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Andrés Sendagorta, vicepresidente de Sener, se puso el pasado martes al frente de Aefame, la Asociación de Empresa Familiar de Euskadi, que agrupa a 66 compañías muy conocidas del País Vasco y ha cumplido cuatro años de andadura con más de 15.000 millones de ... euros de facturación conjunta y 148.000 empleos. Este empresario de formación pero también de estirpe –su padre fue uno de los fundadores de la ingeniería vizcaína– hizo también carrera militar: fue piloto de reactores Harrier en la base naval de Rota y del portaaeronaves 'Príncipe de Asturias', jefe de operaciones y segundo comandante. En 2009 fue condecorado con la Gran Cruz del Mérito Naval, con distintivo blanco, por el Rey Juan Carlos I. Sin embargo, a la hora de hacer un símil de liderazgo empresarial se decanta por una disciplina deportiva que le fascina, la contrarreloj ciclista por equipos. «Cuenta el tiempo del último ciclista y todos tienen que trabajar para lograr el mejor tiempo posible».
– ¿Cuál es la salud de la empresa familiar tras una crisis histórica?
– La empresa familiar ha sufrido como todas con la crisis. Aprovechó esa ocasión y ha salido comparativamente muy reforzada. Este periodo ha ayudado a salir más al exterior, a globalizarse. Miro con optimismo la situación actual. Considero que la empresa familiar en Euskadi tiene un potencial tremendo porque está basada en dos instituciones de fuerte arraigo en nuestra tierra, la familia y la empresa. Eso se nota.
– Defienden que la empresa familiar tiene un papel vertebrador de la economía vasca. ¿Cuenta con el suficiente reconocimiento?
– Tenemos que reforzar la figura de cualquier tipo de empresario. Y dentro del ámbito de la empresa familiar, porque es la forma más natural. Lo lógico es que al montar un negocio pienses que algún día tus hijos podrán continuar con ese impulso. El empresario, en nuestro modelo de sociedad, es absolutamente fundamental. El empresario como tal tiene que ser reconocido, el que lo hace bien porque lo hace bien y el que lo hace mal porque lo hace mal. Pero es importante reconocer su labor y apoyarlo, porque a su vez el empresario tiene enormes responsabilidades. Yo tiendo a ser muy exigente con las personas que han tenido oportunidades. Cuantas más oportunidades haya tenido para formarse, viajar, más se le puede exigir a una persona porque tiene que devolver más a la sociedad.
– El relevo generacional siempre ha sido crítico en la empresa familiar. ¿Todavía hay compañías que no lo preparan con antelación?
– En la empresa familiar se juntan dos factores que hacen que la gestión sea una aventura apasionante, como son por un lado la gestión de la cuenta de resultados, el balance..., con cosas que no son mensurables y que pertenecen a un forma de educar, a unos sentimientos, a una tradición. Y todo eso tiene que ver con la familia. Hay que gestionar emociones y cuentas de resultados, cosas que son muy diversas. Y en ese contexto el relevo es un factor importante. Dicen que comienza cuando nace el primer hijo. Esa preparación del relevo tiene que ver con los valores que transmites a tus hijos, con cómo los educas. Todo eso es absolutamente fundamental. No te puedes acordar del relevo cuando el primer ejecutivo peina canas.
– ¿Y la mayoría lo está haciendo bien?
– Es como todo. ¿Qué es hacer bien? En las empresas familiares sólo hay dos reglas, que no se puede gestionar como si no fuera familiar y hacerlo con criterios profesionales. A partir de ahí el relevo lo hace cada una como considera más oportuno.
– Hay muchas empresas que por falta de relevo o por el apetito inversor que está suscitando Euskadi se están deslocalizando. ¿La empresa familiar es más vulnerable?
– En la empresa familiar entran más factores emocionales que en otras. Puede ser bueno o un desastre. El arraigo es un factor, pero hay que saberlo manejar. El carisma del fundador es importantísimo, pero les digo a las siguientes generaciones que cada uno tiene que tener su sueño. Una cuna les ha hecho accionistas, pero luego tienen que tener su sueño. Y eso les hará felices. A veces será vinculado a la empresa y otras veces, no. Tendrá que estar formado para ser accionista, pero tiene que hacer su vida. Eso es lo que yo he tratado de inculcar.
– ¿Pero la empresa familiar está más expuesta a esa deslocalización?
