Kobetamendi tiene un nuevo inquilino que no perderá detalle de las actuaciones del escenario principal, con la perspectiva y la autoridad que le otorgan sus seis metros de altura. Pese a su tamaño, es un lobo de rostro amable y juvenil, gatuno, orgulloso de su ... origen humilde. Está hecho de plásticos en todas sus modalidades, residuos y materiales reciclados que nos recuerdan la huella que deja cada envoltorio. El artista y activista portugués Artur Bordalo no solo busca «crear algo bonito». Su obra es «un manifiesto por la lucha y la conciencia ambiental» que se dirige sobre todo a los jóvenes. «Ellos son los que van a heredar este planeta», o lo que quede de él.
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El lobo de Kobetamendi pertenece a la serie 'Big Trash Animals', su trabajo más conocido, con el que recorre ciudades de todo el mundo. El punto más lejano es Tahití, las últimas paradas antes de venir a Bilbao, Sao Paulo y Canadá. Utiliza residuos para crear tucanes, gorilas, hipopótamos.... «animales autóctonos en peligro de extinción», y para recordarnos que nosotros compartimos su mismo hábitar. En Bilbao ha elegido el lobo por ser un símbolo de la ciudad, presente en su escudo, y del BBK Live.
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Empezó a trabajar el lunes. Primero dibuja una imagen y recopila montañas de residuos, sobre todo «plásticos pesados»: cajas de fruta y pescado, cuerdas, redes de pesca, tubos, papeleras, ruedas de coches... y dos cascos como ojos. Para este lobo, de 6 metros de alto por cuatro de ancho, ha utilizado «unos 200 kilos» de materiales que clasifica en el suelo por secciones antes de pintar. Usa los colores «como camuflaje» para demostrar que, aunque no la tengamos a la vista, la acumulación de basura es un problema de primer orden. El rostro del lobezno no transmite fiereza «porque los amenazadores somos los humanos».
Con su nombre artístico, Bordalo II, rinde homenaje a su abuelo, el pintor Real Bordalo. Creció en su estudio y empezó a estudiar Pintura en la Facultad de Bellas Artes de Lisboa para seguir sus pasos, pero en lugar de eso descubrió otros materiales con los que experimentar, desde la cerámica hasta la basura. «Lo que más me gusta es trabajar en el espacio público», asegura. Así consigue que sus mensajes, en los que cuestiona «la producción y consumo excesivo de cosas», lleguen a más gente.
Cuando acabe el festival, el lobo se trasladará a las instalaciones del centro BBK Klima. Esta intervención artística es una de las iniciativas que se han puesto en marcha este año para reducir el impacto ambiental y crear una mayor conciencia. Las lonas de los laterales de los escenarios se han sustituido por una cubierta vegetal, que también se usa en la decoración, y cuando acabe la música servirá para hacer compost para la reforestación de los bosques de Balmaseda afectados por el incendio del pasado mes de octubre, el mayor de Bizkaia en las tres últimas décadas. A esta finalidad se destinan también tres euros de cada entrada.
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