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La crisis que ha provocado la salida de Orona y Ulma de Mondragón consumdada en las asambleas generales celebradas por ambas cooperativas este viernes ha sido el final de un recorrido que lleva incubándose desde los últimos seis años -cuando se redefinió Mondragón tras la ... quiebra de Fagor- y deja una profunda herida en las relaciones entre las cooperativas, en la sociedad guipuzcoana y en la emoción de muchas familias que conviven con esa realidad socio económica.
Fuentes del mundo cooperativo recuerdan que tras la reorganización que se hizo de la corporación en 2016, Orona y Ulma modificaron la forma de aportar su 10% de beneficio al conjunto. Esa cantidad se divide entre un fondo destinado a la solidaridad intra-cooperativa y otro fondo de inversiones, dirigido por los órganos centrales. Desde hace 6 años las dos cooperativas salientes aportan solamente al fondo de solidaridad del grupo y, para las inversiones, cuentan con un 'fondo divisional' propio, gestionado por ellas mismas.
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Además, históricamente, los órganos de gobierno de Mondragón se han conformando atendiendo a tres áreas: la financiera (con Laboral Kutxa), la de distribución (con Eroski) y la industrial (con Fagor). La quiebra del fabricante de electrodomésticos en octubre de 2013 con una deuda de más de 1.000 millones, dejó libre ese espacio y, según explican las mismas fuentes, no se cubrió con otros actores del área industrial como la máquina herramienta, con Danobat, o con las salientes Orona y Ulma.
Ulma, un grupo anclado en Oñate con expansión internacional
La realidad de las dos cooperativas que han dado el paso de salir de Mondragón este viernes es diferente, pero en ambos casos presenta peculiaridades frente a la corporación que también explicarían la decisión. Por un lado Ulma. Es un grupo de 9 cooperativas nacidas en la comarca de Oñate y cuando el mundo cooperativo de Mondragón se organizaba por comarcas y no por áreas o sectores de operación. Surgida para dar respuesta a las necesidades de envasado para la industria chocolatera de Oñate, la compañía fue creciendo en sectores como la construcción de andamios y generando dinámicas de colaboración entre empresas de la comarca. El crecimiento se incrementó con divisiones en construcción, logística, forjados o servicios de ingeniería para productos electrónicos.
Este crecimiento permitió alcanzar más de 900 millones de euros en ventas, una plantilla de 5.426 personas y unos beneficios anuales de 75 millones. Además, fueron desarrollando sus propios servicios centrales, su revista y su fundación propia. El sentido de pertenencia a la comarca es muy elevado y ya tuvieron un paréntesis en sus historia fuera de Mondragón.
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Orona, crecimiento exponencial con compras de fábricas
En el caso de Orona pesa mucho en su realidad un altísimo crecimiento inorgánico que ha generado un crecimiento espectacular en los últimos años de su facturación, que supera los 800 millones y que espera alcanzar los 1.200 para 2025. El peso internacional de la marca le ha llevado a poner su firma en, al menos, uno de cada 10 ascensores que se construyen en el mundo.
Para alcanzar estas cifras la cooperativa de Hernani ha ido comprando empresas no solo en España, sino en Francia, Portugal o Polonia. Eso ha hecho que la idiosincrasia de sus socios sea diferente. Así, de los 1.700 cooperativistas con que cuenta, casi la mitad son de las plantas que tiene la empresa en Galicia, Andalucía o Madrid.
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