Azkena Rock Festival
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El Drogas, una lección de rock urbano para azuzar la nostalgiaConcentrar veinte canciones en poco más de una hora no es fácil. Menos hacerlo casi sin pausa. Aún menos si te llamas El Drogas. No por el nombre, ya que el que se esconde tras el apodo, Enrique Villarreal, lleva más de una década sin ... tomar nada de eso a lo que hace referencia su mote. Sino porque como él mismo ha reconocido este jueves en Mendizabala que ya no es un chaval. Y lo hizo tras repetir en varias ocasiones lo bien que se sentía. «Da gusto, hostia», soltó en un concierto que se inició a las 21.00 con mucha luz aún. «Uno no tiene 22 años. Ni 22 en cada pata», dijo cuando apenas quedaban dudas de que defendía de manera solvente el repertorio de Barricada, la que fue su banda hasta que lo echaron –hace una década–, según él mismo cuenta.
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A sus 63 años, el cantante navarro ha emprendido una gira 'revival' que, como toda mirada hacia un repertorio pasado, tiene mucho que ver con la petición popular de los fans. Para ello ha recuperado algunos de los temas más cañeros del 40 aniversario de Barricada. Y ese roquero, con su pañuelo a la cabeza y perilla puntiaguda, demostró que se mantiene en forma. Arrancó con la carcajada algo diabólica suya y los temas que abren dos discos esenciales de la banda. 'En la silla eléctrica', del álbum 'Noche de rock&roll' (1983), y 'Contra la pared', del 'No hay tregua' (1986) cuando ya parecían haber tomado el testigo de Leño en el rock urbano. De hecho, si hubiera que explicar a alguien el sentido de esa etiqueta se podrían tomar como ejemplos magistrales varias canciones posteriores, como esa descarga de arriba antipolicial ('Barrio conflictivo'), la denuncia del maltrato animal ('Rojo') y de lucha de clases ('Campo amargo').
En esa primera media hora hubo un seguimiento desigual que se rompió con el momento móvil, en el que las cámaras empezaron a grabar al escenario de forma casi unánime cuando empezó a sonar 'Animal caliente', uno de los grandes éxitos. Sabe rodearse bien El Drogas, con Brigi Duque (bajista), Txus Maraví (guitarrista) y Eugenio Aristu (batería) impecables en un concierto en la que no faltaron los coros con el público (oooh, oooh, en 'La hora del carnaval' y 'Balas blancas') o su particular juego con los bastones en 'Tentando a la suerte', más próxima al metal. Para el final selló la comunión con sus seguidores. No fallaron 'No hay tregua' y 'En blanco y negro'. Una especie de viaje en el tiempo para sus fieles que convenció a su vez a quienes llegaban desencantados por el concierto de Steve Earle.
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