– No puedes ir en contra del funcionamiento de la economía, pero hay cosas que se pueden hacer para paliarlo. Primero, las empresas tienen que crecer, y eso ayuda a que permanezcan. Segundo, es importantísimo la incorporación de nuevas generaciones a la empresa familiar muy bien formadas, que le den un nuevo impulso, una especie de refundación. Una parte de las empresas que se venden es porque los fundadores ven un futuro incierto y prefieren venderlo y que siga vivo el proyecto. El tamaño y educar a tus hijos es clave. En la empresa familiar no hemos hablado suficiente de ese asunto. El tema de la educación es uno de los grandes problemas de este país y en la empresa familiar, por supuesto.
– ¿Educación para fomentar el emprendizaje o en general?
– Probablemente nuestros hijos están mejor preparados que nosotros desde el punto de vista técnico, pero para liderar una empresa no sólo hace falta saber de contabilidad, sino de algo fundamental, hace falta saber dirigir personas, me da igual que sea una fábrica de laminados o una chocolatería. Ylo que te hace diferente, competitivo, son las personas, porque en lo que respecta a las máquinas es cuestión de comprar las adecuadas. En la medida en que tengamos buenas personas, funcionará.
– La búsqueda y retención del talento es la principal preocupación de las empresas. Algunas compañías admiten que 'falta brillantez' a las empresas para retener el talento. ¿Basta con ofrecer flexibilidad, conciliación o hace falta realizar un mayor esfuerzo salarial?
– ¿Qué tengo que hacer para atraer a los números uno? A lo mejor pagarle algo más, pero como sabe que es el número uno no le basta sólo con eso. Necesito ponerle con proyectos que supongan un reto, fomentar su espíritu creativo. Todos necesitamos cierta cancha, el estilo de dirección no puede ser rígido y asfixiante. Además, las generaciones jóvenes tienen una sensibilidad con el medio ambiente, la responsabilidad social corporativa, que nosotros no teníamos. Todo eso conforma el orgullo de sentido de pertenencia. Los vascos tenemos ese orgullo de pertenencia a nuestra tierra y hay que fomentar ese sentimiento respecto al centro de trabajo.
– ¿Pero no es más difícil fomentar ese orgullo de pertenencia cuando se está impulsando una mayor movilidad laboral?
– No quiero decir que te tengas que casar con una empresa de por vida, sino que donde estés tienes que tener un cierto orgullo de pertenencia. Esa es la labor del que dirige, hacer que otros hagan y se sientan... porque rendirán más. Es como una contrarreloj por equipos, el que marca el tiempo es el último del equipo. El que dirige tiene que conseguir que el equipo haga el mejor tiempo posible.
– Se está fomentando la entrada de trabajadores en el capital de la empresa ¿Son suficientes las ayudas públicas?
– Tú no puedes depender de las ayudas públicas. Un gobernante responsable tiene que ayudar a crear el clima para que podamos desarrollar nuestra actividad. A veces les pedimos que sustituyan nuestro trabajo. Yo tengo que tener la iniciativa. A mí me parece muy importante la conciliación familiar. Si digo que la familia es una institución clave en nuestra sociedad, la conciliación también es clave en las empresas. Es de justicia y en una empresa familiar clama al cielo. Pasa lo mismo con la igualdad. ¡Es tan evidente....!
–¿Le preocupa la desaceleración?
–Me preocupa, aunque aquí sea más leve. Pero hay un tema mucho más preocupante a mi entender y que va a ser un destrozo desde el punto de vista económico y social, como es el de la natalidad. Si no lo remediamos y rápido va a tener unas consecuencias tremendas para la sociedad, y más en Euskadi, donde la realidad es peor. No le estamos prestando la atención debida y es un síntoma de una sociedad vieja, evidentemente, pero vieja de espíritu. Si pensamos que la gente joven es el futuro y la que va a dar la proyección a nuestra sociedad, si no somos conscientes de que ahí tenemos un problema importante, pues ya tenemos dos problemas. El tema de la educación también me parece capital. El paro juvenil es otra de las lacras importantes de nuestra sociedad. Las tasas de paro juvenil se están convirtiendo en un problema endémico. Tenemos que tener jóvenes bien preparados para tener empleos dignos y con sueldos dignos. Todavía no estamos ahí y tenemos mucho que remar. Hay veces que nos quedamos en el problema coyuntural de corto plazo y no vemos los problemas que van a afectar de lleno a nuestros hijos: índice de natalidad, educación...
–¿Falta visión de futuro a toda la sociedad?
– Por el ciclo político, no miramos suficientemente lejos, no construimos una sociedad para nuestros hijos, les echamos la culpa a los políticos, pero es un problema del conjunto de la sociedad. Hay que levantar un poco la mirada y mirar más lejos...
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