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josu olarte
Domingo, 15 de julio 2018
Algo especial debía de tener la cita bilbaína para que Damon Albarn tuviera en Kobetamendi a sus padres, algo que, seguro, no pasa a menudo. Tampoco es habitual que un grupo-proyecto como Gorillaz ofrezca un concierto tan consistente, dinámico e integral en lo ... rítmico y lo visual como el que cerró por todo lo alto el festival. La reciente y acertada apuesta por la renovación del Bilbao BBK Live (con un nuevo 'sold out') encaja en el enfoque musical aventurero que el ex-Blur viene mostrando desde que, hace dos décadas, pusiera en marcha discontinua su banda de dibujos animados junto al ilustrador Jamie Hewlett. Metido a activista político y musical apasionado por África y la música negra, Albarn sintetiza en su directo su enfoque integral del (post) pop ambicioso, explorador, mutante, colorista, coral y de sonidos de ayer, anteayer y hoy. Es como si el sello sonoro y un poco alucinado de Gorillaz fuera también el no tener una identidad concreta para poder agitar a su antojo rock, funk, electro, soul, hip hop o dub entre remansos casi recitados tipo 'Last Living Souls'.
Podría pasar que, con sus ambiciones desbordadas y su camarilla de colaboradores reales o virtuales, la cosa se diluyese en directo, pero no. Con pegada y calado sensorial de principio a fin, Albarn (voz, guitarras, melódica, piano y esos teclado-guitarra ochenteros llamados keytars) lidera un palpitante combo con coro gospeliano de seis voces negras, percusionista latino y enfática base rítmica con bajo profundo y baterías dobladas. Con su respaldo sólido, planteó un recorrido de hora y media por su catálogo simiesco que incidió en buena medida en 'Humanz' (su álbum de 2017) y en especial en su algo difusa novedad 'The Now Now', grabada sobre la marcha durante su última gira americana y de la que rescató temas como 'Tranz', 'Humility', 'Souk Eye', 'Lake Zurich' o un 'Fire Flies' en especial para Bilbao, para compensar la ausencia de De La Soul. Se cayó su molón 'Superfast Jellyfish', aunque no el adhesivo 'Feel Good Inc.' (con su famoso guiño vocal a Ray Davies) de un set que arrancó con la distorsión de guitarras, ritmos de baile y sonidos digitales de aquel 'M1 A1' que cerró su millonario debut homónimo de 2011.
Sí estuvieron visualmente miembros virtuales (2-D, Murdoc, Noodle y Russel Hobbs) y cómplices de postín (Jack Black, Snoop, Bootie Brown ...) además del cantante de house Jamie Principle (en 'Hollywood') y Peven Everett, el gran vocalista de neosoul de Chicago que firmó con Albarn al keytar dos cimas de la velada, 'Strobelite' y el funk robótico 'Stylo', con cameo visual del recordado Bobby Womack. Sonaron la espacial 'Andromeda', el vodevil góspel de 'On Melancholy Hill', un 'Souk Eye' con Damon al piano y un 'Dirty Harry' acercado al funk setentero de Stevie Wonder, que, coreografiado por el coro, marcó otra cima de la noche. También fue muy celebrada la aparición de Benjamin Clementine para (con chuleta en la mano) dramatizar el góspel celestial 'Hallelujah Money', algo que se intuía tanto como que Noel Gallagher (que había actuado poco antes) no se subiría a la tarima para hacer el 'We Got the Power' al que (pelillos a la mar) ha puesto voz.
El canto a la esperanza que supone el tema que cierra su novedad lo brindaron (no para el mundo sino para el pop) unos Gorillaz que hollaron nuevas cumbres de pop-hop sincretico con 'Kids With Guns', el neodancehall 'Saturnz Barz' (con recitado virtual del jamaicano Popcaan) y el iniciático hit simiesco 'Clint Eastwood', que, cantado masivamente, cerró el círculo y puso la mejor guinda posible al BBK Live.
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