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Mattias abrió el camino en 2013, cuando por esas cosas de la vida conoció Euskadi y comprendió que sería un buen lugar para montar una pizzería. Gioel, el cocinero (1993, Reggio Calabria, en la punta de la bota, justo frente a Sicilia), llegó en 2018 ... con un bagaje de pizzero curtido en el sur de Italia e innumerables cursos. Lejos parecen quedar los tiempos en los que las madres dominaban el arte de la masa y el horno; ahora es todo más profesional, sí, aunque los aromas y los sabores recuerdan a los de antaño en sus dos variedades: la napolitana y la romana.
–Alguien explicará las razones del éxito mundial de la comida italiana.
–Son sabores muy cercanos a la cultura gastronómica de la gente porque la pizza es un primo cercano del pan. Ya sabes lo que dicen: el pan gusta a los niños y si les gusta a ellos que es que está rico. Un niño siempre querrá pizza y pasta, porque mezclan sencillez y sabores logrados.
–Y en este caso, lo mejor de la cocina mediterránea.
–Es una vuelta a lo orígenes, aunque tenemos que luchar con la mala prensa que tiene la pizza, pero vemos que hemos conseguido romper con esas opiniones negativas.
–La pizza bien hecha es lo más alejado al fast food.
–Claro, esto no es fast food pero no sólo eso, sino que incluso algunos paisanos van a comer pizzas a una franquicia. Tenemos que mostrar el lado mejor de nuestra cocina; ese es nuestro reto, cambiar la imagen con técnicas novedosas de fermentación y con ingredientes de gran calidad.
–Los buenos ingredientes son una de las claves.
–Intentamos mezclar la cultura italiana con la vasca y si el producto es bueno no hace falta buscarlo en Italia. Como los anchoas del Cantábrico, muchas pizzerías de Nápoles emplean anchoas de aquí. O el atún, el bonito...
–¿Y cómo se metió en esto?
–Empecé a cocinar después de terminar los estudios; me apunté en un curso por casualidad y me enamoré del oficio.
–¿Cómo se aprende a cocinar pizzas, un plato tan tradicional?
–Cuando naces en Italia vives ese ambiente de la pizzería, pero necesitas trabajar mucho para aprender cómo se hace la masa. Mi madre hacía pizza en casa los sábados, y aprendí algo. Después de ese primer curso entré a trabajar en una pizzería pero seguía apuntándome a cursos cada año para actualizar mis conocimientos. Iba a diferentes partes de Italia para mejorar, ya que existen varios tipos de pizza muy distintos del norte al sur.
–¿Y en qué se diferencian?
–En el tipo de masa y el de cocción. En el norte es más fácil encontrar las masas finas y crocantes, mientras que la de Nápoles es más suave. Incluso en Nápoles hay dos tipos: la del procedimiento histórico que se ciñe a un reglamento, y luego está la que ha evolucionado, la 2.0, la contemporánea.
–¿Tanta diferencia hay entre las clásicas y esas que llama 2.0?
–El reglamento de la pizza clásica exige una fermentación directa, en la que se mezclan la harina, la levadura, el agua y se deja reposar. La contemporánea suele hacerse con una fermentación indirecta: se hace una masa previa y luego se añade la harina.
–Todos pensamos que es algo sencillo.
–No, la pizza requiere mucho estudio; parece que es agua, harina y un poco de levadura y al horno, pero no es así, es mucho más complicado y depende de los ingredientes, de la temperatura...
–Y el comensal vasco...
–Todo el mundo cree que conoce las pizzas, sin pensar que hay diferentes tipos. ¿Por qué la masa está blandita? ¿Por qué está crujiente? Contamos qué tipo de cocción lleva, la hidratación... La gente que viene aquí por primera vez cree que está comiendo una cosa nueva, es una textura diferente.
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GUILLERMO ELEJABEITIA
–¿Le gusta la cocina vasca?
–Está muy bien, aquí hay mogollón de restaurantes con estrella Michelin y tenemos planeado ir todo el equipo al Mina, que está aquí al lado. Y aprovechamos lo que vamos viendo y probando para experimentar con las pizzas, es una inspiración para nosotros. Cuando vienen nuestros amigos les llevamos a comer pintxos, porque ver una barra llena de cosas diferentes es fantástico.
Los hermanos De Maio tienen previsto ampliar su casa con un nuevo local en la plaza de Jardines de Albia, nos cuenta Mattias, el mayor, aunque la 'estrella' de la familia seguirá siendo la pizzería de la calle San Francisco. «Vista desde fuera, es una zona llena de prejuicios, pero a nuestros amigos el muelle Marzana es uno de los lugares que más les gusta de Bilbao. Es un barrio histórico, cerca de la ría, y estamos pendientes de que el Ayuntamiento arregle las aceras este año». Los De Maio se sienten satisfechos de cómo ha marchado su negocio durante la pandemia y las sucesivas restricciones. «Hemos tenido mucha suerte; 2021 ha sido nuestro mejor año gracias a la ampliación del local y que hemos trabajado la venta a domicilio». A las casas viajan las pizzas de la variedad romana, porque «por una cuestión de calidad no queríamos vender para llevar a casa la napolitana, que está pensada para ser comida en el momento en que sale del horno; según pierde temperatura, cambia la textura y se pone un tanto gomosa». ¿Y van de pizzerías? Mattias duda. «Prefiero no hablar mal de otros, pero te diré que acabamos de volver de Madrid muy decepcionados, hay mucho humo, mucho bombo mediático porque es la capital. Aquí las cosas están mejorando en los últimos años, han abierto sitios con un toque más italiano, pero todavía le falta».
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