![Arranca el BBK Live: la montaña ya está bailando](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/07/12/bbk-live-kHFF-U220692724998FQB-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Qué pensará la montaña de toda esta gente tan curiosa que la invade una vez al año. Habrá visto muchas cosas a lo largo de los milenios, pero seguro que no acaba de acostumbrarse a estos visitantes de todos los veranos que producen extraños sonidos ... amplificados, bailan con entusiasmo, se visten –algunos– de manera inconcebible y son –algunos también– incapaces de identificar los excrementos de ganado que se van topando en su camino hacia las alturas. Ayer había cierto debate sobre ese apasionante asunto: «Esto es de oveja, pero eso... ¿de caballo?», analizaba un festivalero, quizá como excusa para tomarse un respiro en la exigente ascensión. El Bilbao BBK Live cumple su mayoría de edad y la montaña, Kobetamendi, vuelve a estar de fiesta.
En realidad, la idea de los asistentes como una masa monolítica no podría ser más desacertada. Los hay amantes de la noche, para los que las jornadas de festival empiezan cuando se pone el sol y acaban cuando ya va a salir; y los hay incondicionales de la tarde, como los que hacen cola a las cinco a la espera de que abran las puertas. Ahí estaban, por ejemplo, Giselle Domínguez y John McGowan, que han venido de Escocia con sus dos hijos adolescentes. «Buscábamos un festival para toda la familia: este nos ha parecido el ideal», explicaba Giselle, que se siente «del planeta Tierra» pero nació en Argentina. ¿Y a sus hijos ya les gusta la misma música que a ellos? «Sí, todos queremos ver a Massive Attack, a Prodigy... Pero también escuchan cosas que no sabemos ni lo que son». Había más familias por ahí. La de Beth Beveridge, una combinación de admirables ingleses y franceses que empujaron por toda la cuesta un carrito con dos pequeñuelos. «Queremos ver a The Prodigy, pero, claro, depende de estos...». ¿Ya han estado los críos en algún festival? «La niña sí, en el Bestival de Inglaterra, pero tenía ocho semanas». Y, en fin, también esperaba Pilar García, de Vitoria, pero en su caso la hija estaba ya dentro del recinto: era Neska, la primera DJ de Basoa. «Nunca la he visto pinchar en vivo, pero sí con el grupo punk que tenía, Pink Kink. Tengo que sacar fotos para enseñarle a la abuelilla».
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Carlos Benito
Hay festivaleros que acuden con un riguroso programa de conciertos, como si fuesen a penalizarles por inasistencia, y los hay más dados a la improvisación: «Hombre, tenemos plan, pero la idea es ir fluyendo», resumía Marta Pérez, de Jerez de la Frontera y debutante en el BBK Live. «A mi novio se le ha metido en la cabeza que es uno de los mejores festivales de España y nos ha arrastrado». ¿Y por ahora tiene razón? «Está muy bien esto, sí». Unos acuden en alegre pandilla y otros son lobos solitarios, como la francesa Fanny Rochereau: «Es la primera vez que lo hago, veremos qué tal. Prefiero esto a los festivales de París, que se abarrotan».
Y existe una última distinción muy importante: la mayoría de los presentes en Kobetamendi lucen atuendos que responden a cierta sensatez indumentaria, cosas normales, incluso camisetas de bandas molonas como los Cramps, New York Dolls, Negu Gorriak, Nitzer Ebb o Los Nikis, pero... ¿cómo no vamos a sacar aquí a Jonathan Domínguez, que se ha traído de su Sevilla un 'total look' descacharrante con estampado de patitos de goma amarillos? «Me encanta el amarillo, los colores llamativos en general, y me gusta mucho la moda», justifica el tío. ¿Y su acompañante no se siente anodino con su camiseta negra? «Soy su marido desde hace veinte años –suspira hondo Enrique Linder– y siempre da la nota. Pero mañana vamos a venir los dos con camisetas de Curro, la mascota de la Expo. ¡Originales! Es que tenemos un canal de la Expo, somos un poco frikis». Tampoco estaban mal las camisas de los bilbaínos Eneko, Ana Belén, Garikoitz y Javi, que mostraban un viejo cartel de helados Frigo. «Queríamos venir pintones. Ocho euros en AliExpress». Yencima llevaban un globo cada uno. ¿Quién reventará antes, los globos o ustedes? «Esperemos que los globos, no creo que lleguen a Prodigy».
Los asistentes al festi son gente variopinta que comparte tres intensos días de vida, y también la música que suena es diversa. Con decir que, cuando no había conciertos, a alguien se le ocurrió poner como música de ambiente en el escenario principal a Shostakovich y Ligeti... Abrieron la jornada Martin de Marte, desde Zarautz, con su pop fino e impetuoso (y su canción 'En la rave'), los madrileños Dharmacide y su post-punk de oscuros arpegios y los también madrileños El Buen Hijo, con temas como 'Antes era campo todo esto'. «Aquí sigue siéndolo, así que se la vamos a cantar a otros lugares», puntualizó el vocalista. Cada asistente va atesorando su colección de momentos memorables. Por ejemplo, fue muy bonito ver a los irlandeses NewDad en el escenario Txiki, que en esta edición no tiene fondo: se veía detrás una postal de montañas verdes y cielo encapotado, con gaviotas que pasaban, y casi parecía que habíamos ido nosotros a verlos en Irlanda en vez de venir ellos.
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Silvia Cantera
En la carpa, Queralt Lahoz montó un buen fiestón con su cubanismo aflamencado o flamenco habanero. «Si se está, se grita», retó a su público, y vaya si gritaron. Y Los Punsetes, reclutados in extremis como relevo para los caídos Cymande, iniciaron su actuación con la resplandeciente 'Opinión de mierda', una de las mejores canciones nacionales de este siglo, y ahí ya les he brindado, como cantan ellos, «una mierda de opinión».
Y quedaban los platos fuertes, una explosión de nostalgia como para maridarla con un Frigopié, con Los Planetas –a medida que avanzaba el día, iban proliferando sus camisetas–, Air, The Prodigy y Massive Attack. Seguro que estos últimos, con sus graves de profundidad casi geológica, le gustan a la montaña.
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