta), Gorliz, Muriola (Barrika) y Arriatera-Atxabiribil (Sopela) sacaron la bandera ámbar que indica afluencias elevadas.
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A ello se le suma que quienes se acercaron a zonas de gran afluencia como la de La Arena, que comparten Zierbena y Muskiz, registraron dificultades para aparcar desde las once y media de la mañana. En la de Ereaga (Getxo), aunque se produjo alguna retención puntual, siguió habiendo parcelas disponibles y no fueron necesarios los cortes de carretera habituales.
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Ya a pie de playa, y aunque se respetaron las normas de seguridad, la estampa en el litoral vasco no presentaba diferencias apreciables con los veranos previos a la pandemia. Ni en las toallas, ni paseando por la orilla, ni mucho menos dentro del agua se empleaban las mascarillas. «No creo que haga falta ponérsela. Es fácil mantener las distancias, aunque sí le tuve que llamar la atención a un hombre que se nos puso al lado», defendió Pilar Ruiz, vecina de Ortuella, junto a su marido, Jorge Parra. Para evitar los problemas de aparcamiento, ellos acudieron en autobús. «Es la primera vez que venimos este año, pero a partir de ahora acudiré bastante», afirmó la mujer.
En La Arena no se registraron incidentes de importancia, más allá del rescate de un bañista a primera hora. Los hondartzainas destacaron, además, que no es habitual tener que llamar la atención a los usuarios por comportamientos indebidos, aunque en ocasiones ha sido necesario alertar a la Policía ante ciertos incumplimientos, como la prohibición de acceder con perros. «También se ve gente fumando. No está prohibido, aunque en ese caso deberían hacerlo a una distancia prudencial», plantearon.
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Con todo, la arena este sábado lucía limpia. Más después de que una decena de voluntarios de Barakaldo de entre 18 y 25 años pasara por la zona para retirar basura, junto a personal de la ONG Seabird Life. «Como la playa está muy llena nos hemos centrado sobre todo en la zona de las marismas. Queremos enseñarles los problemas de la basuraleza, cómo degradan el entorno y explicarles la importancia de la biodiversidad que hay en esta zona, que es un punto de migración para muchas especies de aves», detallaron los monitores Ana Mar y Javi Frías.
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Aunque no era algo mayoritario, la medida de no exceder los grupos de cuatro personas en toallas fue la más incumplida. En su mayoría se trataba de familias y de cuadrillas que no llegaban a la decena. «Luego nos juntaremos unos cuantos, pero lo haremos manteniendo la distancia», prometieron los bilbaínos Pedro Santa María y José Dacal, que tuvieron que esperar un buen rato en el coche hasta que quedó un hueco libre. En cambio, los muskiztarras Aitor Martínez y Oihane Conte, habituales de La Arena, prefirieron acudir solos andando y dejar el coche lejos. «Más o menos, ahora en la playa se puede estar como antes de la pandemia», celebraron.
A esa imagen de normalidad contribuyó el campeonato de surf organizado en La Arena por la Federación vizcaína, que citó a una treintena de menores de 12 años. «Lo habíamos aplazado durante los últimos tres fines de semana por falta de olas», explicó el director de la competición, Fidel Llano. Este domingo allí competirán medio centenar de surfistas de hasta 16 años. «Vienen muchos familiares, pero se guardan todas las medidas de seguridad», garantizó.
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En Ereaga también aportaban normalidad Andrea San Mateos y Neila Liñera, las encargadas de atender el programa Hondartza Denontzat de Bidaideak, la Diputación y la BBK, que ayuda a las personas con discapacidad a disfrutar de la playa. «Hemos tenido a una persona que llevaba siete años sin poder pisar la arena y también a un antiguo nadador que ha estado una hora en el agua», explicaron.
La familia de Amaia Martínez de Santos e Ignacio de Diego, junto al pequeño Luca, también pudo disfrutar de un rato de playa en la nueva normalidad. «La gente de por sí se pone separada, así que no hemos tenido que usar la mascarilla en ningún momento. Aquí también ayuda que la mayoría de los que acuden son familias y personas mayores, por lo que no es habitual que haya problemas», razonaron.
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